El discurso de los kirchneristas se ha atribuido todo lo que hay en la mesa política nacional. Tiene en su despensa el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo, los derechos humanos, el Futbol para Todos, la extensión jubilatoria, la baja de la desocupación, el crecimiento económico, el desendeudamiento, la mejora salarial de los educadores, la obsecuencia de protagonistas culturales, y otras cosas más. Falta la marchita a Ezeiza y un cine sublime que si no lo filma Favio puede hacerlo Caetano. En realidad, parece que ya lo filma.
El listado que los opositores hacen de las facetas negativas, no le hacen mella. Con inflación e inseguridad condimentan una sopa tibia. Sus reclamos se escuchan con sordina, si es que emiten algún sonido. Por lo general no se escucha nada. Hay un solo solista que se llama Cristina y un coro de ángeles sostenido por numerosas trompetas. Nadie duda de que están en plena avanzada de crear una mística, un mito, una religión, un relato abundante en lirismos, una gran visión nacional y popular que entusiasma. La excepción del otro lado es Lilita Carrió, que hace años dice que este gobierno es una asociación ilícita, una mafia que no sólo gerencia el narcotráfico sino una sideral fuga de dinero de las arcas del Estado, una banda delictiva que hipotecará el futuro nacional por años. A lo que agrega que la tarea fundamental del kirchnerismo no es imponer un pensamiento sino que no se piense. Un embrutecimiento generalizado que se convierta en la única y auténtica hegemonía. Al menos su mensaje es claro y contundente, lo que es oscuro es qué puede llegar a hacer si es elegida para gobernar. De ser cierto que en su Coalición hay una labor intensa de los equipos de trabajo y sus cajones están llenos de planes, ideas y programas, mejor que los deje en receptoría que alguien más calmo pasará a recogerlos. Pero no hay nadie más en la zona opositora. ¿O alguien puede orientarme acerca del pensmiento profundo de Ricardo Alfonsín? ¿De Sanz? ¿Será cierto que sus ideas están siendo evaluadas por Techint y Clarín, y que según dicen los cables y rumores, les interesa que se encarnen en un futuro gobierno? Misterio. ¿Y Macri? Este gran estadista que tiene todo, según dicen los entendidos, menos aparato. Tener la sustancia sin aparato debe ser una situación difícil de sostener. Imagino la vida de una medusa cuya gelatina desborda a falta de recipiente que le dé forma. En suma, en el escenario de este cabaret nacional sólo cantan la presidenta y los compañeros. Es la realidad. Están solos. ¡Han ganado la batalla cultural! ¡Felicitaciones! La ganaron por cuarta vez en pocas décadas. Con Lopecito y Cámpora en los setenta, con el movimiento nacional de Massera y la patria de Galtieri en los ochenta, con las patillas y el poncho del primer Menem en los noventa. Y hoy con el santo y la reina en el dos mil también. ¡Bravo!
Sin embargo, creo que hay una alternativa al kirchnerismo. Existe una novedad en el panorama político argentino superior a lo que nos ha dado y pretende darnos hasta el 2020 esta dinastía aparentemente invencible. No todo se decide en el mes de octubre. Pienso en un frente político que trabaje en común los próximos años. Binner en nombre del socialismo. Solanas en nombre del pensamiento nacional. Stolbitzer en nombre del progresismo. Hago de este modo eco al llamado de Solanas. Esta es la única variante que mejora la oferta kirchnerista. Nadie duda que por trayectoria, trabajo político y doctrina, estos jefes políticos profundizan el modelo. Así es, el modelo que se autodenominó de crecimiento con inclusión. Aceptemos la etiqueta. Los tres siempre estuvieron a favor de la defensa de los derechos humanos, combatieron al menemismo cuando el kirchnerismo era su socio, lucharon contra dictadura cuando el kirchnerismo capitalizaba con finalidad personal y política sus primeros dineros, los tres están de acuerdo con los derechos de las minorías, no desde hoy sino hace un buen rato; más aun, están a favor de la legalización del aborto, de la estatización de los servicios públicos esenciales –votaron las leyes enviadas por el Gobierno al Congreso sobre matrimonio igualitario, Ley de Medios, estatización de Aerolíneas y AFJP, etc.– y mejoran el modelo porque no son corruptos. No se han enriquecido con la función pública cuando la ejercieron. Binner tiene veinte años en su ejercicio y no sé si no usa el mismo traje. No han manipulado la historia para mentir sobre el pasado y glorificarse con el presente, no creen que el gratuito encono entre argentinos sea una fase de la lucha de clases. No usan demagogia precocida para atraer a la juventud, etc.
Por supuesto que para que el panorama político cambie de rumbo cada uno de ellos debe modificar asuntos de importancia en su actual derrotero. Pero no son escollos insalvables. Basta que reflexionen en lo que los une, y en cuál es el objetivo de mayor peso en esta etapa de nuestra historia. Es necesario que compartan una visión de la Argentina y del futuro de sus jóvenes, y que entiendan que el poder no es un cetro que no se suelta sino una posibilidad de incidir sobre la vida de millones de personas. Deben negociar. Los peligros son justamente los famosos aparatos, salvo en el caso de Stolbizer, que tiene un grupo en formación pero cuya concepción de la política es valiosa, a la que le agrega un coraje ya probado. No le vendría mal despojarse de sociologismos en exceso y de politología de cátedra. Si quiere gobernar algún día la provincia de Buenos Aires tiene que despojarse de prejuicios antipopulistas. El grupo de Solanas adscripto a la tradición basada en la dupla dependencia-liberación, es sectario. Puede dividirse en diez en cualquier momento. Los asociaciones políticas ideologizadas permanecen estancadas en lo mínimo de su expresión política o se subdividen en grupos irreconciliables. Su espanto de parecer meramente profesionales los tornan fundamentalistas. Solanas debe hacer una autocrítica por su desvalorización de la democracia parlamentaria en otras épocas; en realidad, por su práctica de hoy, ya lo viene haciendo. Es necesario que su concepción del Estado no sea mítica y piense que una de sus principales funciones es dar un servicio y no sólo defender la soberanía nacional. Los aparatos de Estado están confeccionados para servir a los gremios, a los empresarios, y a la clase política. Si esto no se modifica no hay liberación alguna. Binner no debe subordinarse al radicalismo y a una fórmula presidencial anacrónica por inútil. Su preocupación por la continuidad de su obra política en Santa Fe no debe impedirle una decisión importante por su trascendencia. Es necesario que discrimine su estrategia provincial de la nacional. Cada uno de ellos debe echar al tacho de basura las dicotomías que le dieron identidad a una historia de fracasos: peronista o gorila, nacionalista o liberal, derecha o izquierda, progresista o reaccionario. Adjetivaciones que ya no designan una práctica concreta, reducidas que están a difamar al otro y autojustificarse. ¿Que esta es una propuesta ilusoria porque es inviable ya que los tres deberían ser otra cosa que lo que son? Es cierto, sería un milagro, igual al que les cayó en gracia a todos los oportunistas que gobiernan hoy y que pocas dificultades tuvieron en cambiar de ropa cada vez que les convino. Sólo que esta vez no se trata de oportunismo sino de una oportunidad de construcción política. Ellos tres unidos nos dan la única esperanza de no transformarnos en una republiqueta dominada por pequeños caudillos comandados por una oligarquía política.
*Filósofo (tomasabraham.com.ar).