COLUMNISTAS
Corte Suprema

Travestismo de la vanidad

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Los cinco grandes del buen humor. No son los originales: aquí solo hay ambición. | csjn

Es un problema de edad. Las fotos de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación distribuidas en ocasión de los festejos de fin de año recuerdan  al famoso programa cómico Los cinco grandes del buen humor, que empezara allá por los años cuarenta. El grupo comenzó con el nombre La Cruzada del Buen Humor y estaba integrado por Zelmar Gueñol, Juan Carlos Cambón, Guillermo Rico y Rafael Carret y Jorge Luz. El buen humor y el éxito los convirtieron en un mito.

El grupo iniciaba sus actuaciones con una canción señalando la importancia del humor. El segundo estribillo decía “Somos todos para uno, sin condición. Somos uno para todos, sin distinción”. Los miembros de la Corte no tienen las mismas intenciones. El humor no pareciera ser su fuerte pero tampoco la unidad. La remoción de Ricardo Lorenzetti como presidente del organismo en septiembre, luego de 10 años en funciones, y su reemplazo por Carlos Rosenkrantz, desató una tormenta que afecta no solo el funcionamiento sino también las decisiones sobre los fallos.

Muchas veces los trascendidos y el trabajo de algunos periodistas interesados en promover sus columnas ayudan a generar incertidumbre y acertijos. Pero en esta oportunidad han sido los mismos miembros los que han estimulado las aprensiones. El primer round tuvo como contendientes a los  presidentes saliente y entrante. Ninguno ahorró epítetos sobre la forma de manejo del área de Comunicaciones y el Centro de Informaciones Judiciales. El clinch ante un público excitado por el cruce de los ganchos terminó con una reforma  y el nombramiento de nuevos responsables.

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El altercado fue seguido por numerosos artículos periodísticos refiriéndose al realineamiento de unos con el Gobierno y de otros con la oposición.  La nueva mayoría integrada por Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti no compartía los criterios del presidente Rosenkrantz. Elena Highton era colocada en una  posición neutra.

Estas suposiciones fueron corroboradas cuando la ahora mayoría dictó la Acordada 44 para limitar los poderes del presidente en materia de contrataciones. Esto recibió tanto espacio en la prensa como los dictámenes sobre la ley de lemas de  Santa Cruz, el índice de reajuste de los haberes jubilatorios y la interpretación de la Ley 27.362.

La disputa pareciera confirmar “dime quién maneja el presupuesto y te diré como serán los veredictos”. También aparecieron notas sobre un señor Guillermo Seita asignándole el poder de manejar las voluntades de los miembros para conformar esta división.

El libro de Daron Acemoglu y James Robinson Por qué las naciones fallan explica la importancia de las instituciones. Los países con instituciones sólidas son una garantía para los inversores y los emprendedores. La confianza es un elemento esencial para fortalecer los vínculos sociales y evitar los excesos del poder. Hubo también una vez el compromiso político de tener una Corte Suprema de Justicia que pudiera reunir esos criterios y contribuir a fortalecer la justicia. Las decisiones del presidente Néstor Kirchner en 2003 y 2004 fueron  un paso importante en ese camino. El presidente Mauricio Macri designó a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti por decreto, recurriendo a una burda interpretación de la legislación aceptada por ambos juristas para lograr meses después la aprobación por el Senado.  

Los últimos meses han significado un grave retroceso en la confianza en la posibilidad tener instituciones sólidas y honradas.  Los rumores de alineamiento político, la búsqueda de la aprobación social,  las disputas por el poder, el despecho por los cambios y las discrepancias profundas en los fallos no ayudan a atravesar la difícil coyuntura. El travestismo de Jorge Luz en los 40 constituyó una revolución, pero el travestismo político en esta época es solo una muestra de ambición y vanidad.    
 
*Embajador.