Hace poco soñé que los principales equipos de la Argentina viajaban a Europa a jugar torneos cortos o amistosos con equipos importantes, como hace 20 años. Cuando desperté, me di cuenta de que al único al que hoy le ocurre eso es a Boca. Mientras los de Basile definían la Copa Audi con Manchester, Milan y Bayern Munich, River discutía por unos pesos en Canadá, Independiente empataba en el último minuto un amistoso con Independiente Rivadavia de Mendoza en Villa Domínico, Racing jugaba contra el combinado de Libres y San Lorenzo terminaba a las trompadas con el ignoto Atlético El General, en Colonia del Sacramento. O sea, Boca es el único que mantuvo –merced a sus logros internacionales y a jugadores que consiguieron trascender el fútbol local– aquella tradición de los clubes grandes argentinos de medirse con los europeos y saber bien dónde estamos parados.
A Basile, esta experiencia va a servirle para sacar sus primeras conclusiones. Y a nosotros también. La primera idea que se nos ocurre, es que postergará la llegada de los pibes que promovió Ischia a Primera y se la jugará con la vieja guardia (Palermo, Ibarra, Riquelme, Battaglia, Insúa, Abbondanzieri), más Gary Medel, el lateral uruguayo Adrián Gunino (de aceptable debut) y algún refuerzo más que está reclamando. Coco sueña con Bergessio. Y Boca también, porque la venta de Forlín le dejaría dinero para pagarlo o, aunque sea, intentar una operación seria. Dudo de que San Lorenzo lo refuerce a Boca de tal modo, pero dicen que “no hay peor gestión que la que no se hace”. Y por la Ribera harán un tanteo.
Boca viene de un semestre muy flojo y debe levantar el pagaré. Por cómo están dándose las cosas en el club y en el resto, es el principal candidato a ganar el Apertura. Pudo traer a dos refuerzos de categoría (Insúa y Medel), mantuvo a Ibarra, apuesta por el chico Gunino, se quedó con Cáceres y con Morel Rodríguez, tiene a Battaglia, a Riquelme, a Palermo… Pibes como Noir o Viatri ya tienen cierto recorrido en Primera, Abbondanzieri es un arquero de jerarquía, pese a algunas dudas coyunturales. Está más firme que River, por ejemplo, al que se le fue Falcao y no tiene un reemplazo. Es cierto que regresó Ortega, pero su estado físico y futbolístico es un enigma sin resolución inmediata. Habrá que ver cómo se recupera Gallardo de su operación, si Fabbiani cumple alguno de los requisitos para ser jugadores de River en serio… Pero, sea como fuere, está lejos de Boca. A Huracán se le fue Pastore, Lanús está cambiando a la mitad de su equipo titular del último certamen. Ya no están Bossio, Graieb ni Valeri, por ejemplo. Vélez, el campeón, mantuvo la base; Racing se está armando con algunos jugadores de segundo orden e Independiente no logra abrochar una negociación que permita pensar en una campaña diferente a la de la última temporada. San Lorenzo se quedó sin varias de sus figuras (Orión, Solari, Torres y podría perder a Silvera) y no alcanza a conformar un plantel similar al que tenía hace un año.
Boca, en cambio, tiene más que el resto, pero deberá demostrarlo en la cancha. Por eso Basile va a apostar. En principio, a los grandes, a tipos con experiencia. Obviamente, esto no asegura un buen rendimiento, pero Coco cree que la base que arranca va a cargarse la responsabilidad de regresar a Boca a los primeros planos. Después de un flojo primer semestre, esta vuelta a lo grande con Manchester y Milan nos hizo posar de nuevo los ojos en Boca. Hubo dudas atrás, y en ofensiva exageró en la búsqueda de la cabeza de Palermo, sobre todo en la primera parte del partido con Manchester. En cambio, tuvo buen manejo de la pelota y del trámite del partido en tramos de los dos encuentros.
Basile siempre dice que “los buenos jugadores siempre pueden jugar juntos”. Esto quedó claro cuando juntó a Caniggia, Redondo, Maradona, Balbo y Batistuta en el mismo equipo, hace 15 años. No dio los resultados esperados porque en el fútbol no existen los absolutos. Un equipo tiene determinadas necesidades y funciones. En aquella Selección del Mundial ’94, Balbo fue perjudicado por una posición retrasada que lo alejó del gol; ahora, Basile deberá trabajar para que no se superpongan Riquelme e Insúa.
Pese a que el periodismo insiste en que tienen características similares, no es así. Román y Pocho son distintos. Es real que, en determinados equipos y por separado, Insúa fue armador. Pero, sobre todo por su dinámica, Insúa es lo que los entrenadores llaman un “9 y ½”. No llega a ser 9 porque tiene un recorrido más amplio. Y no es 10 porque no es enganche clásico.
En este contexto, es perfectamente posible que Riquelme e Insúa convivan en el mismo equipo. La idea de Basile de que Pocho vaya pegado a la raya izquierda (por citar un caso, como lo hizo Gustavo López en el Independiente ’94 por la presencia dominante de Garnero en el medio) para desequilibrar en el mano a mano y meter la pelota adentro con la precisión que lo hizo en el gol al Milan, es excelente.
Pero necesita trabajo. Insúa tiene cierta tendencia a correrse al medio y allí están los dominios de Román. La superposición no es buena, aunque se trate de dos grandísimos jugadores.
El segundo Boca de 2009 está caminando. Empezó su recorrido en Europa, viendo de cerca de los grandes. Y salió bien parado. Decir que es el principal candidato a ganar el Apertura ’09 es casi una obviedad. Le sobran jugadores, camiseta y jerarquía. Hay que acomodar bien las piezas. Esa es la difícil tarea que tendrá Basile de aquí en más.