COLUMNISTAS

Ser contra y lo subversivo del periodista

Leí en clave periodística dos libros que pasaron por mis manos esta semana. El primero: La subversión freudiana y sus consecuencias, de Osvaldo Delgado, un conocido profesor que inició una de sus cátedras, hace algunos años, con un discurso que desearía aplicar al periodismo actual argentino.

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DISTINTAS FORMAS DE CRITICA en la era kirchnerista, y dos libros: Contra los periodistas y otros contras y La subversión freudiana y sus consecuencias.

Leí en clave periodística dos libros que pasaron por mis manos esta semana. El primero: La subversión freudiana y sus consecuencias, de Osvaldo Delgado, un conocido profesor que inició una de sus cátedras, hace algunos años, con un discurso que desearía aplicar al periodismo actual argentino. Dijo: “Un psicoanálisis es una operación en contra de los modos de satisfacción de lo moral de cada época. En la época denominada Modernidad, el imperativo moral era: no goces. Estaba prohibido el goce y ven ustedes aparecer en los primeros historiales cómo el deseo busca arreglárselas con sus deseos prohibidos. En la actualidad el imperativo de la época no es no goces, sino el imperativo es: goza como imperativo. Y si no tengo entusiasmo en gozar y no tengo entusiasmo en desear lo que la cultura de la época me impone, me deprimo porque no estoy a la altura de la cultura de la época. En ese sentido, el psicoanálisis no se inscribe en ninguna moral. No es victoriano ni libertino, para utilizar los términos de la época. No está guiado por ningún ideal, sino que está guiado por una decisión ética”.
Es tan bella la definición de una profesión como “operación en contra” de las ideas dominantes de cada época, o sea contra la tendencia al pensamiento único de cada momento, que no pude resistir la tentación de aplicarla al periodismo. “Freud es un hijo subversivo del ideal de la razón”, dice el autor, y ¿qué buen periodista no subvierte el orden de lo políticamente correcto en el que le toque actuar? Freud no quería ganar el Premio Nobel de Medicina sino el de Literatura, y su mayor orgullo era haber ganado en 1930 el Premio Goethe, el de mayor prestigio literario en lengua alemana. Finalmente Goethe, entre muchas cosas, también fue periodista.

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Una forma periodística de ser “una operación en contra” del pensamiento dominante de cada momento se podría simplificar así: cuando la abrumadora mayoría de la sociedad se hizo kirchnerista –entre 2004 y 2007–, el mejor aporte que una parte del periodismo de calidad podía hacer era tomar distancia de aquella exageración y poner énfasis en mostrar las oscuridades de esa idealización, en proporción exactamente inversa a su desproporción con la realidad. Cuando, entre mediados de 2008 y 2009, sucedió lo contrario porque la mayoría de la sociedad se volvió súbitamente antikirchnerista, el aporte podía consistir en tomar distancia de esa alienación opuesta. Y si el kirchnerismo se recuperara hasta el punto de volver a convertirse en dominante, nuevamente subvertir periodísticamente su hegemonía sería un aporte al pluralismo. En la desconfianza y la rebeldía ante lo dado está la génesis de la evolución del conocimiento.

Contreras. El otro libro: Contra los periodistas y otros contras va directamente al punto. Su autor, Karl Kraus, fue un eminente intelectual contemporáneo de Freud y editor de una revista semanal de mucha influencia en la Austria de comienzos del siglo pasado: Die Fackel (La antorcha “que ilumine nuestro país, en el cual nunca, al contrario que en el de Carlos V, se alza el sol”, era su lema). En su libro, Kraus satiriza a los “contras”, tribu en la que se destacan los periodistas pero también integran otras profesiones intelectuales y artísticas.
Sus aforismos fueron célebres. Comparto con el lector sólo cinco para que tenga una muestra de su talento: “Los cuchillos dicen: ¡sin nosotros no habría jamón! Los periodistas dicen: ¡sin nosotros no habría cultura! Los gusanos dicen: ¡sin nosotros no habría cadáver!”. Otro: “Resulta difícil distinguir del fraude la autenticidad del arte. A lo sumo se reconoce el fraude en que exagera la autenticidad”. Otro más: “El periodista está estimulado por el plazo; cuando tiene tiempo, escribe peor”.
Del mal periodismo, dijo: “Aparentar tiene más letras que ser”. Y “la mano izquierda de Midas del periodismo, que cuando toca una idea ajena la transforma en opinión: ¿cómo reclamar oro robado si el ladrón sólo tiene cobre en el bolsillo?”.
Pero lo interesante es la reafirmación de la identificación entre ser periodista y ser contra, ser periodista y ser un subversivo del pensamiento dado.