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Transferencias 3.0 y el futuro de los pagos digitales

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Pagos. El sistema financiero como lo conocemos se ve interpelado frente a la revolución digital. | shutterstock

La puja entre las finanzas tradicionales y las no tradicionales con base tecnológica no es una novedad. Sucede que el fenómeno de la transformación digital en los sistemas financieros, con las Fintech como su principal exponente, ha plagado los foros, eventos y principales academias del mundo con un sinfín de debates. Muchos de ellos, todavía muy recientes como para darles por cerrado. Sin duda, estas nuevas empresas han demostrado un mejor entendimiento y adaptación de sus productos a los consumidores financieros, amenazando en cierto sentido la posición dominante de las instituciones bancarias tradicionales.

En este complejo entramado en donde todas las dimensiones financieras se ven interpeladas, aquella de los medios de pagos se esgrime prominente por ser, a su vez, la puerta de entrada de los otros servicios financieros (financiamiento, ahorro, inversiones y seguros). En el terreno de las finanzas minoristas, esta tensión es clara. De hecho, en algunas partes del mundo donde prima la tecnología de punta y una inclusión financiera tardía como en China (donde más del 50% de los pagos son digitales, en jóvenes más del 90%, y un 86% promedio de estos se realiza con teléfonos móviles), gigantes de la industria Fintech como Alibaba y Tencent ya son utilizados para la mayor parte de las transacciones minoristas (más del 90%).

En estos casos, muchos consumidores siquiera tienen una cuenta bancaria o una tarjeta de débito o crédito vinculada a sus instrumentos de pagos, mostrando cómo las finanzas del Siglo XXI se abren camino por fuera de la banca y actores tradicionales. Caso contrario se observa en economías de desarrollo y profundidad financiera “tradicional” de larga data o temprana, como los Estados Unidos o gran parte de Europa. En estos casos, incluso aplicaciones de pago móviles como Apple Pay, Venmo u otras, están vinculadas a tarjetas o cuentas bancarias. Consecuentemente, se presenta una clara ventaja competitiva en el primer modelo dado que la cantidad de intermediarios se reduce al mínimo.

Para diagramar, en un pago tradicional todo comercio recibe el valor de su venta menos una tasa que representa el costo del banco emisor, la compañía procesadora de la tarjeta, el costo del banco en donde el comerciante tiene su cuenta y, por supuesto, el de las redes de tarjeta (Visa, Mastercard, u otra). Según cálculos de Bloomberg a mayo de este año, si las aplicaciones no bancarias obtuvieran una participación en los Estados Unidos similares a las que poseen en China, los bancos perderían unos ingresos proyectados de 43 mil millones de dólares. Mucho más si sumamos las ganancias bancarias por la administración y distribución del efectivo, uso de cajeros automáticos, cuentas corrientes, entre otros. Si las Fintech reemplazan el efectivo, pero, más importante aún, ofrecen alternativas a las cuentas bancarias o tarjetas (como se observa en China), enormes fuentes de ingreso se verán afectadas en los actores tradicionales.

En este contexto global, el directorio del Banco Central de la República Argentina aprobó el programa Transferencias 3.0 que empezará a operar a partir del 7 de diciembre. Luego de trabajar con los actores del sector privado en la construcción de consensos desde el mes de junio, este sistema de pagos nacional, abierto, eficiente e interoperable busca recrear los atributos propios del efectivo: ser barato, instantáneo e irrevocable (al realizar un pago, no puede haber una reversa como con las tarjetas).

Por detrás de este lanzamiento existen novedades cruciales para el sistema de pagos local, como la interoperabilidad de los códigos QR. En la mayor parte del planeta donde se paga con Código QR (incluso en China), el comercio debe tener impreso el código de cada Billetera (generalmente en distintos colores), y el cliente sólo puede pagar si tiene la App específica del comercio. Para Argentina, se crea la Interfaz Estandarizada de Pagos con una arquitectura abierta que permitirá interoperar entre sí a todas las cuentas, bancarias y de billeteras virtuales. Todas las billeteras leerán todos los códigos QR. A su vez, para el comercio se reducen las comisiones a un tope del 0.8% (gratis los primeros 3 meses), se amplían las alternativas de cobro (pues ahora podrá elegir el proveedor que dé mejores condiciones) y gozará de acreditación inmediata 24x7 (hoy según empresa y tarjeta puede tardar días). Adicionalmente, el programa trae novedades como nuevas condiciones de competencia entre operadores como Coelsa, Interbanking, Link y Prisma o bien una comisión variable entre emisor y aceptador de acuerdo al tipo de comercio (mayor para el segundo en pequeños comercios, buscando así incentivar adquirencia).

Pero como comenzamos diciendo, esto es un fenómeno global, en donde China probablemente muestre el caso más evolucionado (no bancario) pero no el único. De hecho, el pasado 3 de abril el Banco Internacional de Pagos informó que actualmente existen unos 55 países en el mundo que han desarrollado sistemas de pagos inmediatos, basados en infraestructuras locales. Esto último es muy relevante, pues la infraestructura cuando es local, pero incorpora actores internacionales (como las marcas de tarjetas), es lo primero en disonar. De hecho, sus principales referentes en el mundo Visa y Mastercard están siendo los principales perjudicados en esta tendencia más matizada que la china.

El rol de Visa y Mastercard en la economía global es sencillamente impresionante y, como informó The Economist el 3 de octubre, la crisis del COVID les dio un poder de mercado inaudito. Tanto es así que en distintas partes del planeta están buscando reducir su dependencia y por eso diversas economías están tratando de saltearse tener que pasar por “las tuberías” de las marcas internacionales. Buscan al menos una opción en sus sistemas de pagos con “mayor soberanía” en términos de infraestructura. Tal vez, el ejemplo más crudo sea la Iniciativa Paneuropea de Sistemas de Pago (PEPSI) impulsada por los bancos (instados por el Banco Central Europeo a crear su propio sistema de pagos), que busca procesar pagos con tarjetas y realizar transferencias de fondos y pagos móviles sin la red de Visa o Mastercard. Para más, en distintas partes del mundo estas empresas están sufriendo embestidas legales por abuso de posición dominante (Reino Unido y Estados Unidos).

En resumen, esta tendencia global a la inmediatez e infraestructuras locales se manifiesta mayormente con metodologías de pagos mediante transferencias bancarias (cuenta a cuenta), las cuales por definición saltean a las marcas, pero no a todo el sistema bancario como vimos en China. Ya sea que se tenga o no una cuenta bancaria, poder enviar y recibir dinero mediante un teléfono móvil es una clara ventaja para los usuarios, el ecosistema de pagos y la economía en general. De un modo u otro, el sistema financiero como lo conocemos (bancario y dominado por la industria de las tarjetas) se ve interpelado frente a la revolución digital de las finanzas. Restará ver cómo se desenvuelven y acomodan economías emergentes como la nuestra al fenómeno global descripto en este artículo. Por lo pronto, el próximo 7 de diciembre daremos un primer y gran paso.n

*Director Ecosistema. Programas Fintech UCA.