Envalentonado por influir cada vez más en las máximas decisiones oficiales, un sector del Gobierno cree que ha dado con el talón de Aquiles de Hugo Moyano, nada menos.
Se ha dicho, hasta salió de la boca de algunos protagonistas, que la relación entre la Presidenta y el líder de la CGT es distante. Al revés de su fallecido esposo, ella ha evitado y evita todo lo que puede el contacto directo con el jefe sindical. Usualmente, los ministros Amado Boudou y Julio De Vido funcionaron como intermediarios. Cada vez menos, por distintas razones: uno porque no quiere hacerla enojar con malas noticias, el otro porque está cansado de no ser escuchado como a él le gustaría.
No hay ruptura ni tal vez la haya jamás. Pero la tensión entre ambos es evidente. De su máxima expresión se acaba de cumplir un mes. Fue cuando un exhorto judicial suizo puso la lupa en una cuenta de la empresa recolectora de basura Covelia y las presuntas vinculaciones con Moyano. El Gobierno logró frenar la ira gremial, huelga incluida, pero no la detonación de sospechas sindicales sobre ciertas responsabilidades oficialistas en el tema.
Dos funcionarios de distintas áreas confirmaron a este diario que tales sospechas tienen mucho más fundamento que el de una simple mirada conspirativa. Detallan, ellos, que los capitanes más beligerantes con el moyanismo auspician ir a fondo sobre Covelia. Uno, seguro que el más exagerado, se arriesgó a utilizar como musa inspiradora la “doctrina Capone”, en referencia al recordado capo mafioso norteamericano que fue a parar a la cárcel en los años 30 por evasión de impuestos.
Moyano, su familia y el sindicato camionero está siendo investigado judicialmente en la llamada “mafia de los medicamentos”. Por ese expediente está detenido y procesado el jefe sindical histórico de los bancarios, Juan José Zanola, y su mujer. El gremialista rural Gerónimo Venegas también estuvo a la sombra por unas horas. Decenas de obras sociales están en la mira. Por eso, según la hipótesis cristinista más guerrera, avanzar sobre Moyano en esa causa desnudaría a todo el sindicalismo. “Covelia es sólo él”, argumentan con temeridad.
No será sencillo, si es que finalmente se animan. En lo político, el viernes Moyano espera juntar en la 9 de Julio unas 500 mil personas por el Día del Trabajo. Una nueva demostración de fuerza. En lo judicial, hasta ahora sólo hay sospechas pero ninguna prueba concreta que demuestre relación entre Covelia y Moyano, más allá de las “invitaciones” camioneras sobre algunos intendentes para que contraten a esa empresa, no a otras.
Covelia tampoco se quedó quieta. Por vía legal, intimó a los diarios PERFIL, Clarín y La Nación a que cesen una supuesta “campaña periodística” en su contra, que les habría generado “graves perjuicios” en sus negocios. En nuestro caso, si la denuncia tuviera alguna apoyatura en la realidad, se trataría de una larga campaña: PERFIL publicó la primera investigación sobre Covelia hace tres años. Casualmente, la argumentación que utilizó Covelia en su embate coincide con la del abogado de Moyano, el ex juez Daniel Llermanos, en la hilarante presentación que hizo ante la Justicia tras el exhorto suizo. Pura coincidencia.