COLUMNISTAS
Discurso de borracho

Todavía brindamos

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Deseos. Ponele salud, trabajo, Justicia, educación, en ese orden o en cualquier otro. | cedoc

Bebamos. No te preguntes qué te puede brindar todavía este país. Preguntate por qué brindar todavía en este país. Vaciá la mochila de las broncas. Archivá la lista larga. Si en noches como éstas te ponés a revisar en detalle el balance, volvés a mirar la película de todo lo que pasó, escena por escena, en cámara lenta, como para dejar debidamente guardado en el disco rígido cada una de las cosas que dijeron/hicieron, el alcohol te va a hervir en la sangre. Así de recaliente, casi no vas a disfrutar a pleno de lo poco que hay, que queda, sin que tengas que pagar por eso: el desmesurado azul, la impasible luna, la suave brisa. Estás acá, vivo.

Bebamos. Relajá. Aliviá la carga. Despreocupate. El sistema operativo mantiene el olvido en suspenso hasta que es necesario recordar. Le basta enfocar la sonrisa cínica en una imagen, escuchar mentir a la figura de cera, interpretada en verso por la portavoz, leer un relato más sobre lo que pasó con el que pretenden justificar lo que pasa, saber que dictan otro fallo judicial cómplice, conocer el resultado de la investigación de un nuevo choreo, para que salte la térmica. El rapto instantáneo de furia activa la función recuperar memoria. Una ráfaga de ira sopla las brasas. El dragón es un lanzallamas de hechos.

Bebamos. La lista corta alcanza esta noche. Con saber que cada uno de ellos, de los guardados en el cuerpo, tatuados en la piel, de los escritos en las piedras, sigue ahí, todo está bien ahora. Todo es posible todavía. Esos son los que importan. Los que se ven a la sombra de la luz en la ventana, los que tiemblan en el destello fugaz de lo que estamos bebiendo, los que encienden el brillo de los ojos. A punta de navaja, el tiempo talla otra vez en el tronco, a la altura del pecho, los viejos, nuevos, nombres. Somos ellos.

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Bebamos. Cada año suma un poco de pena. Duele hasta donde hace poco no dolía. En los dedos. Como artritis en las manos. Como una soga gruesa que raspa en la garganta. Un fleje tenso en la espalda. Duele hasta mirar a veces. ¿Qué? Nada. Los lentes sobre el libro cerrado. La esquina doblada para siempre en la página ochenta y seis. El tablero de ajedrez. Las copitas de anís. Peón blanco cuatro rey. El gato dormido. La botella a medio vaciar. La calle en silencio. El aire quieto. El agujero negro se traga todo.

Bebamos. Ahora le toca a los tuyos. Esta parte es personal. Te dejo solo para que hagas tu lista corta de muertos queridos, amores cercanos, amigos lejanos. Antes o después de los mensajes en las redes sociales, una llamada para que entre a las doce allá cuando acá son las ocho, o las siete, o una que quizá llegue en la madrugada de allá para acá, el abrazo con los propios, la baba de risas contagiosas, Charly, las voces altas que no se escuchan, Calamaro. Tu copa que se alza para que la vean. Para que todos los que están ahí, en algún lugar, donde sea, sepan que los mejores deseos también van por ellos.

Bebamos. A pesar de lo que hemos visto y vivido, contra viento y marea, contra toda evidencia, hay. Aún cuando se las niegue, se las descarte por cábala, para no sufrir tanto después si no se da, siempre hay ganas de otra cosa. A solas, sin hacernos trampas al solitario, al menos por esta noche, podemos reconocerlo, aceptar que sí, que hay. ¿Quién no tiene? Aún los más incrédulos, curtidos, desilusionados, desengañados, hartos de discursos, consignas, marchas, actos, de esperar lo que nunca sucede, en algún momento admiten su lado “v”, de veremos.

Bebamos. Salvo los canallas conocidos, comprobados, la mayoría conserva en secretos rincones del alma viejos juguetes rotos, cuadernos, recortes, fragmentos de infancia, medallas, banderines, pósteres, canciones, restos de sueños adolescentes. Quién, a la hora indicada, no se aparta, se recluye un minuto a desear algo mejor para todos. Ponele salud, trabajo, Justicia, educación, en ese orden o en cualquier otro. Porque sí ¿Por qué, no? Si los elegidos/designados, los de mayor responsabilidad, jueces, maestros, empresarios, sindicalistas, funcionarios honestos, enfrentan a la mafia, ahí nomás hay un país posible.

Discurso de borracho. Brindo por eso. Bebamos.

*Periodista.