COLUMNISTAS
Elecciones y pandemia

Reivindicar la democracia

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

La celebración de comicios en Ecuador, Perú y Bolivia a pesar de la grave situación provocada por el aumento de fallecidos y contagios del covid-19 representa un triunfo de la democracia en la región. En el primero se impuso Guillermo Lasso, del Movimiento CREO, sobre Andrés Arauz, del Movimiento Centro Democrático (MCD); Perú dirimirá la presidencia en el balotaje que tendrá lugar el 11 de junio entre Pedro Castillo, de Perú Libre, que obtuvo el 17%, y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, con el 11%. Las elecciones para las gobernaciones de Tarija, La Paz, Pando y Chuquisaca consagraron a coaliciones opositoras al Movimiento al Socialismo.

Las elecciones en Ecuador sobresalieron en el contexto porque fueron presentadas como un referéndum sobre el regreso de Rafael Correa, quien desde su refugio en Bélgica eligió como delfín a Andrés Arauz y participó activamente en la campaña para apuntalar la imagen de su protegido. El 47% de los votos obtenidos por MCD en la segunda vuelta, aunque no suficientes para acceder a la presidencia, confirman la vigencia del correísmo como fuerza política; en la Asamblea General tendrá 48 legisladores sobre un total de 137.

La capacidad de Guillermo Lasso de reunir el 52% de los votos después de un magro 19% en la primera vuelta podrá adjudicársele a la genialidad de Duran Barba de sugerir eslóganes optimistas pero revela también la decisión de los votantes de otras fuerzas políticas de romper con la dicotomía que está instalada en la sociedad desde 2005. Mientras CREO sumó al Partido Social Cristiano, también absorbió parte de los electores del movimiento indigenista Pachakutik e Izquierda Democrática, cada uno con 27 y 18 legisladores, que tienen una agenda de reivindicaciones sociales diferente a la del partido ganador.

El triunfo de Arauz hubiera significado una vuelta al pasado confrontativo. El elector principal, Rafael Correa, no hubiera dejado pasar la oportunidad de vengarse de sus adversarios para reclamar la absolución de la historia. Este sentimiento de volver está muy imbuido en el relato latinoamericano, y si bien correspondería a un análisis psicológico, nadie puede negar que forma parte de la esencia humana el deseo de no abandonar hasta lograr la trascendencia. Perón constituye su ejemplo más relevante.

Los caóticos resultados de las elecciones en Perú son consecuencia de la anárquica situación de los últimos años, donde la confrontación en medio de una crisis inconmensurable puso de manifiesto los intereses mezquinos de los líderes políticos. Solo el cansancio del electorado puede explicar un balotaje entre un candidato que reivindica la violencia y la heredera de Alberto Fujimori, que utilizó la corrupción y la violación de los derechos humanos para derrotar al terrorismo de Sendero Luminoso. Es posible que el espanto unifique al electorado en torno a Keiko Fujimori, dándole una oportunidad después de sus múltiples intentos para llegar a la presidencia, y que la fragmentación del Parlamento fuerce un gobierno de coalición para encontrar una salida que retome el crecimiento de los años previos a la pandemia.

Los comicios del último domingo, al igual que las elecciones de Bolivia del 18 de octubre, fueron vividos como una batalla entre “progresismo y conservadores” o “izquierda y derecha”, cuando en realidad dependen de las condiciones de cada país. El Grupo Puebla, integrado por fracasados del ayer, ha entronizado este enfrentamiento como si la homogeneidad política del continente pudiera ser la herramienta para encontrar una solución a la pobreza y la desigualdad sin preguntarse por qué las experiencias pasadas no contribuyeron a esos objetivos. Mientras se sigan priorizando las batallas ideológicas en política exterior sobre el pragmatismo, será muy difícil encontrar la concordia para encarar una agenda de trabajo consensuada que ayude a salir del marasmo en el cual la pandemia sumergió a todo el continente.

*Diplomático.

Producción: Silvina Márquez.