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Un gobierno de CEOs, harto del círculo rojo

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“El 80% de mis amigos está como loco, no paran de criticarnos”. La frase se le escuchó esta semana a uno de los referentes más notorios del gobierno de CEOs de Cambiemos, por lo que hay que entender que cuando dice “sus amigos”, está hablando de los empresarios top (el llamado “círculo rojo”) y sus dudas respecto del futuro de la administración nacional. Dudas que llegan justo en el momento en que Mauricio Macri más ha decidido exponerlos, pidiéndole que “pongan primera” con la inversión, o que “se comprometan a no despedir personal”, como forma de contrarrestar el avance de la ley antidespidos en el Congreso.
La mesa chica de Presidencia entiende que ya marcó la cancha y que es hora de que los capitalistas se la jueguen.  Según Macri, deben parecerse más a emprendedores tipo Silicon Valley, que innoven, compitan y asuman riesgo, que quizás al prototipo que representaba su padre, Franco, más habituado al cobijo del Estado como  garante de rentabilidad en los negocios. “La mayoría de estos tipos no tengas dudas que votaban a Scioli”, se sincera otro de los hombres que ve entrar y salir de su despacho a dueños de siderúrgicas, petroleros, banqueros y constructores. “Pensaban que éramos unos boludos, sin cintura política, hasta que sacamos las leyes para los buitres y dejaron de decirlo”, completa. “Ahora el discurso es que no sabemos comunicar”, enumera. “Si con lo que heredamos e hicimos, el problema es que no sabmos comunicar, estamos bárbaro”, suelta no sin algo de veneno atragantado contra sus ex pares que hoy no lo acompañan con decisión.
El sinsabor en algunos de los que hasta diciembre eran número uno en multinacionales tiene una explicación política. Aseguran que dieron el salto al sector público porque creen que, por primera vez en cien años la Argentina tiene por vía democrática un gobierno de ideario liberal con la posibilidad de quedarse varios años en el poder si consigue un objetivo: administrar el Estado de manera tal que “le mejore la vida a la gente”. Es decir, disputar la bandera de que “los mejores años siempre fueron peronistas”. “Para eso tenemos que trabajar sobre el 50% de la población que no nos ama ni nos odia”, anotan en una libreta en Balcarce 24. Así, ese 24% que votó a Macri en las primarias, consciente de lo que proponía, se extendería genuinamente (y esto ya suena a ciencia ficción) en las legislativas 2017 y más tarde en 2019.
El debate más transitado en Cambiemos es si el país puede virar de una sociedad “subsidio-dependiente” a una más competitiva. Estrictamente en el mundo de los ejecutivos de negocios: ¿hay un consenso en ese sentido? ¿El Gobierno cree que le habla a inversores en modo “competitividad Andy Freire” pero se encuentra con proveedores de la obra pública que piden ayuda en un gasoducto para comprometerse a no despedir personal?
El Gobierno en sus charlas con los dueños de empresas sólo les asegura dos zanahorias: “un derrumbe del costo de capital”, es decir, de la tasa de financiamiento para nuevos proyectos, que estará “en breve en 6%”. Y una mejora paulatina en la “competitivdad estructural” de la Argentina, para lo que, insisten los ‘funCEOnarios’, harán falta más de cuatro años.