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Se acabó el colchón

Bernanke lo hizo. Sin vueltas, admitió la inminencia de una recesión en los EE.UU. para arrancarle a su Congreso el aval legislativo necesario para un plan de shock de corte fiscalista: alentar el consumo utilizando las pinzas gastos-ingresos que la ley y la experiencia económica le asignan a cualquier gobierno.

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Bernanke lo hizo. Sin vueltas, admitió la inminencia de una recesión en los EE.UU. para arrancarle a su Congreso el aval legislativo necesario para un plan de shock de corte fiscalista: alentar el consumo utilizando las pinzas gastos-ingresos que la ley y la experiencia económica le asignan a cualquier gobierno.
Hasta acá, nada diferente de lo que unos cuantos kilómetros más al Sur, intenta hacer el jefe de la política económica. La primera similitud es que, como en los EE.UU., no existe un “único” ministro de Economía, sino que la responsabilidad se diluye en varios funcionarios. Allá, para evitar la concentración de poder y acá, para no delegar poder fuera del círculo áulico de Balcarce 50.
Otras sutilezas: en Washington esperan apalancar la economía frenando su caída libre con recortes en impuestos por el 1% del PBI. En Buenos Aires, las medidas “fiscalistas” son gastar casi 1% del producto en el tren bala y el doble de eso en subsidios de todo tipo.

Gasto. El primer pilar de la sustentabilidad del plan, el superávit fiscal, sufre. Durante 2007, el gasto público nacional creció 47%, Los ingresos fueron $ 198.662 millones y los egresos totales, $ 172.991 millones.
Con un PBI que orillaría los $ 830.000 millones, el gasto representaría casi 28% del producto. Pero el superávit financiero cayó de $ 11.616 millones en el año anterior contra $ 9.248 millones de 2007. Positivo pero insuficiente para ahorrar en épocas de vacas gordas y comprar reservas.

Afiliados. En estos números hay algunos anabólicos. El más importante es la cifra de los traspasos de sistemas previsionales. Finalmente, la Superintendencia de AFJP informó que el total de afiliados que eligieron el sistema de reparto fue de 1,26 millón, sólo un 12% del total de afiliados del sistema de capitalización, pero un 28% del total de aportantes (los que efectivamente siguen devengando ahorros).
El ANSES ya tiene destino asegurado para los fondos que manejará, canalizándolas a inversiones “productivas”. El primer cliente en la fila es AYSA, que se llevará $ 700 millones para ampliar la sufrida red sanitaria del Gran Buenos Aires.
Con el actual nivel de tarifas o incluso con el proyectado leyendo entre líneas en los anuncios oficiales, no queda claro cómo será el repago, salvo por un oportuno aporte del Tesoro, volviendo a las fuentes del desfinanciamiento del sistema previsional argentino.
El otro pilar, el superávit comercial, también bajó 10,3% en 2007: fue de US$ 11.154 millones. Las exportaciones crecieron 20% a US$ 55.933 millones y las importaciones treparon 31% a US$ 44.780 millones.
No es ilógico: a medida que el tipo de cambio real se va revaluando frente al dólar y la economía crece, lo natural es que las compras en el exterior crezcan. Poniendo una lupa en esta tendencia, se puede ver que las exportaciones de bienes primarios crecieron 45% a US$ 12.842 millones; las manufacturas de origen agropecuario, 26% y las de origen industrial, 17%.
En cambio, la importación de bienes intermedios creció 30%; los de capital, 28%; los de consumo, 34%; los autos, 33%, y los combustibles, 64%. Queda clara la importancia del auge de los commodities en las exportaciones y una demanda recalentada en las importaciones.

Finanzas globales. Las respuestas a la crisis global difieren, pero los efectos son similares en todas partes. Los pronósticos de cómo afectará a las economías emergentes y en particular a las de América latina varían. Unos, como el banco de inversión Morgan Stanley, la minimizan argumentando que mientras siga sostenida la demanda de commodities, no se alterarán demasiado las cuentas de la región. Una proyección indica que la economía argentina hubiera crecido casi 5 puntos menos anuales de no ser por este viento de cola: 3,7% contra 8,8%, mientras que la de Brasil sólo 1,6% menos.
Chile bajó sus previsiones de crecimiento para 2008: 4,5%-5,5% en lugar del 6%; asumiendo una inflación de 4,5% en lugar de 3,1% original, ya que la de 2007 terminó casi en el nivel que la “oficial” argentina: 7,8%.
En 2007, los EE.UU. tuvieron la mayor inflación desde 1990: 4,1%, en parte por el alza de los precios en la energía y los alimentos. España sepultó sus años dorados de boom económico. La inflación en 2007 fue del 4,2%, la mayor de los últimos 12 años, y los culpables son los alimentos y los alquileres.
China decidió aplicar control de precios a algunos alimentos. Quizás llegó la hora de exportar el know-how de la fuerza de choque de Guillermo Moreno, ahora ocupado en “concertar” con la industria láctea y mirando de cerca el acoso a Shell. En la era de la globalización, no debe extrañar que, como el dulce de leche, el colectivo y la birome, también el método argento de controlar el desborde fiscal y la inflación también triunfe en el mundo.