Reaparecen: sólo falta aplaudir al Dr. Chupete. La muchedumbre que ha ovacionado a la Chiche y a la Lilita entre las damas y a Solá, Urquía, y Romero entre los varones virtuosos eleva como gran esperanza blanca al grisáceo y vacilante Cobos, ex radical converso al ex kirchnerismo.
Son resultados de las aventuras del matrimonio cogobernante y del equipo que hasta hoy –martes 22 de julio– lo vino acompañando. Como siempre, el sábado los lectores sabrán más que yo, que funciono mejor en la ignorancia, mediante el recurso de apostar.
Por ejemplo, como nueve de cada diez portadores de pluma o de micrófono, apuesto a muchos cambios en el gabinete para sortear esta pequeña crisis, pero también pronostico que el gabinete resultante tendrá que ceder paso, antes del verano, a un verdadero gabinete de crisis capaz de administrar los costosos sinceramientos económico e institucional indispensables para que los funcionarios electos puedan completar su mandato.
En marzo me tocó comentar en PERFIL tres anuncios del Ejecutivo. Se trataba de un plan de seguridad vial –que hoy la evidencia accidentológica prueba que no era viable–, un proyecto de legalización del consumo personal de drogas –que la evidencia probó que no era digerible–, y el programa de retenciones, que en tanto parche para ocultar la carencia de políticas agraria, industrial, tributaria y exportadora nacía condenado al fracaso. Aquella vez introduje la metáfora del juego caracterizando a las tres medidas como “bluffs”, y semanas después insistí recordando que “los bluffs del póker de los filmes del far-west solían terminar con la mano del tahur clavada en la mesa con el puñal de sus víctimas”. Ahora el ex presidente tiene su mano clavada en la mesa de conducción del Justicialismo desde donde, apuesto, lo remitirán a Calafate a curar sus heridas, mientras desde todo el arco opositor se jura lealtad a la Presidenta y se cruzan los dedos para que nos dure y tome a su cargo la tarea sucia que algún destituyente imaginó para un golpe semiinstitucional.
La expresión “destituyente”, lanzada desde el grupo de profesores y funcionarios “Carta Abierta”, aunque no figure en el diccionario de la Real Academia, se entiende cabalmente. El grupo, animado por paleoideas, es muy proclive a los neologismos. Ahora desde Página/12 han acusado al pobre Cobos por no ser un “labdácida”. Buen fallido: “labdácida” alude la estirpe de Edipo. ¿Acaso esperaban que se uniese carnalmene a la reina, como hiciera el desdichado heredero tebano?