COLUMNISTAS

Un invento muy manija

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Me entero por Daniel Link de la audacia de la Universidad de Tres de Febrero: lanzar en línea, así como otras universidades tecnológicas lanzan cohetes, un Diccionario Latinoamericano de Uso del Español. Búsquenlo así. ¿Por qué no? Los traductores nos fiamos de diccionarios de otras lenguas amparados bajo los nombres de Oxford o de Cambridge.
Pronto descubro atroces intenciones: será un diccionario de “uso” del castellano y no “de” castellano. Se trata –juzgo– de una guía para usarlo de maneras non sanctas, al menos no tan santas como para estar en otros diccionarios. No imaginen una simple recolección de argots de latinoamericanismos porque tampoco es exactamente eso. Las definiciones exponen algún descubrimiento, en vez de sólo definir alguna palabra. Así, “conchorto” significa: “Zona del cuerpo femenino compuesto por idénticas cantidades de vulva y ano. Suele ser un plano muy utilizado en las fotografías playeras que las revistas publican durante el verano, mostrando (al mismo tiempo) las dos vías del pecado cubiertas por una minúscula bikini”. Ejemplo: “Silvina Luna es conchorto de tapa”.
Las capacidades de semejante diccionario libre y popular son desorbitadas y ameritan mis ganas, respetos y temores. Hoy colaboré con una o dos palabras, pero íntimamente pensé que lo que deberíamos hacer los usuarios es inventar, inventar todo el castellano para siempre e imponérselo a tantos vecinos como hallemos.
Para ingresar palabras nuevas “no se aceptarán definiciones injuriantes o que violenten la sensibilidad de grupos étnicos, géneros, clases sociales o adhesiones políticas (se puede definir la palabra “bolita” o usarla en un ejemplo, pero no se puede usar la palabra “bolita” en una definición)”. Caramba, entonces toda palabra nueva es injuriante, ya que rasga por vez primera la corteza de otra palabra aceptada que ya no sirve más para rasparla, expandirla o anularla.
Sí; este diccionario preanuncia guerra. Y la habrá.