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Un festival y una feria

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Al sur del sur las cosas suelen suceder al revés, por lo que, lejos de ser el mes más cruel, abril funciona para Buenos Aires como una especie de campana de largada del año. El jueves pasado se inauguró una nueva edición del Bafici, por lejos y por unanimidad considerado el evento cultural más importante de la Argentina. En su decimotercera temporada, la calidad y variedad de las películas programadas, y la profesionalidad y dedicación de sus organizadores (ésa que puso a Buenos Aires en el mapa de los festivales del mundo) vuelve a conjugarse para ofrecer, hasta el 17 de abril, cientos de películas que de otra manera sería sencillamente imposible ver. Todas las críticas que puedan hacérsele al festival son vanas comparadas con lo que el Bafici ofrece al público una vez al año.
Apenas terminado el festival de cine, abrirá la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en La Rural de Palermo, entre el 20 de abril y el 9 de mayo. El Bafici y la Feria del Libro son dos eventos antagónicos (el primero, dedicado a los amantes del cine que desprecian la oferta masiva de las carteleras porteñas durante el año; la segunda, una oferta masiva que suelen menospreciar los amantes de la literatura, quienes la ven como un gran mercado persa) pero, cada uno y a su modo, muy exitosos. Este año, la feria tendrá una nueva directora: la traductora, editora y gestora cultural Gabriela Adamo. Como avance de los cambios que la gestión de Adamo aportará, junto al resto de los miembros de la Fundación El Libro, está por ejemplo la creación de un salón de lectura digital dentro de la feria, donde se podrán probar los distintos dispositivos electrónicos disponibles a la fecha. Del exterior, llegarán esta vez Diedrich Diederichsen, Jean Echenoz, Margo Glantz y Jorge Edwards, entre otros. Y de las múltiples actividades destacadas, el 8 de mayo a las 18.30, Pablo Gianera, Francisco Garamona, Gustavo Nielsen, Damián Tabarovsky y Guillermo Piro participarán de una mesa en homenaje a Rodolfo Fogwill, fallecido el año pasado, titulada “Escritura y provocación”.

El de Adamo no será un debut sencillo, teniendo en cuenta la polémica que protagonizaron hace poco Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, y el escritor peruano y último Premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa. Para despistados: González sugirió en una carta que se reconsiderara la idea de que Vargas Llosa inaugurara la feria, debido a las constantes alusiones negativas con las que el peruano suele referirse al gobierno argentino. Después, el escándalo y el cruce de opiniones de uno y otro lado. Pero pocos dijeron que, en verdad, la feria se inaugurará el miércoles 20 a las 18.30 con la presencia de las autoridades políticas de siempre y dos homenajes: Germán García recordará con un texto a David Viñas, y un conjunto musical leerá e interpretará canciones de María Elena Walsh.
Al día siguiente, a la misma hora y en el Pabellón Frers, Vargas Llosa dará finalmente su discurso. Nadie conoce aún de qué hablará, pero se descuenta que ofrendará sus habituales juicios políticos. Lo que sí se sabe es que ya hay un gran interés en el acto por parte de la prensa internacional, que la charla durará alrededor de una hora, que no habrá preguntas abiertas del público ni del periodismo y que el escritor llegará en medio de un gran operativo de seguridad. La sala tiene capacidad para 800 personas, se retransmitirán sus palabras en directo a través de dos pantallas y se accederá únicamente con invitación. Todo el resto (¿habrá piquetes, escraches, comportamiento cívico o salvaje?) todavía es un enigma.

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