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Un mundo más igualitario, pero más pobre

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Carrera. La vacuna, al ritmo de la geopolítica, puede aumentar la desigualdad. | Pablo Cuarterolo

Después del paso de la pandemia, la economía global será más pequeña. Casi todas las economías del mundo verán caer su PBI per cápita en 2021, países pequeños y grandes, desarrollados y en desarrollo. No obstante, si se cumplen los últimos pronósticos del FMI (en la actualización del WEO en junio 2020), la desigualdad entre países será menor en el mundo post Covid.

Nos interesa mostrar que, a pesar de que se achiquen las economías, la dispersión entre los niveles de renta per cápita modificará su tendencia. Esto es importante porque sugiere que, más allá de la obviedad de que no hay ganadores en términos absolutos en el mundo del Covid, sí habrá diferencia en términos relativos en lo que refiere a PBI per cápita. Veámoslo con más atención.

A nivel global existió una marcada tendencia al aumento del desvío estándar del PBI per cápita desde mediados de los 80 hasta la crisis subprime. Las causas son muy discutidas, pero los datos muestran básicamente que, durante su crecimiento, China y otras economías en desarrollo, principalmente del sudeste asiático, han logrado tener tasas de crecimiento muy distintas a las del resto del mundo. Como consecuencia, lograron cierto catch up con el mundo desarrollado. El nombre de economías emergentes justamente surge de este fenómeno. Son economías con rápido crecimiento y con gran velocidad en la integración al comercio mundial y a las cadenas globales de valor a través de compra de bienes y servicios.

Es interesante notar como en la crisis global anterior de 2009, la actividad en el mundo cayó al tiempo que se redujo marcadamente la desigualdad: los países ricos se hicieron relativamente más pobres que el resto del mundo. Como resultado, se produjo un fenómeno de (sigma) convergencia a nivel global: las economías avanzadas cayeron más que las emergentes y se redujo la dispersión entre los distintos pbi per capita a nivel global, llegando así a un punto relativamente más igualitario que el previo a la crisis.

En los años siguientes (2011-2019) el mundo mostró cierta estabilidad en dicha convergencia sobre los niveles de renta per cápita. Sin embargo, cuando se mira por región, esta estabilidad escondió una menor desigualdad entre las economías avanzadas y con una clara dispersión de los países asiáticos en desarrollo, producto del crecimiento de China, que a pesar de desacelerar su velocidad siguió latente.  Al final del día, la tendencia al aumento de la desigualdad a nivel global se frenó, hecho que se vio reflejado en la estabilización del desvío estándar de los PBI per cápita a nivel global. No obstante, el ´freno´ ocurrió con una dispersión 33% superior a la que existía en 1990. El mundo terminó siendo más rico y más desigual que el de aquel entonces.

Lo que muestra la situación actual es que, de manera similar a la de la última crisis global, la pandemia acentuará el proceso de convergencia incluso al interior de todas las regiones del globo. La confirmación de la hipótesis que viene sonando en distintos ámbitos sobre la aceleración de las tendencias dependerá de lo que ocurra más allá de 2021 y de la magnitud de la asistencia que el mundo desarrollado pueda brindar a los demás países en pos de atender las secuelas que deje la batalla contra el Covid.

El PBI per cápita caerá en promedio 8% en 2021 según las proyecciones del FMI, y no se lograrán recuperar los niveles de 2018-19. Por ahora, a nivel global vamos a tener un mundo con menos desigualdad, pero lamentablemente, más pobre.

¿Cómo sigue la película? La última crisis global hizo este efecto de ‘amague’ en mostrar un mundo más igualitario. Durante la recesión la distribución del ingreso a nivel global tiende a mejorar.  Pero, aunque nadie podría objetar que es un fin deseable, un mundo más igualitario no parece ser un objetivo sostenible del sistema internacional.

Los países desarrollados deberán colaborar con los países pobres y de renta media para mantener y cambiar esta tendencia. Sin embargo, no es algo que esté contemplado en los incentivos de las grandes potencias. A pesar de ello, la solidaridad puede que se torne espontáneamente.

Países del sudeste asiático siguen empujando el crecimiento a nivel global, el acercamiento a la frontera tecnológica es una tendencia inevitable. Lejos del fracaso de las instituciones como el Banco Mundial buscando equidad, esta vez el mayor crecimiento relativo de economías emergentes está haciendo este trabajo vía mercado.

No es solo China, Indonesia y algunos países del este europeo los que quieran colaborar con esta mayor igualdad. Por un lado, estas economías cuando crecen cambian los precios relativos a nivel global beneficiando a los países más atrasados. Estratégicamente o naturalmente tienden a atrasar relativamente a los países ricos y ello colabora a hacer un mundo con menos dispersión en los niveles de renta per cápita.

De ahí que en parte el gobierno americano bajo la excusa del armamiento de China le haya cambiado de estatus a Hong Kong, evitando el intercambio y acceso a tecnología. País este último por el cual se filtraba el conocimiento a nivel global. La desigualdad resurgirá en un mundo donde retroceda la globalización, países más cerrados, pero de ninguna manera es un grave freno para estas fuerzas inherentes del sistema. El conocimiento, la tecnología de producción, es un bien público y como tal es difícilmente excluyente.

Un debate que puede surgir y que servirá para marcar el ritmo de las relaciones internacionales y su consecuencia en la igualdad o no a nivel global es dónde se descubra la vacuna contra el Covid. Estados Unidos está mostrando cierta desesperación por ganar esta carrera, algo que lo pondría nuevamente en su posición de líder global, pero no está claro que vaya a ser quien triunfe. La renta monopólica de esto hará incrementar nuevamente la desigualdad.

Así como la crisis de 2009 revirtió la creciente tendencia a la desigualdad, se podría esperar que esta vez cambie el signo de los tiempos hacia un mundo más igualitario. Quizás sea una de las marcas de los signos de los nuevos tiempos.