¿Por qué un programa simple y fácil de comunicar que cuenta con extraordinario apoyo (y coautoría) del FMI terminó deshilachado y viendo cómo estirar su vida mes a mes?
El plan se basa en la hipótesis que la inflación es causada por el déficit que se financia con emisión monetaria, entonces al crecer cero la base monetaria y buscar un déficit primario cero se daba una señal contundente que lograría bajar las expectativas de inflación. Arrancaba con un dólar alto que daba colchón competitivo, una tasa real alta y una licuación de la bomba de las Lebacs. El súper préstamo del FMI despejaba los riesgos de default por falta de dólares. Además, tal apoyo del FMI convencería a los mercados de cobrar una prima razonable para volver a tomar deuda en los mercados.
El tiempo siempre fue un factor clave para que este programa tuviera éxito ya que tenía plazos a cumplir.
La idea era que: 1) la recesión causada por el colapso del programa de Sturzenegger, Caputo y compañía y del primer programa del FMI sería superada rápidamente. 2) La inflación en ese contexto convergería rápidamente a niveles de 23%. 3) El dólar se apreciaría levemente. 4) Se mantendría una tasa real siempre positiva, pero descendente. 5) A los dólares del FMI se sumarían fondos voluntarios de especuladores y del agro y 6) todo esto consolidaría las probabilidades electorales de continuidad del esquema. Pero hay al menos cinco factores que explican el fracaso:
1. La política de agregados monetarios y déficit cero no coordinó expectativas;
2. El dólar fue más volátil que lo deseable por una “zona de no intervención” muy amplia;
3. Las tarifas dolarizadas metieron mucha inercia en la inflación;
4. La tasa de interés fue más alta de lo previsto durante más tiempo del esperado;
5. La recesión duró más que lo pronosticado.
El plan no resultó suficiente para coordinar las expectativas en un país bimonetario donde el dólar es el gran coordinador de precios.
El tema es que la política monetaria si bien es clave para una estabilización no es el único determinante. Cuando hay cambios en precios relativos como las tarifas y el dólar que buscan adelantarse bruscamente, la inflación se acelera. Especialmente en la economía argentina donde existe un contexto con alta inercia con muchos ajustes semiautomáticos que hacen persistente la inflación. Era necesario tener una política específica sobre el dólar, pero el FMI solo concedió una “zona de no intervención” que complicó la cosas obligando al BCRA a usar la tasa para que el dólar no se traslade a precios y evitar que haya una fuga de los ahorristas en pesos.
Los pazos fijos (PF), sobre todo mayoristas, son la estrella de este plan ya que crecieron 370 mil millones (45%). Cada mes un tenedor de PF recibe 3 a 4% mensual, pero en realidad sabe que el dólar de acuerdo al plan puede variar un 25% sin que llegue al techo de la zona, lo cual eliminaría en pocos días la renta del plazo fijo de varios meses.
El BCRA cayó en una trampa de tener que exagerar la tasa de interés a niveles extremos para que la gente se quede en plazos fijos y que los tenedores de dólares y granos los vendan.
Ahí llegamos a otro problema clave del plan. Una tasa de interés alta que dura mucho tiempo es explosiva. Genera altísimos intereses que se capitalizan y hacen una bola de nieve del stock. Así, las Leliq que arrancaron en 400 mil millones en octubre, alcanzaron en solo seis meses un billón de pesos.
Respecto a las tarifas, la dolarización de las mismas generó mucha propagación de la inflación a todos los bienes. Se debió haber hecho una política de ingresos moderando el ajuste de tarifas.
Al ser la recesión más extensa y profunda de lo planeado cae la recaudación real, sube el desempleo y la pobreza, generándose mayores tensiones sobre la sostenibilidad política y social del plan. Entonces, no es la incertidumbre política y electoral, sino el diseño del propio plan, lo que generó las inconsistencias que lo llevaron a su fracaso.n
* Economista UNLP.
@jorgecarreraok