La Secretaría Académica de la Universidad de Buenos Aires ha realizado cambios en el Curso de Ingreso para la Escuela Carlos Pellegrini y el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Sucede que de las cuatro materias cuatrimestrales que tenía el curso (matemática, lengua, historia y geografía), las primeras dos pasan a ser anuales sin que se modifique la carga horaria total, mientras historia y geografía continuarán siendo cuatrimestrales.
Debido a ello, los aspirantes a ingresar a estas reconocidas instituciones cursarán ahora tres materias por cuatrimestre en el mismo tiempo que antes cursaban dos. Para lograr esto, Edith Litwin, secretaria académica de la UBA e impulsora de estos cambios, recurre a una vieja receta ya conocida por todos: el recorte.
Se recortan los contenidos, las instancias de evaluación y la cantidad de cursos dedicados a las materias cuatrimestrales.
Estudiantes y docentes se ven perjudicados.
Los primeros porque al tener menos instancias de evaluación, ante un mal desempeño en un examen, tendrán menos chance de levantar la nota, hecho que beneficia a los aspirantes que han tenido acceso a una educación previa de mayor calidad y perjudica a los que no han tenido esa oportunidad, reproduciendo, de esta manera, una desigualdad inicial.
Suponer que la excelencia de estas escuelas depende de la formación que los alumnos hayan obtenido previamente a su ingreso es agraviante y descalifica a todos aquellos que por distintas circunstancias socioculturales no acceden durante la escolaridad primaria a una educación de calidad. Los profesores también se perjudican, porque al recortarse la cantidad de cursos de historia y geografía, los docentes dedicados a ellos se quedan sin trabajo.
Otro de los cambios importantes es que se elimina la estandarización con que se venía manejando el Curso de Ingreso: las dos escuelas ofrecieron históricamente el curso (que es el mismo para ambas) con la misma rigurosidad, idénticos criterios de evaluación, carga horaria, docentes, contenidos, metodologías, programas, enfoques pedagógicos, materiales de estudio, etc.
La excelencia académica del proceso educativo no consiste en construir sujetos homogéneos a partir de la exclusión meritocrática de aquellos que menos oportunidades tienen, sino, por el contrario, en garantizar, a partir de las diferencias y desigualdades iniciales, la construcción de una sociedad igualitaria en la que el presente y el futuro sean mejores para todos los argentinos sin que nadie quede afuera.
Estos recortes en el curso de ingreso no parecen estar encaminados en ese sentido, sino todo lo contrario.
Parecen, además, motivarse en un hecho ocurrido el año pasado: durante 2008, los estudiantes que obtuvieron aproximadamente 150 puntos sobre 600 posibles en los exámenes pudieron ingresar a la Escuela Carlos Pellegrini, en tanto que el promedio histórico para entrar ronda los 300.
Dicho sea de paso, la diferencia de puntaje con que los alumnos ingresan a la institución no supone absolutamente ninguna diferencia, en términos de calidad, en la formación que esos estudiantes van a construirse en su paso por ella, pues de otra manera habría que pensar que las escuelas de la UBA tienen distintas categorías de alumnos (lo cual es una injuria), o bien que la intervención educativa de la institución no tiene ningún valor.
No podemos juzgar el nivel académico de una institución educativa por el nivel formativo con el que los alumnos ingresan, sino por el perfil de sus egresados. La escuela de excelencia es, por definición, transformadora, pero la transformación deseada no se logra recortando.
*Sociólogo, docente del Curso de Ingreso a las escuelas medias de la UBA.