Cierra una de las semanas más críticas para el Gobierno. Por una parte, la cuestión tarifaria pasó de ser un problema técnico, a lo Aranguren, a uno completamente político y provocó un sismo en la Cámara de Diputados. El otro temblor es producido por la retirada en masa de los inversionistas golondrina y pone contra las cuerdas al modelo económico macrista.
Contragolpe. Si la semana pasada sectores de la oposición no lograban quorum para el tratamiento de proyectos alternativos sobre el aumento de las tarifas de los servicios públicos, esta semana lo lograron con holgura. ¿Qué cambió? Sin duda, la ofensiva del macrismo sobre los gobiernos provinciales y municipales para que quitaran de las boletas los impuestos en las tarifas que aplican a los residentes de sus jurisdicciones. Este pedido es de imposible cumplimiento porque para muchas provincias y municipios quitar estos impuestos significaría una especie de suicidio fiscal. En la megadepresión entre 1998 y 2002, buena parte de la población decidió que pagar las tasas locales no era una prioridad, lo que llevó a las administraciones locales a anexar dichos impuestos a las tarifas de los servicios públicos que no se pueden dejar de pagar, lo que también explica en parte la magnitud de los montos de las facturas en algunos lugares, dado que las tasas son porcentuales. Finalmente, la petición del Gobierno hizo volar por los aires el acuerdo con los gobernadores que había alcanzado en diciembre del año pasado, y se plasmó el miércoles 25 de abril en un contragolpe impensado: peronismo y kirchnerismo votando juntos en la sesión especial.
Los 29. Fueron 29 los proyectos que se presentarían sin pasar previamente por las comisiones y por tratarse “sobre tablas” debían obtener la mayoría especial de las dos terceras partes de los votos para su media sanción. Muchos eran muy parecidos entre sí, lo que habla de la falta de sincronización opositora. Algunos pedían directamente retrotraer las tarifas a una fecha anterior, otros suspender los aumentos, congelarlas, o al menos lograr excepciones. Otros proyectos de ley en cambio proponían alivianar los impuestos en alimentos de la canasta básica. Ninguno lograría los dos tercios, ni siquiera el que pedía la exención del IVA para la leche ultrapasteurizada, –allí el oficialismo podría haber marcado una diferencia, para al menos restar evidencia al mote de “nueva escribanía”–. Sin embargo, un concepto quedó establecido, la oposición unida tiene la posibilidad de complicarle la vida al Gobierno en el ámbito legislativo, situación agravada con el anticipado anuncio de retiro del tejedor de acuerdos Emilio Monzó, lo que agrega una nueva incertidumbre.
A fondo. Lejos de la época del ensayo-error y más lejos aún de la era de los consensos, Mauricio Macri se muestra con puño de hierro, totalmente decidido a llevar adelante la quita total de los subsidios a los servicios públicos con la expectativa de que hacia principios de 2019 toda esta cuestión haya quedado en el olvido. También el Presidente se muestra enojado con la sociedad a la que considera afecta al derroche, recomendando consumir menos luz y gas, rememorando los años en que Hugo Chávez recomendaba bañarse en pocos minutos.
Sin embargo, el panorama económico es sombrío para gran parte de la clase media asalariada, núcleo vital del electorado de Cambiemos, pues no solo aumentan las tarifas, los combustibles y el transporte, sino que arrastran a una cantidad de servicios adicionales como la medicina prepaga, los colegios privados y hasta aumentan los servicios online cono Netflix y Spotify que desde ahora pagan el IVA. Demás está decir que los salarios quedan lejos de una inflación anual que se resiste a bajar de los veinte puntos.
Casuística. Por otra parte, esta semana el INDEC dio algunas noticias contradictorias. La actividad económica aumentó 5,1% interanual en febrero con respecto a 2017, pero se contrajo un 0,2% en referencia al mes anterior. Cuando se profundiza en el informe el sector que más influyó en el crecimiento fue la construcción (12,7%). La obra pública es la cara keynesiana del Gobierno y se está expandiendo a una velocidad mucho mayor que el resto de la economía. No por nada Rogelio Frigerio y Guillermo Dietrich se encuentran entre los cinco funcionarios con mejor valoración ciudadana, según una encuesta de la Universidad de San Andrés. Otros datos relevantes que arrojó el INDEC esta semana fueron los costos de las canasta básica alimentaria y canasta total. De esta forma un hogar de cuatro miembros (dos adultos y dos menores) requiere de un mínimo de 7.090 pesos para no caer en la indigencia y 17.867 pesos para no ser pobre. Cifras inalcanzables para una buena parte de la población.
Para completar el panorama, el país se encuentra bajo una fuerte presión de los capitales golondrina que desarman posiciones en Lebac y buscan recomprar los dólares para trasladarse a otras zonas del mundo donde puedan operar con mayor seguridad. Esto llevó a Federico Adolfo Sturzenegger a “quemar” entre el martes y el miércoles la friolera de 2.325 millones de dólares para sostener la moneda, pero aun así no pudo impedir la devaluación del peso con todas las implicancias objetivas y subjetivas que tiene para la economía argentina. Al mismo tiempo reflotan las dudas sobre la legitimidad de los seguros de cambio virtuales que implican una reducción veloz de las reservas del Banco Central y también aparece un cono de sombras sobre las formas para afrontar las futuras necesidades de endeudamiento. No es improbable que Mauricio Macri vuelva a meditar en su descanso del Día del Trabajador sobre la actuación de varios de sus colaboradores.
La gran pregunta que surge tras este escenario económico complejo es hasta dónde llega el malestar de parte de la base electoral de Cambiemos sobre un gobierno que votaron en dos oportunidades, y cuyo líder pretende ir por la reelección. No hay una respuesta sencilla sobre esto, aunque es cierto que el apoyo al Gobierno se ha resentido de tal forma que si las elecciones fueran este domingo, Macri no estaría en condiciones de ganar en primera vuelta. Pero, para alivio del oficialismo, hoy por hoy los posibles votos fugados no encuentran candidatos de reemplazo. Y por supuesto, las elecciones no son el próximo domingo, sino dentro de unos quince meses, y en ese tiempo en Argentina puede pasar de todo. Una verdad inapelable.
*sociólogo (@cfdeangelis)