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Recalibrar la integración

La integración latinoamericana parecería haber perdido sentido para muchos. Sus grandilocuentes promesas suenan vanas en los oídos del ciudadano común.

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La integración latinoamericana parecería haber perdido sentido para muchos. Sus grandilocuentes promesas suenan vanas en los oídos del ciudadano común. Una rápida recorrida por la actualidad nos presenta una imagen desalentadora de aquellas plataformas regionales en las cuales participa la Argentina. El Mercosur representa un caso paradigmático en esta línea, sobre todo, si se consideran las enormes dificultades que existen en la resolución de problemas intrarregionales tales como el traspaso de la presidencia pro témpore a Venezuela y el desarrollo del comercio interno.

Sin duda alguna, muchas de las críticas expresadas por sus detractores (y también por sus defensores) son ciertamente válidas. Nadie puede desconocer los magros resultados obtenidos por el Mercosur, en particular, desde el punto de vista económico e institucional. Empero, dicha evaluación no puede ser efectuada en el vacío, sino que requiere ser considerada en el contexto político, social y económico en el cual se inserta. Es importante recordar que los procesos de integración regional se desarrollan en tiempos históricos menos inmediatos de los que los intereses de las partes parecerían necesitar.

El pasado marzo se celebraron los primeros 25 años del Mercosur. Ello no es un dato menor si tenemos en cuenta que la fuente de inspiración de la mayoría de las críticas proviene de la constante comparación con el modelo europeo que, bien vale recordar, logró consolidar su mercado común recién hacia la mitad década de 1980, es decir, treinta años después de su fundación. Por tanto, aun cuando seductoras soluciones simplistas, tales como resignarse a construir zonas de libre comercio –del estilo Alianza del Pacífico o a las actitudes derrotistas –como hablar de desintegración en el mundo– resultan extremos poco constructivos.

Nos encontramos frente a una evidente falta de creatividad para edificar propuestas intermedias entre los extremos del regionalismo cooperativo y de los esquemas supranacionales que nos permita salir de este imbroglio. Por ello, la región requiere un debate profundo en cuanto a su rol tanto interno como externo que contribuya a la elaboración de proposiciones de corto, mediano y largo plazo. En la actualidad, el estado de situación del Mercosur y de los demás procesos de integración regional se presenta más bien como un problema académico y político distante de la vida diaria del ciudadano de a pie. Es así como consideramos que la respuesta no debe tender hacia un aislacionismo, sino que es necesario tejer una mayor densidad regional que se manifieste en políticas públicas regionales concretas que impacten en la vida cotidiana de las personas: obras de infraestructura para potenciar la conectividad física, mejoras en los sistemas educativos y de salud, y facilitaciones concretas en materia migratoria y laboral, sólo para mencionar algunos ejemplos.

En tiempos de crisis es necesario arraigarse a la perspectiva. Frente a tanto clamor por “flexibilidades”, a nuestro parecer una mayor densidad regional que permita conciliar los intereses de los Estados de la región en su conjunto podría impactar positivamente en la cotidianidad de la ciudadanía y garantizar un rol relevante de la Argentina y América Latina en el mundo. Sin desconocer el temor de las elites nacionales –sobre todo brasileñas y argentinas– en torno a la idea de supranacionalidad, la edificación de un régimen institucional nacional, aunque con funciones regionales, capaz de auspiciar de contrapeso ante los naturales vaivenes de los contextos domésticos e internacionales se torna, más que nunca, fundamental. El manejo colectivo de los problemas internacionales se impone en un mundo ensimismado, disperso y fragmentado. Lejos de presentar estas ideas como definitivas, éstas no son más que la extensión de una invitación a un debate tan dificultoso como ineludible.

*Doctor en Ciencias Sociales UBA.
**Abogado. UNC y Universidad de Nottingham.