Cómo llegamos a conocer un libro? ¿Cómo damos con un autor, un texto, una obra? Es una buena pregunta para la sociología de la literatura y de hecho, en la herencia de Bourdieu, hay más de un escrito sobre el tema. Recuerdo alguna vez haber leído una tesis de doctorado (de una estudiante dirigida por un profesor que a su vez había sido discípulo del propio Bourdieu… ¡Ah, la reproducción!) en la que trazaba una impresionante tipología de las formas de acceder un libro: a partir de una reseña en un diario, por el atractivo de la tapa, por haber sido publicado en una editorial prestigiosa, por el precio, por el título, por el tema, por recomendación de alguien (a su vez este punto se dividía en nuevas subtipologías sobre las distintas modos de legitimidad de acto de recomendar: por un librero, por un amigo, por un profesor) y muchos otros modos más, hasta completar las casi 500 páginas que el sistema universitario francés exige contra entrega de una tesis de doctorado. Es curioso, pero en ningún lado aparecía “por azar” (la ilusión última de la sociología es abolir el azar, lo que la pone en conflicto con la literatura, con el acertijo de Mallarmé: “Ningún golpe de dados abolirá jamás el azar”).
Lo cierto es que yo conocí la obra de Svetislav Basara un poco de casualidad (la influencia del azar siempre es así, un poco…). Hace unos meses, tenía una cita con Brigitte Bouchard, editora de la muy buena editorial canadiense de lengua francesa Les Alusifs, que estaba de pasaje en Buenos Aires. Mi intención era recomendarle a un autor argentino que extrañamente aún no está traducido, siendo que aquí es casi celebridad entre lectores, críticos y admiradoras. La cita era para un día (digamos un martes). El día anterior (el lunes) yo me encontraba por azar en el bar de una librería, cuando de repente apareció un grupo de editores extranjeros, entre los que estaba Bouchard. Así que, imprevistamente, nos pusimos a charlar, y antes de irse, sacó del bolso Perdu dans un supermarché, de Basara, y me dijo algo así como “era para otra persona, pero me parece que a vos te puede llegar a interesar”. Efectivamente, me interesó.
Svetislav Basara nació en 1953 en Bajina Basta, Serbia, y es una de los más agudos novelistas contemporáneos. Hasta donde sé, se mantiene aún inédito en castellano, aunque fue traducido a otros idiomas como el inglés y el alemán. En francés, Les Alusifs publicó tres novelas: la ya mencionada Perdu dans un supermarché, Guide de Mongolie y Le miroir fêlê. Hay en Basara un pensamiento sobre el humor, el absurdo, y el vacío que recuerda a Kakfa, pero en clave posmoderna: Kafka cruzado con Seinfeld, con las sitcom de enredos. En Guide de Mongolie un escritor –que viene de un “país de mierda”– reflexiona sobre el exotismo en el límite entre la parodia y la autoayuda (en eso se parece a Levrero). Y en Le miroir fêlê postula que el hombre no desciende del mono, sino de la nada. Y así se podrían seguir dando ejemplos, muestras de una ironía donde el centro de la narración –y del sentido– es un inmenso Big Bang, un agujero por el que se cuela toda intención positiva, cualquier vocación bienpensante. Instalado en el borde del roman philosophique, jugando siempre del lado de la farsa y lo risueño, si hay algo que caracteriza a Basara es obviamente el estilo. Una escritura zumbona, distanciada, casi fría, como si ya estuviera de vuelta de todo, como si el texto estuviera guiado por una secreta arbitrariedad. Así empieza Perdu dans un supermarché: “¿Qué sentido tiene la cronología una vez que ya pasaron las cosas? Por eso comienzo por cualquier parte: Gruber tenía tres hermanos. Ninguno de ellos tiene importancia en esta historia”. Es que la escritura de Basara se pregunta, como pocos en la literatura actual, sobre lo que es importante en un relato y lo que no. Como escribe en esa misma primera página: “Los hechos no tienen nunca importancia”.