Ayer fui un hincha más. Disfruté con dos jornadas de tenis espectaculares. Muy pocas veces vi un tenis tan perfecto como el de David Nalbandian, pegándole tan bien y con tanta soltura y timming a la pelota. Vi un gran partido del Chucho Acasuso, que necesitaba un triunfo así, para creérsela, porque había tenido buenos torneos pero no un partido así, que le diera tanta confianza. Y el “Gordo” Agustín Calleri, otro jugador increíble que sacó a relucir un gran protagonismo, sacando bien en los momentos clave. Pero lo que más me llama la atención es lo unido que está el grupo, lo bien que se llevan fuera de la cancha. Y el público, que en el cuarto set del partido más díficil, contra Lleyton Hewitt, levantó al tenista argentino.
El clima también ayudó. Porque aunque a David no le conviene esta pelota tan pesada, sí les viene mejor a Chucho y al doble. Hay que tener en cuenta que la pareja australiana es de las diez mejores del mundo, pese a que ayer Arthurs no jugó nada bien y estuvo raramente falto de timming, sobre todo en los saques.
Como están dadas las cosas, el rival (temible) va a ser Rusia porque a Estados Unidos, hoy, no lo salva ni un milagro. Los europeos están en un excelente nivel. Con Marat Safin, que está volviendo a ser lo que fue, y Youzhny y Davydenko que están en momentos casi insuperables. Si vamos a Moscú va a ser un trámite muy difícil, pero los milagros existen y en la Copa Davis puede pasar cualquier cosa. Y pienso que Safin puede llegar a sentir la presión. Allá seguro que nos van a poner una cancha súper rápida, pero faltan muchos meses para que eso suceda. La Argentina tiene que preparase psicológicamente. No creo que nuestros jugadores puedan jugar torneos previos en superficies rápidas para adaptarse, porque los chicos tienen compromisos. Tampoco lo recomendaría; creo que lo mejor es seguir la vida normal, sabiendo que tienen una final en diciembre.
Sobre la conformación del equipo en la final, creo que el Luli Mancini demostró saber muchísimo. Optó por Acasuso y demostró que no se equivocó. Y armó un verdadero equipo. No como cuando a nosotros nos tocó jugar la final de 1981. No se pueden ni comparar las situaciones. No es que tenga un mal recuerdo de entonces. Cuando uno es protagonista, no ve lo que uno mueve. Pero nosotros no éramos un equipo, sino individualidades juntas. Nos reuníamos y punto. Era una vida muy solitaria. En la ducha estabas muy solo y es ahí cuando se te viene la noche. Yo quedaba agarrado de la regadera de la ducha, llorando. Como, por ejemplo, en la semifinal que perdimos contra Checoslovaquia.
O cuando perdimos la final, que me fui a la habitación solo. Y, al día siguiente, había que hacer las maletas e irse a un nuevo torneo, como si nada hubiera pasado. Creo que era una vida más sacrificada que ahora. No había celulares, Internet, ni ninguno de los beneficios de la globalización. Era una vida muy solitaria.
Creo que la misma alta competencia fue la que nos llevó a sufrir estas cosas con Guillermo y tener las peleas que tuvimos. Pero de todos modos, en la Copa sabíamos que cada uno tenía que hacer sus cosas y ganar el punto que cada uno jugaba. Después, en la ducha, en el desayuno, en el almuerzo y en la cena, cada uno estaba por su lado y no nos hablábamos siquiera.
Pero no me puedo quejar. Jugaba contra McEnroe, un grande como singlista, y que junto con Fleming conformaba el mejor doble del mundo. Vilas y yo éramos el cuatro y el cinco del mundo. Pero, increíblemente, le dábamos un valor relativo.
Hoy, como espectador, la historia es otra. Pero la verdad es que por momentos se me paraba el corazón. Era un argentino más y viví cosas que no viví como tenista. Por eso necesité bajar, saludarlos y agradecerles todo lo que hacen.
Hace un tiempo, yo anuncié que esta camada brillante de jugadores nos iban a regalar la Copa Davis. Y creo que al final se nos va a dar. Este debería ser el año. Hay que tirar buena onda. ¡Vamos Argentina!Ayer fui un hincha más. Disfruté con dos jornadas de tenis espectaculares. Muy pocas veces vi un tenis tan perfecto como el de David Nalbandian, pegándole tan bien y con tanta soltura y timming a la pelota. Vi un gran partido del Chucho Acasuso, que necesitaba un triunfo así, para creérsela, porque había tenido buenos torneos pero no un partido así, que le diera tanta confianza. Y el “Gordo” Agustín Calleri, otro jugador increíble que sacó a relucir un gran protagonismo, sacando bien en los momentos clave. Pero lo que más me llama la atención es lo unido que está el grupo, lo bien que se llevan fuera de la cancha. Y el público, que en el cuarto set del partido más díficil, contra Lleyton Hewitt, levantó al tenista argentino.
El clima también ayudó. Porque aunque a David no le conviene esta pelota tan pesada, sí les viene mejor a Chucho y al doble. Hay que tener en cuenta que la pareja australiana es de las diez mejores del mundo, pese a que ayer Arthurs no jugó nada bien y estuvo raramente falto de timming, sobre todo en los saques.
Como están dadas las cosas, el rival (temible) va a ser Rusia porque a Estados Unidos, hoy, no lo salva ni un milagro. Los europeos están en un excelente nivel. Con Marat Safin, que está volviendo a ser lo que fue, y Youzhny y Davydenko que están en momentos casi insuperables. Si vamos a Moscú va a ser un trámite muy difícil, pero los milagros existen y en la Copa Davis puede pasar cualquier cosa. Y pienso que Safin puede llegar a sentir la presión. Allá seguro que nos van a poner una cancha súper rápida, pero faltan muchos meses para que eso suceda. La Argentina tiene que preparase psicológicamente. No creo que nuestros jugadores puedan jugar torneos previos en superficies rápidas para adaptarse, porque los chicos tienen compromisos. Tampoco lo recomendaría; creo que lo mejor es seguir la vida normal, sabiendo que tienen una final en diciembre.
Sobre la conformación del equipo en la final, creo que el Luli Mancini demostró saber muchísimo. Optó por Acasuso y demostró que no se equivocó. Y armó un verdadero equipo. No como cuando a nosotros nos tocó jugar la final de 1981. No se pueden ni comparar las situaciones. No es que tenga un mal recuerdo de entonces. Cuando uno es protagonista, no ve lo que uno mueve. Pero nosotros no éramos un equipo, sino individualidades juntas. Nos reuníamos y punto. Era una vida muy solitaria. En la ducha estabas muy solo y es ahí cuando se te viene la noche. Yo quedaba agarrado de la regadera de la ducha, llorando. Como, por ejemplo, en la semifinal que perdimos contra Checoslovaquia.
O cuando perdimos la final, que me fui a la habitación solo. Y, al día siguiente, había que hacer las maletas e irse a un nuevo torneo, como si nada hubiera pasado. Creo que era una vida más sacrificada que ahora. No había celulares, Internet, ni ninguno de los beneficios de la globalización. Era una vida muy solitaria.
Creo que la misma alta competencia fue la que nos llevó a sufrir estas cosas con Guillermo y tener las peleas que tuvimos. Pero de todos modos, en la Copa sabíamos que cada uno tenía que hacer sus cosas y ganar el punto que cada uno jugaba. Después, en la ducha, en el desayuno, en el almuerzo y en la cena, cada uno estaba por su lado y no nos hablábamos siquiera.
Pero no me puedo quejar. Jugaba contra McEnroe, un grande como singlista, y que junto con Fleming conformaba el mejor doble del mundo. Vilas y yo éramos el cuatro y el cinco del mundo. Pero, increíblemente, le dábamos un valor relativo.
Hoy, como espectador, la historia es otra. Pero la verdad es que por momentos se me paraba el corazón. Era un argentino más y viví cosas que no viví como tenista. Por eso necesité bajar, saludarlos y agradecerles todo lo que hacen.
Hace un tiempo, yo anuncié que esta camada brillante de jugadores nos iban a regalar la Copa Davis. Y creo que al final se nos va a dar. Este debería ser el año. Hay que tirar buena onda. ¡Vamos Argentina!