La crisis financiera fue una tragedia y creo que fue consecuencia de una crisis política y económica que se venía gestando en los años previos. Naturalmente una vez desatada potenció el deterioro político y económico. El contexto mundial fue muy adverso para nuestro país en los años previos, ya que las tasas de interés habían subido mucho en EE.UU., el dólar se había fortalecido y se sucedieron la crisis asiática, la rusa y la devaluación del real y los precios de las commodities bajaron a mínimos históricos. Además, el gobierno estaba muy débil desde un punto de vista político. Bajo esas condiciones y con un sistema monetario tan rígido como la convertibilidad ningún sistema financiero hubiera podido funcionar en cualquier parte del mundo ante una salida más o menos importante de depósitos.
Muchos bancos tuvieron que cerrar por problemas de liquidez y varios bancos extranjeros se fueron del país. Se produjo la ruptura de contratos y el deterioro institucional fue de tal magnitud, que sus consecuencias en algunos casos hasta el día de hoy perduran. El sistema financiero argentino es aún muy chico, medido en préstamos en relación al PBI y también es muy pequeño el mercado de capitales. Tenemos que evitar tener desequilibrios macroeconómicos que nos generan las crisis recurrentes para que la gente ahorre en pesos en lugar de comprar dólares billete.
Fueron la gran mayoría los que se perjudicaron pero también hubo algunos que se beneficiaron. Los depositantes y los bancos fuimos los más perjudicados mientras que los deudores se beneficiaron ante la pesificación y posterior licuación de sus deudas. Hubo una transferencia regresiva y gigantesca de ingresos desde millones de depositantes a un número infinitamente menor y fuertemente concentrado en cuanto a montos de deudores. Recuerdo que antes de la crisis el patrimonio neto del sistema financiero era alrededor de 15 mil millones de dólares y en marzo del 2002 era negativo en 10 mil millones (o sea, una pérdida neta de 25 mil millones de dólares). Si bien la crisis fue sistémica y afectó a todos los bancos, grandes, chicos, privados, públicos, extranjeros y argentinos, los bancos de capital nacional fuimos los que más sufrimos. En esos momentos creo que hubo algunas actitudes irresponsables en distintos sectores del gobierno, de la política, del sector privado y también de algunos comunicadores.
Pasaron 15 años de uno de los momentos más tristes de nuestra historia como país y de mi vida profesional. En esa época me tocó presidir la Asociación de Bancos de la Argentina, que de hecho era una sola porque bajo mi presidencia logramos fusionar las asociaciones de bancos extranjeros y locales, y producto de esta alta exposición sufrí mucho, fue un alto perfil por el cargo, no fue algo buscado por mí.
Afortunadamente creo que después de muchos años, la sociedad entendió que los bancos estábamos en el medio de la tormenta, que fuimos muy golpeados por la crisis y que tenemos un rol fundamental e imprescindible para que la economía pueda funcionar y crecer.
Lo importante es aprender de las crisis para evitar repetir errores. A nivel personal y a nivel del Banco Galicia dicho aprendizaje produjo importantes cambios. En sus 111 años de vida el Banco Galicia vivió innumerables crisis económicas y financieras que afectaron al país y las superamos exitosamente. Somos optimistas en esta nueva etapa del país y queremos seguir acompañando el crecimiento del mismo.
* Presidente del Grupo Financiero Galicia.