Robaron el bastón presidencial del doctor Arturo Frondizi de la mismísima Casa Rosada. Robándolo, ¿qué robaron? Y recuperándolo, ¿qué se recupera? No lo que el bastón por sí mismo pueda ser: un palo de madera con un agregado más bien escaso de oro bueno. Vale por lo que simboliza, mucho más que por lo que es. Recordemos que hace unos años, y para demostrar quién mandaba de verdad en la casa, la señora Zulema Yoma retuvo consigo en la Quinta de Olivos el bastón presidencial del doctor Carlos Menem.
Peor que a Frondizi le fue al general Perón: a Perón le robaron las manos. Sin dudas en la comprensión de que Perón tenía el poder en sus manos, lo que no deja de tener sentido. Y a Eva Perón la robaron íntegra: a ella misma, toda ella, el cuerpo completo, el cadáver entero. Tal vez siguiendo una lógica similar, ¿o en definitiva no constituía ella misma un poder, ella misma el poder? Y no ya por lo que era, porque muerta no era nada; sino por lo que simbolizaba, porque muerta simbolizaba todo.
Habrá que ver a donde conducen las investigaciones sobre el robo del bastón presidencial del doctor Arturo Frondizi en la mismísima Casa Rosada. Puede que a ninguna parte, puede que a la consumada verdad. Pero todo lo que el suceso involucra (un símbolo del poder, la sede del gobierno, el sello presidencial) no puede dejar de resonar en la muerte tan reciente del doctor Raúl Alfonsín. Porque en parte las discusiones suscitadas por este hecho versan sobre lo que Alfonsín fue: si fue esto o fue aquello, si hizo esto o hizo lo otro. La discusión de fondo, sin embargo, acaso enfrente otros términos: si a Alfonsín se lo va a valorar por lo que fue y por lo que hizo, o por lo que simbolizó y simboliza.