Los políticos, como los magos, no pueden repetir muchas veces el mismo truco sin correr el riesgo de aburrir a los espectadores. Menem sorprendió, irritó y descolocó a muchos durante los primeros años de los 90, haciendo todo lo opuesto a lo que se esperaba previamente de él. Luego, sus acrobacias ideológicas perdieron efecto hasta transformarse en actos patéticos. La dureza de Néstor Kirchner también comenzó sorprendiendo, irritando y descolocando a muchos en los primeros años de su mandato, para terminar convirtiéndose en algo aburridamente previsible.
Pero a pesar de que ya no debería sorprender más a nadie que el Gobierno utilice la dureza como una metodología sistemática, la sociedad quedó perpleja cuando, tras el acto en Rosario, el oficialismo decidió dar por terminado el diálogo con el campo. Como si esta vez hubiera cruzado una frontera sin retorno y las consecuencias fuesen tan arriesgadas como cruzar el río Rubicón en épocas del Imperio Romano. “La suerte está echada”, habría dicho Julio César al dejar atrás la Galia Cisalpina e ingresar en terreno prohibido. Cuentan también que siempre lo acompañaba un senador, con la misión de recordarle cada vez que fuese necesario: “César, no olvides que eres mortal”.
¿Le hará falta a Néstor Kirchner un senador así? ¿Se está suicidando el ex Presidente? ¿La necesariamente compleja relación con su esposa incluirá ambivalencias autodestructivas que, proviniendo de lo emocional, escapan al mundo de lo racional? ¿Qué quiere conseguir Kirchner agudizando el conflicto con el campo? ¿Qué busca al prolongarlo? ¿Para qué hace lo que hace?
Como hace varios años, las embajadas, las filiales de multinacionales y las redacciones recibieron llamados del exterior preguntando: “¿Qué está pasando?”. Esta semana, los ámbitos políticos argentinos fueron usinas de versiones y conjeturas. Las hubo para todos los gustos.
Tesis 1. Kirchner es un “genio” de la política y está construyendo la oposición de centroderecha que necesita para quedar posicionado en el más popular y numeroso espacio de centroizquierda. Como el peronismo precisa de los “gorilas” para –por oposición– fortificar su identidad, y la derecha de Macri sólo asoma la cabeza lo menos posible, el campo sería para Kirchner el equivalente de Irak en 2004 para los republicanos. La mayoría de los ciudadanos tenía mucho que criticarle a Bush, pero “hubo” que votarlo para no favorecer a un enemigo de mayor envergadura. Una de las leyes de la sociología es que ante amenazas externas los grupos se cohesionan: un matrimonio está discutiendo, entra a su casa un ladrón, ambos se olvidan de la discusión y se unen contra el agresor.
Tesis 2. También aquí Kirchner es un “genio” de la política, porque como es imprescindible enfriar la economía usa el conflicto con el campo para enfriar el consumo, pero sin cargar con la impopularidad de ser él mismo quien lo lleve adelante, sino “la codicia de la gente del campo”. Así lograría dos objetivos en una sola acción: enfriaría, y el culpable es aquel que se le opone.
Tesis 3. Aquí el hombre ya comienza a derrapar. Como esos jugadores de fútbol que son muy eficaces en un puesto pero al tener que jugar en otra posición pasan a ser mediocres, Néstor Kirchner no es igualmente habilidoso ejecutando como presidente que a través de un doble comando. Sería como poner a Borgia de Maquiavelo. Compelido a actuar de lo que no es, aparecería un Kirchner torpe, fuera de tiempo e inimaginable meses atrás. Quienes así piensan concluyen que la suma de Cristina más Néstor Kirchner aporta menos gobernabilidad que Cristina sola, y que la Presidenta debería encontrarle pronto a su marido una actividad en el exterior (cuando se presumía que Hillary llegaría a la Presidencia, por los mismos motivos se especulaba con Bill Clinton en las Naciones Unidas).
Tesis 4. En esta hipótesis, Néstor Kirchner perdió la brújula definitivamente. Al verse enfrentado a un nivel de reprobación al que no estaba acostumbrado, y para no herir excesivamente su autoestima, el ex Presidente necesita, como mecanismo de defensa, profundizar una mirada paranoica de la realidad y descreer de aquellos datos que no confirman sus presunciones. Así, “en el acto del campo en Rosario no habría habido 200 mil personas, sino sólo 50 mil que el contubernio de la prensa con la oligarquía cuadruplicó”. Tampoco serían reales –sino “truchas”– las encuestas que muestran la caída de la aprobación de su esposa, de él mismo y de Scioli: también éstas serían parte de una operación de sus opositores. Si una persona no sintiera dolor carecería del termostato que permite, por ejemplo, sacar rápido la mano del fuego, en lugar de retirarla recién cuando comienza a arder o a echar humo. En esa situación, se podría creer, por lo menos por un tiempo, que “estamos ganando”, cuando en verdad sucede lo opuesto.
Tesis 5. Es el escenario preferido de los peronistas no K los que –comprobando una vez más que nada hay peor que una astilla del mismo palo– odian al matrimonio presidencial al punto de la venganza. Para varios de los generales del peronismo previo a 2003, Cristina Kirchner esta delarruizada: “No sabe o no puede gobernar”. Para ellos, el doble comando es asimilable a la acefalía: dos al volante producen el mismo efecto que ninguno, y el choque es inevitable. Tanto creen en ese pronóstico que ya están trabajando aceleradamente en las “oportunidades” que se encontrarán. Lo imaginan así: “A los Kirchner se les asegurará inmunidad judicial y patrimonial, a Cobos no le quedará otra alternativa que renunciar también, y asumirá Pampuro, tercero en la línea de sucesión. Si la caída de popularidad de los Kirchner no arrastrara a Scioli, se llamaría a elecciones anticipadas con él como candidato presidencial. Si Scioli no logra quedar al margen de ese tsunami, Pampuro debería continuar al frente del Ejecutivo por más tiempo, pero secundado por un gabinete de notables, en lo que sería una especie de gobierno de coalición. Cuando se les advierte que proyectan un repetición demasiado idéntica a la de la crisis de 2002, siendo las condiciones económicas actuales totalmente diferentes, argumentan: “Dos de los últimos cinco presidentes de Brasil no surgieron de las urnas (José Sarney e Itamar Franco). ¿Por qué si Brasil repitió el método, aquí no se podría?”. Y agregan que “el riesgo país actual no es inferior al de enero de 2001 y que De la Rúa también asumió con 30 mil millones de dólares de reservas en el Banco Central, pero terminaron siendo insuficientes”.
¿Otra vez sopa? La pelea de Duhalde y Menem le costó al país el atraso de más de una década: Duhalde contribuyó a carcomer los fundamentos de la convertibilidad con déficit en la Provincia de Buenos Aires, y como Presidente no sólo dejó que el péndulo fuera en sentido opuesto, sino que (¿casi con alegría?) lo impulsó en esa dirección. Luego, con Kirchner, le llegó el turno del parricidio del sucesor a Duhalde. Brasil también tuvo su “convertibilidad” uno a uno, devaluó, pidió muchos créditos al FMI y luego canceló integralmente esa deuda, pero nada de eso fue hecho con rabia o resentimiento contra el político anterior.
Nadie ganó en los enfrentamientos fratricidas: ni Kirchner, ni Duhalde, ni Menem. Ojalá todas estas tesis resulten incorrectas, y nadie –jugando con fuego– vuelva a hipotecar una década de los argentinos.