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Realpolitik

La cancha política argentina actual no está ordenada sobre criterios de derecha e izquierda. Los equipos que participan se parecen o diferencian, y por tanto, se aglutinan o repelen en función de los que prestan más atención a las capacidades que a las intenciones versus aquellos que se fijan más en las intenciones que en las capacidades de los demás.

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TODOS UNIDOS TRIUNFAREMOS. Borocotó y Rico: uno dio el quórum que permitió aprobar el blanqueo, el otro fue el aliado en las internas del PJ bonaerense por San Miguel.

La cancha política argentina actual no está ordenada sobre criterios de derecha e izquierda. Los equipos que participan se parecen o diferencian, y por tanto, se aglutinan o repelen en función de los que prestan más atención a las capacidades que a las intenciones versus aquellos que se fijan más en las intenciones que en las capacidades de los demás. Para los primeros, Rico o Borocotó valen por lo que suman fácticamente y no por las motivaciones que los empujan a hacer lo que hacen. Son discípulos de Maquiavelo, del cardenal Richelieu o de Otto von Bismarck, quien difundió la palabra alemana realpolitik. Quizás inspirado en el origen alemán de su propio apellido, Kirchner es uno de los mayores cultores argentinos de la realpolitik, doctrina que justifica ceder principios cuando los beneficios que se obtienen así lo requiere. Si alguna prueba más hiciera falta, comenzó la semana aliado electoralmente con Aldo Rico en las internas bonaerenses del peronismo de San Miguel, donde el ex carapintada salió airoso el domingo pasado, y la terminó logrando quórum para la dudosa aprobación en Diputados de la ley de blanqueo y moratoria, gracias al aporte del diputado Eduardo Lorenzo Borocotó. Difícil hablar de la izquierda cuando Borocotó fue electo por los partidarios del PRO y Rico fue –nada menos– el cabecilla militar que se levantó contra los juicios a los represores de la dictadura. ¿Por qué se cargó de tanta pompa el retiro del cuadro de Videla del Colegio Militar y no produce ningún vómito estar aliado al más reciente defensor de la dictadura? Von Bismarck lo explicaría fácilmente: porque sacar el cuadro de Videla no tenía ningún costo, mientras que distanciarse de Rico haría perder el aporte del peronismo del partido de San Miguel que éste preside hoy. Lo mismo sucede con los medios de comunicación; el Gobierno cuenta entre sus aliados a quienes más cerca están de reivindicar el militarismo. Ellos también son pragmáticos y sólo creen en los resultados. Si el significado a las cosas sólo se establece a través de sus consecuencias, no hay verdades a priori; todo debe ser confirmado a posteriori, o sólo hay una verdad: el “interés nacional”, la “razón de estado” o las distintas formas de explicar que el fin justifica los medios y el fin del líder es “buscar y retener el poder” (consejos de Maquiavelo en El Príncipe).
“Estoy asqueado de la especie humana”, declaró Borocotó a la agencia DyN, porque “se dice que yo di quórum pero no; hubo 129 que dieron quórum”. Médico al fin, agregó: “Es un asco perdonar a los evasores; a veces hay que cortar una pierna para salvar al enfermo”. Tanta recurrencia verbal al asco de Borocotó quizá sea un espejo proyectado por su propia sensación de culpa. Rico no tiene esas debilidades; famoso por su frase “la duda es la jactancia de los intelectuales”, él es un hombre de acción y pragmático como los del Gobierno: en griego, pragma es acción. Como las buenas intenciones nunca alcanzaron para salir airoso de las batallas, tras su triunfo del domingo pasado, Rico declaró estar conceptualmente de acuerdo con este Gobierno. Por su parte, el ideólogo de Néstor Kirchner, Carlos Kunkel, trató de justificar el enojo de activistas de derechos humanos y representantes sociales, aclarando: “Nosotros sólo apoyamos su candidatura (la de Rico) por sobre una avalada por Felipe Solá y otra por Alberto Fernández”. O sea que Solá y Alberto Fernández, quienes hasta hace un año estaban entre los dirigentes más cercanos al Gobierno, son ahora un enemigo peor que el símbolo de los carapintadas. Muy cierto aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
En los comentarios a la nota de Perfil.com titulada “Rico desató la interna en el kirchnerismo”, varios lectores se preguntaron: “¿Por qué Patti no y Rico sí?”. En un párrafo de la nota, Estela Carlotto, presidenta de Madres de Plaza de Mayo, decía: “Que Rico ocupe un cargo partidario es extraño e improcedente. Es peligroso hacerle lugar a alguien que tiene prontuario golpista y carapintada”. Por su parte, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, aseguró que el apoyo al ex militar “nos cayó muy mal” y que “algunas Madres todavía se preguntan si es cierto; no lo pueden creer”. Los líderes de movimientos sociales también expresaron su rechazo. Jorge Ceballos, quien hace días renunció a su cargo en el Gobierno por la “pejotización del kirchnerismo”, argumentó que “el PJ desvirtuó la convocatoria transformadora a la que fuimos convocados. No podemos aceptar que Rico sea parte de este proyecto”. Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, fue tajante: “No estoy de acuerdo en apoyarlo. Rico debería dar un paso al costado”.
¿Cómo es posible que se pueda seguir engañando a la gente con el mapa político que el Gobierno construye acomodando a gusto lo que es izquierda y lo que no lo es? En el libro Publicidad y democracia en la sociedad de masas, Terence Qualter explica que “los empresarios de circos comprendieron hace largo tiempo que la gente se divierte siendo engañada: saber que hay un truco no implica dejar de disfrutar con la ilusión”. Alguna otra gente no disfruta de la ilusión, porque es parte del truco. Pero ésa es la que disfruta de otros beneficios.