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Femicidios

Todos poco ortodoxos

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Poco ortodoxa, la miniserie de Netflix, continúa su carrera exitosa a nivel global y, en Argentina, en coincidencia con la vigencia del aislamiento social, ocupa los primeros lugares de lo más visto en  esa plataforma.

En cuatro capítulos la serie cuenta cómo una joven huye del destino que la comunidad judía ultraortodoxa a la que pertenece le tenía preparado: matrimonio arreglado, una vida dedicada al hogar y a tener la mayor cantidad de hijos posible, en un contexto de encierro donde a la mujer solo le esperan prohibiciones y sometimiento.

El éxito de la serie se debe a innumerables factores entre los que, sin duda, se destacan una tensión narrativa eficaz, como la de un buen thriller, y la identificación  más o menos universal con alguien que –como Esty, la protagonista– lucha por salir del único rol al que el mandato religioso de su comunidad la obliga. Hay una sola posibilidad de existir para esa mujer: la que se le impone. Es eso o nada. ¿Quién no se siente identificado con  alguien que se enfrenta a su deseo, lo reconoce y actúa en consecuencia? Aun cuando ese camino no sea nunca directo, ¿quién no va a desear salir de la opresión que además implica el no escucharse, el no intentar dejar lo que no se quiere?. Como agregado atractivo, la historia es una versión de un hecho real, vivido y contado por Deborah Feldman en su libro Unortodhox que, debido al éxito de la miniserie, será traducido en breve al español.

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Mientras muchos disfrutamos de la serie en pleno aislamiento social, se incrementan los femicidios. Desde que empezó la cuarentena hubo en total veintiséis femicidios de acuerdo a distintos relevamientos, y en el 45% de los casos el asesino fue la pareja de la víctima. También, obviamente, crecieron de manera alarmante (un 39% según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad) las llamadas a las líneas de ayuda por violencia de género. En tanto los delitos comunes, como robos, bajaron un 60% en la primera semana del aislamiento, según datos de la Procuración bonaerense. Pero los femicidios continúan y el encierro obligatorio agravó las situaciones de violencia contra las mujeres.

La serie que en América Latina vemos como Poco ortodoxa tiene su título original Unortodhox, palabra que en su primera acepción en el diccionario Cambridge en inglés es algo así como “diferente a lo que es usual o esperado en costumbres, ideas, métodos, etc”. ¿Y acaso no es una buena definición de lo patriarcal una reacción autoritaria a todo lo que es “diferente a lo usual o esperado”?

La matriz patriarcal se ve claramente en la serie: los hombres son la autoridad y la mujer cumple una función reproductora. No hay lugar para la independencia, el deseo ni el placer de la mujer.

Desde nuestros sillones nos indignamos con lo que está obligada a hacer la protagonista; nuestra cultura no acepta eso; de ninguna manera. ¿Y si nos miramos con ese mismo espíritu crítico, con  la misma extrañeza? ¿Con cuántas capas de encierro nos encontraremos que no nos indignan? Desde el mandato de la maternidad hasta la depilación absoluta, todo el combo de lo que se espera de una mujer son dogmas que apenas empiezan a sacudirse.  Hay un ideal al que nos tenemos que acercar si queremos pertenecer, es lo que la cultura espera de una mujer. Los femicidios son la expresión extrema: hombres que matan mujeres porque no son lo que  ellos quieren.

La ortodoxia patriarcal tiene plena vigencia. Desde Entre Ríos, el intendente de Nogoyá, Rafael Cavagna, sintetizó: “Sé que no es fácil estar conviviendo todos los días con tu señora, con los hijos, porque te cansa la situación”. Como mínimo hay que aclarar que la señora y los hijos están igual de cansados de la misma situación.

Una buena oportunidad para, en pleno aislamiento, revisar nuestras propias ortodoxias y dogmas, intentar ser un poco más libres y, sobre todo,  poco ortodoxos.

*Licenciada en Comunicación Social.