Las recientes rupturas de los bloques parlamentarios del FpV a nivel nacional y bonaerense muestran que el tipo de unidad histórica –social y política– que plantearon Néstor y Cristina está crujiendo. Sucede. No son todos los que están, ni están todos los que son.
Los procesos políticos llevan a eso. Todo lo que se consolida en un momento histórico y se construye como unidad social y política con el tiempo cambia, muta, agrega, quita. Domina finalmente Marx, y todo lo sólido se desvanece en el aire. La vida.
Pasó siempre en el peronismo: el tipo de unidad que planteó Juan Perón a mediados del siglo pasado no fue el mismo que el de los años 70, y ese tipo de unidad setentista estalló en el año 1974 y no fue el mismo que se materializó con Menem en la primera etapa 1989-1995, que a su vez se transformó a partir del año 1995 y no replico el tipo de unidad política y social del año 1989.
Nos referimos al tipo de unidad social y política que acompaña a un proceso político y le da sostén, anclaje. En esta perspectiva es muy probable que el tipo de unidad social y política que planteó Néstor Kirchner y profundizó Cristina Fernández en el lapso 2003-2015 comience a mutar y cambie en otra perspectiva en esta etapa de oposición al neoliberalismo coaligado PRO-FR.
En esta dirección de análisis, recordemos que el peronismo le debe literalmente “la vida” a Néstor y Cristina. Por eso mismo dan pena los llamados “peronistas no kirchneristas” que cacarean “peronismo puro” y corren (¿a quién?) con “la doctrina”, ignorando o negando que si en el año 2003 no hubiera aparecido Néstor Kirchner, el peronismo hubiera estallado en mil pedazos. Era en la práctica una federación de partidos que no tenía unidad orgánica posible, de hecho se presentó a elecciones en abril del año 2003 dividido en tres listas irreconciliables: menemismo, kirchnerismo y peronismo histórico.
Las cosas sucedieron como ya todos sabemos en mayo del año 2003 y el peronismo hoy es kirchnerismo, porque sin la fase kirchnerista el peronismo sencillamente ya no era más. En el fondo, la discusión que persiste y está hoy agigantada en los medios opositores es si el peronismo es algo más y distinto al kirchnerismo.
Habría, para algunos políticos y teóricos, una propiedad que el peronismo tiene por sobre el kirchnerismo, y ésa es una discusión que hay que dar, porque tiene consecuencias políticas muy importantes.
Si se considera que el kirchnerismo es una etapa acotada del peronismo, que en definitiva es un despliegue histórico, político y social mayor que lo supera, se toma una determinada política coyuntural y estratégica que comienza siempre por acotar, suspender, encapsular el liderazgo de Cristina Kirchner.
Si se observa que el kirchnerismo expresa plenamente lo que inauguralmente expresaron Perón y Evita, que el kirchnerismo es, hasta hoy al menos, la modalidad histórica concreta que asume el peronismo, surge otra determinación, estratégica y coyuntural que comienza siempre por reconocer el liderazgo de Cristina sin limitaciones.
Por otra parte, en lo electoral nunca pudo ser sustentable la idea de que hay un plus del peronismo no kirchnerista por fuera del kirchnerismo “duro”; al contrario, en las últimas elecciones se mostró que esa hipótesis es falsa y en rigor cuando aparece el “peronismo” despojado de kirchnerismo también se despoja electoralmente.
Recordemos de paso que desde el punto de vista electoral, la fase kirchnerista fue la más exitosa del peronismo desde su inauguración el 24 de febrero de 1946, fecha histórica de la que este mes se conmemoran setenta años; doce años de éxitos electorales sucesivos así lo muestran.
Asumir las transformaciones inexorables en el tipo de unidad histórica, política y social del lapso 2003-2015 sin perder la vocación de mayoría, y asumiendo el rol de oposición sin medias tintas al modelo neoliberal que con gran determinación despliega hoy el gobierno nacional es el gran desafío de la etapa actual.
*Director de Consultora Equis.