COLUMNISTAS
UN PRIMER BALANCE MAS QUE POSITIVO

Se va haciendo camino al andar

<p>Diego Maradona apoyó sus valijas en la concentración mundialista de Pretoria con la idea de jugar con tres defensores y Jonás Gutiérrez encargado de una triple función.</p>

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Diego Maradona apoyó sus valijas en la concentración mundialista de Pretoria con la idea de jugar con tres defensores y Jonás Gutiérrez encargado de una triple función: ubicarse de “4” cuando los rivales llegaran por su lado; de “8” cuando Argentina necesitara salida por el ala derecha y de “7” cuando la jugada precise de un centro alto o bajo para la llegada de los tres delanteros (Higuaín, Tevez, Messi) y del volante del sector opuesto (Di María). Diego era (y es) absolutamente consciente de que queda con poca gente para defender. Están sólo los tres del fondo (Demichelis, Samuel/Burdisso y Heinze) y Mascherano para neutralizar al adversario en zonas convenientes. La flojedad que le advertimos a la última línea tiene que ver, básicamente, con la poca cantidad de gente para la pelea en el medio.
Lo que benefició a Argentina en estos dos partidos fue la poca capacidad de Nigeria y Corea del Sur para generar ataques de manera sostenida. Es cierto que en algún momento de ambos partidos el equipo pasó por sofocones aislados pero reales, más que nada en el partido debut. Pero fueron producto de la formación. El hecho de que Argentina –por caso, en el partido con Nigeria—creara 11 situaciones netas de gol y aun así sufriera tiene que ver con la manera en la que Maradona eligió afrontar el torneo, al menos la fase inicial. Uno podría decir, sin temor a equivocarse, que el equipo está desequilibrado. Pero es justo también decir que Diego decidió esto y siempre supo a qué se atenía. O sea, si hubiese armado un equipo con dos volantes de marca, dos laterales definidos con la marca como característica, dos centrales de roble y el conjunto aun así estuviera desequilibrado, entonces cabría una crítica acaso dura.
Maradona tomó riesgos y, por ahora, le va saliendo bien. El arco nigeriano fue bombardeado por el poder de fuego argentino. Que la pelota sólo haya entrado una vez tuvo que ver con la mala puntería y la descollante actuación de Vincent Enyeama. Corea del Sur, en cambio, abrió su grieta con un gol en contra y después, aprovechando la segunda jugada tras un centro, aumentó.

Quedémonos con la delantera, razón de vivir de esta primera formación mundialista de Maradona. En el partido con Nigeria, Pipita Higuaín se perdió un gol imposible en la primera chance de gol que tuvo en el Mundial. Messi le pintó una jugada bordada por la izquierda, le hizo una cesión de “tomá y hacelo” y el delantero del Real Madrid le puso el taco cuando había que darle con el empeine. La tiró afuera. Después, el ya mencionado Enyeama le tapó dos incursiones por el sector derecho.
Quienes seguimos el partido por tele y por Twitter, nos encontramos con opiniones condenatorias para Higuaín. Se sabe que la opinión del hincha es volátil, y más cuando se trata de la Selección en un Mundial. Ese mismo hincha sabe que en el banco está Milito, el que le metió los goles al Barcelona y al Bayern Munich en la Champions. Lo pidieron hasta el hartazgo en los días que separaron los partidos contra Nigeria y Corea del Sur. Estaban tan ciegos, que no tomaron en cuenta que Higuaín cumplió con el primer precepto, que era disponer de las situaciones de gol. Las tuvo, perdió una, el arquero le sacó dos. Pero las tuvo, el “9” apareció donde debía. Es más difícil estar en el lugar exacto que afinar la puntería. Maradona lo confirmó para el segundo compromiso. Y metió tres goles, le acertó al arco con la misma facilidad que lo muestra la TV globalizada toda la temporada jugando en el Real. Hasta que apareció otro intérprete decisivo para esta historia.

Iban 30 minutos del segundo tiempo y Argentina le ganaba a Corea del Sur 2 a 1. El partido estaba feo. No tanto por lo que los surcoreanos estaban haciendo, sino por lo que Argentina no estaba haciendo. Maradona, Enrique y Mancuso deliberaban en un costado sobre un cambio. Diego se decidió por Agüero. El Kun tiene tres inconvenientes ante la opinión pública, que debería evitar: 1) Está casado con la hija del técnico. Algún comunicador mal informado dio a entender que Kun está en el plantel por este motivo únicamente. Es un disparate propio de una mente calenturienta. Agüero juega en Primera desde los 15 años, debutó más joven que el propio Maradona. 2) No tiene pasado en Boca ni en River. Esto le juega a favor a Tevez, a Higuaín y a Palermo; a él y a Milito les juega en contra. Nunca está en los planes de los periodistas. Si uno hila fino, es probable que sea el mejor delantero que tiene la Argentina después de Messi. Pero ponerlo por encima de Tevez o Palermo en la preferencia parecería sacrílego. No lo es, realmente. Agüero es un crack. 3) Su equipo, el Atlético Madrid, no hizo una buena liga, pero ganó la UEFA Europa League y Kun tuvo una gran tarea. La ex Copa UEFA es relevante, pero no como la Champions, así que lo del Kun cayó en el olvido rápidamente.
Nada de esto le importó al delantero. Entró, tiro una pared con Messi, le hizo una devolución notable, e Higuaín la empujó al gol. Luego, otra vez Messi le dio una pelota genial. Kun no dudó. Estaba en el área y ahí, Agüero suele dudar casi nada. De primera, de sobrepique y con la cara externa de su prodigioso pie derecho, le dio un pase a la cabeza de Pipita, que marcó el cuarto. El resto fue fiesta.
El tándem Agüero-Messi está más aceitado que Tevez-Messi. Y el Kun tiene una lucidez en momentos y lugares decisivos que contrasta con algunos ratos de confusión y choque de Carlitos.
Argentina encontró su mejor sociedad de ataque. La encontró Maradona, la encontró Messi y la encontró Higuaín. El camino va haciéndose al andar. Y vamos encontrando lo que tanto buscamos: el equipo titular. En ese equipo titular, el Kun Agüero debería tener un lugar. Como lo hizo toda su vida, el sitio se lo ganó en la cancha.

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