Qué bueno que el Gobierno arregló con el FMI, seguro que ahora se viene la redistribución del ingreso. Con la parte que me toca pienso irme de viaje, si no me da para rajarme afuera, al menos a Chascomús, cuestión de meter las patas en la laguna. Entre tanto, con la ilusión de un niño detrás de la vidriera de una juguetería (¡Como en la canción de Vivencia!), me ilusiono pensando en algunos libros que se publicaron en diferentes geografías, inhallables todavía en nuestras librerías vernáculas. El primero es Cocido y Violonchelo, de Mercedes Cebrián (Literatura Random House, Barcelona, 2022). Nacida en Madrid en 1971, de Cebrián leí casi todo (o mejor dicho: todo) siempre con inmenso placer. Eso todo incluye novelas, relatos, crónicas y poesía. Y, según leo en la página web del megaholding que publicó el libro, Cocido y violonchelo tendría algo de autobiográfico, en el que se entremezclarían la pasión de Cebrián por la música (en especial por el violonchelo, instrumento que estuvo estudiando los últimos años) y la gastronomía (de ahí la mención al cocido, plato madrileño si los hay). ¿Habrá edición argentina de libro? Ni idea (podría averiguarlo con solo un mail o una llamada, pero me da una fiaca tener que llamar a Penguin Random House…). Si es el caso, genial, y si no, se lo encargaré al primero de mis amigos que vaya a Madrid (es decir, a ninguno: están aún más en la pobreza que yo).
El siguiente es La révolution par l’amitié, de Dyonis Mascolo (La fabrique, París, 2022). Muerto en 1997, Mascolo es, tal vez, lo que habitualmente se llama “un escritor olvidado”. Mencionado, solo a veces, por haber sido pareja de Marguerite Duras, e íntimo amigo de Robert Antelme (la historia sentimental y política de los tres es ampliamente conocida, no hace falta que la glose) su obra es, sin embargo, crucial para pensar un comunismo no autoritario, un comunismo de lo en-común, como diría Jean-Luc Nancy. Virulentamente anti Gaullista, crítico del colonialismo francés, discreto y poco afecto a la circulación mediática, sus textos e ideas tuvieron, no obstante, una influencia secreta entre los escritores y ensayistas más interesantes de su generación. Poco traducido en castellano, libros como A la recherche d’un communisme de pensé (Fourbis, Paris, 1993) o De l’amour (Urdla éditions, Paris, 1993) son indispensables para recorrer ese camino político intelectual. Blanchot, otro viejo amigo, le dedicó un hermoso ensayo precisamente en La amistad. Por lo que leo en la página web de la editorial, La révolution par l’amitié reúne ensayos publicados entre los años ’50 y los ’80. ¿Será algún día traducido al castellano? (no lo creo, aunque quién sabe). Entre tanto, ni bien cobre -con el consabido atraso- mi salario en este prestigiosísimo bisemanario, me pondré en campaña para juntar los 15 euros, que cuesta en cualquier librería parisina.
Finalmente, veo que la buena editorial italiana Quodlibet acaba de publicar Il prezzo del messianesimo, de Jacob Taubes (obviamente traducido del alemán al italiano), en el que es asunto de Gershom Scholem (y detrás de él, por supuesto, Benjamin y Carl Schmitt). ¿Se estará por publicar en castellano o en algún idioma que me resulte más amable que el italiano? No lo se. Si no, deberé juntar 20 euros más. Estoy pensando en vender el celular para juntar la plata, total, ¿para qué lo quiero?.