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Un teatro nacional

Eduardo Tato Pavlovsky se murió sin haber sido estrenado en un teatro nacional.

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Eduardo Tato Pavlovsky se murió sin haber sido estrenado en un teatro nacional. Tal vez la figura más influyente de la escena nacional parecería –si nos guiamos así por las estadísticas– no haber pertenecido a esta nación. El próximo 4 de marzo, como un exorcismo, como un mantra, el Teatro Cervantes inaugura su nueva gestión con una afirmación tan lógica como inquietante: en un Integral Pavlovsky de más de 12 horas se hará la lectura completa de la obra dramática de Tato. Saldada esta deuda interna, podremos empezar a pensar qué es un teatro nacional.

Más o menos así, con esta genuina emoción y esta cálida vehemencia, Alejandro Tantanian habló más de una hora seguida sin repetirse y sin flaquear, con voz firme de mago y de hipnotizador: presentó con una coherencia inusitada los ejes de la programación de su equipo para el nuevo Teatro Nacional Cervantes en una ceremonia que convocó a buena parte de los hacedores locales, muchas veces ausentes de las típicas conferencias de prensa, reunidos en torno a la rara alegría de quien escucha sólo buenas noticias. Son varios los lemas que atraviesan el eje de esta gestión y como hace tiempo que estos asuntos no se discuten mucho en espacios públicos, la sala entera del Cervantes escuchó en asombrado silencio a este artista carismático con un plan que Edgardo Cozarinsky calificaría en redes sociales como “Un oasis de cultura en un desierto de estupidez.”

¿Qué es un teatro nacional? La pregunta no es sencilla y muchas veces fue respondida con una simplificación satisfactoria: es el teatro para los autores nacionales. (Sin Pavlovsky, por ejemplo, sin Copi). Pero se puede intentar también una respuesta sobresaliente: es el teatro que se hace en un país. Con todas las acuciantes contradicciones que esto implica.

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Yo, que estrenaré aquí por primera vez, ya que los teatros públicos de mi país suelen preferir que yo estrene fuera de él, tengo más ganas que antes de que las cosas nos salgan bien. Hay mucho en juego.