COLUMNISTAS
OPININ

Queda el bendito domingo

Ojalá que, cuando usted lea estas líneas, la Argentina ya haya conseguido, por sexto año consecutivo, un lugar en los cuartos de final de la Copa Davis.

Bonadeo150
Gonzalo Bonadeo |

Ojalá que, cuando usted lea estas líneas, la Argentina ya haya conseguido, por sexto año consecutivo, un lugar en los cuartos de final de la Copa Davis. Si así fuera, evítese la molestia de detenerse en este espacio, que difícilmente pueda aportarle demasiada claridad a una serie tan llena de imprevistos como la misma historia de esta fenomenal competencia.
Ya en la primera jornada sonó a excesiva la ventaja de 2 a 0 a favor de nuestro equipo. No porque no hayan sido legítimos y justos los éxitos de Acasuso y de Cañas, sino porque había sobrados motivos para ser muy conservadores a la hora de imaginar un resultado para la jornada inicial. El Chucho había jugado (y perdido) un solo partido oficial desde la final de Moscú; es decir, estaba absolutamente fuera de competencia. Y eso se notó durante un primer set que debió haber perdido de no haberse topado con un jugador que, como Stefan Koubek, hace de las dudas casi una forma de vida. Fue un triunfo en tres sets que se definió entre el 4-6 y el 8-6 del tie-break inicial. Cuatro puntos definieron ese y los dos sets siguientes... así es la Davis.
Cañas, por lejos el de mayor intensidad competitiva de todos los que jugaron en Linz (su temporada real comenzó en setiembre, es decir que está con todas las energías y las condiciones físicas y mentales intactas), apenas jugó (y perdió) un partido a nivel de ATP en más de dos años. Todo lo bueno que hizo desde que volvió de la suspensión lo consiguió jugando Challengers, es decir, torneos de inferior categoría a los que, regularmente, juega Jurgen Melzer, el mejor rankeado de la serie, a quien Guillermo también quebró con el solo hecho de ganarle el primer set. Así fue que, esa actitud enfermizamente tenaz de Cañas partió al medio las ilusiones y la inestable sutileza del austríaco. Fueron dos victorias en sets corridos que no se pronosticaban ni en la más optimista de las almohadas de la concentración argentina.

Sábado, otra historia. En ese contexto, no era demasiado complicado imaginar un Melzer abatido para jugar el dobles de ayer. Knowle, que nunca será la pieza fuerte de la pareja europea, debía cargar como mochila a su compañero, también en dobles el de mejor ubicación en el ranking. Error. Melzer casi no sufrió el golpe anímico y, salvo el bachecito del infructuoso intento de cierre del segundo set, la pareja local jugó un deporte distinto al que apenas insinuó la Argentina.
Acasuso estuvo lejos de sí mismo y, para Prieto, el orgullo de volver a la Davis terminó siendo la frustración de ver que se jugó, casi todo el tiempo, a una velocidad ajena a su repertorio. Perdimos en cuatro sets un partido que perfectamente pudo haber durado una hora menos.
Queda el bendito domingo. El que todos aspiran a jugar de relleno pero que esta vez promete convertir la Copa Davis y la primera del Clausura en algo así como el Eje del Mal de las familias argentinas. Si usted, señora, anda con ganas de resolver algún temita pendiente con su marido, aproveche para hacerlo hoy: con tal de seguir prendido a la tele, seguro que le va a dar la razón.
Situados frente a los singles de hoy, debo decirle dos cosas fundamentales:
1) La Argentina jamás perdió una serie viniendo de 2 a 0 arriba. Siempre hay una primera vez, dijeron de Borges, y se murió sin ganar el Nobel.
2) A esta hora se sabrá si el capitán argentino se decidió por Juan Martín Del Potro para reemplazar a Acasuso en el partido de primer turno con Melzer.
Este último punto generará polémicas, como siempre, según sea el resultado. Los dos, Acasuso y Del Potro, son favoritos naturales ante Melzer. Acasuso, porque es un jugador mucho más consistente y de mayor jerarquía que el austríaco, y Del Potro porque, aun con un puñado de partidos de ATP en su bolso, hoy está jugando el tenis de un número 25 del mundo. La diferencia pasará por el estado de ánimo.
El Chucho viene de un debut positivo que no jugó del todo bien y arrastra el bajón del dobles. Aunque no hayan sido partidos extensos, las emociones de dos días seguidos de Copa Davis suelen cargar los músculos y las articulaciones más que un cinco sets de seis horas. Si esto es lo que contempla Mancini, habrá un argumento más para convencerlo en arriesgar con el chico de Tandil: hacer debutar a Del Potro en un quinto punto decisivo podría exponerlo a una tensión que neutralice sus virtudes técnicas y físicas. En cambio, permitirle un estreno sabiendo que, en caso de perder, queda el recurso de Cañas y su garra blindada, puede darle a Juan Martín la chance de jugar normalmente al tenis. Y para él, jugar normalmente ante Melzer significaría sacarlo en tres o cuatro sets. Del Potro, por si no lo saben, terminará el año siendo uno de los 2 o 3 mejores argentinos del ranking... si no el mejor.

La derrota, fuera de los planes. En todo caso, ganando o perdiendo, tirar a Del Potro a los leones en el primer turno de hoy sería una muestra más de que, en un rubro en el cual nos quejamos constantemente por los técnicos o capitanes pasivos, tenemos en Mancini a un hombre que toma decisiones. Eso siempre es bueno.
Y si quedamos patas para arriba, si una vez en la vida hacemos real aquello de que no hay peor resultado que el 2 a 0, será que realmente no estamos para seguir en la lucha por el título. Algo en lo que ni ebrio ni dormido estoy dispuesto a pensar.