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Pumas in love

Sería injusto atribuir sólo a esos cuerpos musculados la fenomenal atracción que estos Pumas dispararon en las mujeres de la Patria.

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Sería injusto atribuir sólo a esos cuerpos musculados la fenomenal atracción que estos Pumas dispararon en las mujeres de la Patria. Los muchachos han sabido cómo activar un punto emotivo esencial del alma femenina mezclando dureza masculina con espontáneos arranques de ternura infantil. He ahí el secreto. Con sus cuellos de Tyson y sin falsos pudores, fueron capaces de llorar a lágrima tendida frente a las cámaras, se emocionaron con el Himno, mostraron su costado vulnerable. Eso, amigos, no falla, es irresistible. Anoten.
Los rugbiers disfrutan de ciertas ventajas frente a los demás deportistas. Son menos sectarios que los polistas aunque marcan diferencias claras con la media de los jugadores de fútbol. Ni hablemos del boxeo, muerto para la seducción desde el retiro de Monzón. Los tenistas son raros, individualistas, obsesivos de manual y los golfistas parecen amables escribanos en un día libre. No pueden competir. Los rugbiers sí que tienen mercado. Lo único que necesitaban era un golpe mediático que los llevara a las nubes. Sucedió. Jugaron bien y con el corazón. Caen simpáticos, pese a la intolerable exposición mediática. Chicos open mind, se atrevieron a mostrar su desnudez en una osada producción fotográfica. El efecto fue demoledor.
El apertura Juani Hernández, sobrino de Patricio, aquel volante de Estudiantes y River, es uno de los tres mejores jugadores del mundo. Pero si hoy tiene ganado el cielo es por ser, dicen, novio de Marcela Kloosterboer. Nada mal. Ignacio Corletto, novio de la modelo Jazmín Alcorta, ha sabido despertar fantasías importantes: un incomprobable touch and go parisino con Madonna ya se convirtió en mito. Paulina Trotz, hija del la trilliza María Laura, es la novia del juvenil Gonzalo Tiesi. Y Agustín Pichot, medio scrum, capitán y yerno soñado por Omar Hasán, pilar tucumano y barítono vocacional que este fin de semana compartió escena con Valeria Lynch, animándosele a un aria de Puccini. Cartón lleno. Nadie les pidió tanto, muchachos, pero gracias igual. Se los envidia.