“Debemos dejar de priorizar
las luchas partidarias, y
trabajar en el consenso y
la diversidad. Yo creo en una
Argentina transversal.”
Néstor Kirchner
(al principio de su gestión).
“Creo firmemente en la
Concertación Plural. Estoy
seguro de que va a ser el
nuevo espacio nacional que
marcará la historia.”
Néstor Kirchner
(en medio de la campaña).
“Después de las elecciones
se pondrá en marcha la gran
renovación del Partido
Justicialista. Vamos a tener
las urnas para recuperar
las banderas eternas
de Perón y Evita.”
Néstor Kirchner
(el miércoles pasado).
Las cartas están echadas. Hoy se vota. Y, salga pato o gallareta, antes de la medianoche todos nos animaremos a coincidir en algo: la Argentina empieza una nueva etapa. Será discutible, claro, si viene algo mejor, igual o peor. De todos modos, es decir, sin o con ballottage, se tratará sin dudas de algo novedoso.
¿O no sería novedoso haber decidido que desde el 10 de diciembre nos gobernará una mujer, que además es la mujer de quien nos gobierna desde 2003?
¿O no sería novedoso que hubiera segunda vuelta entre dos mujeres de la misma generación y tan diferentes carismas, creencias, discursos y estéticas?
¿O no sería novedoso que esa segunda vuelta se diera entre una mujer y un ex ministro de su marido; o entre una mujer peronista y un caudillo peronista que se opone a un gobierno peronista?
¿O no resulta novedoso (y divertido e inquietante y hasta desopilante) el solo hecho de pensar que, aunque lejanamente, Carrió, Rodríguez Saá, Lavagna, Alfonsín, López Murphy, Duhalde, Macri, Sobisch, Solanas, Ripoll, Castells y Pitrola podrían tener esta noche el primer motivo de sus vidas para evaluarse como sorpresivos aliados?
Paciencia. Sólo falta que las urnas hablen por todos nosotros.
Por lo pronto, ansiosos como nunca, Néstor y Cristina Kirchner pasaron la noche en Río Gallegos, listos para levantarse esta mañana, asearse, repasar las últimas encuestas, ir a votar, almorzar y volver a Olivos, a la espera de los resultados. Hoy se pone en juego, como nunca, el éxito de su experimento político.
No menos ansioso, aunque más preocupado, votará en Mendoza Julio César Cleto Cobos, el radical que acompaña a la Señora en la fórmula oficialista. Es que Cobos quiere ganar, pero, a diferencia de los Kirchner, aún no alcanza a dimensionar bien qué ganaría ganando, aparte de una campanita para que los senadores sesionen a horario.
El miércoles pasado fue un mal día para el gobernador mendocino. Soportó tres disgustos: Una vez más, el INDEC volvió de devaluar las cifras de inflación de la provincia cuyana, del 1,7% al 0,8% para septiembre.
Por la tarde, el Presidente dejó a un lado sus modales pluralistas y, en un acto con intendentes bonaerenses en Ituzaingó, exhibió su hilacha peronista al extremo. Llamó a la reconstrucción del PJ, como eje de la actividad poselectoral; convocó a recuperar las banderas justicialistas durante el eventual futuro mandato de su esposa. Hubo silbidos para los radicales K.
Por la noche, corrió más fuerte que nunca el rumor de que la Casa Rosada le restaría apoyo al candidato de Cobos para sucederlo en Mendoza (el radical César Biffi), para sostener al postulante justicialista (el senador Celso Jaque).
Si bien la sangre no llegó al río, Cobos insinuó sus molestias en una entrevista con el diario español ABC. Dijo: “Los gobernadores radicales que coincidimos con este gobierno no estamos de acuerdo con todo lo que hace Kirchner. Diría que tengo un 70% de convergencia con él.”
“No comparto la metodología, Kirchner utiliza mucho el poder. En una etapa de poscrisis compartí que había que recuperar la autoridad pública, la figura presidencial. Eso Kirchner lo hizo bien, pero ahora es momento de volver a trabajar con mayor tranquilidad y comenzar a buscar mayor institucionalidad.”
“(Los K) son herméticos.”
“Falta internacionalizar y planificar la economía. Hay que sentarse en una mesa con todos y alcanzar acuerdos. El Gobierno no ha tenido visión de futuro, pero ha sido por las circunstancias en que asumió.”
Mientras el candidato a vice se despachaba con argumentos más esperables de ex correligionarios suyos, como Elisa Carrió o Ricardo López Murphy, Kirchner empezaba a desplegar un proceso acelerado de reperonización que no debería leerse sólo como mensaje de campaña. De hecho, las elecciones de hoy funcionarán, también, como la gran interna del PJ que su dispersa dirigencia evitó con premeditación y alevosía. De ella, el santacruceño piensa salir plebiscitado como estadista y como caudillo nacional.
Cobos no es su principal aliado en la patriada. Ni su mayor desvelo.
Ese papel debería adjudicársele, más bien, a Daniel Scioli. Gran parte del handicap electoral de Cristina K depende del desempeño del actual vice en las urnas bonaerenses. Semejante poder lo convierte en un temible rival a futuro, más aún si el ex motonauta se anima a utilizar como arma el odio acumulado por su amigo Eduardo Duhalde.
Se confirmó esta semana. Transversalidad y Concertación son circunstancias, nomás. Igual que Cobos, acaso.
