La escalada con la Relatoría Especial sobre la Independencia de los Jueces y Abogados de las Naciones Unidas generó una crisis impensada en la diplomacia kirchnerista. Héctor Timerman sabe que cuestionar al FMI o al Consejo de Seguridad –dos organismos desprestigiados en los países emergentes– le permite posicionarse en la retórica del relato oficial. Pero criticar a una funcionaria que trabaja bajo la órbita del Consejo de Derechos Humanos no parece ser una tarea sencilla para el canciller de un país que hizo, precisamente, de la agenda de derechos humanos su principal baluarte internacional.
Es que si Gabriela Knaul hubiese nacido en la Argentina tendría muchas chances de ser kirchnerista y, quién sabe, hasta líder de La Cámpora. La joven relatora especial de la ONU se destacó en Brasil por ser una ferviente defensora de los derechos humanos y realizó toda su carrera protegiendo las garantías de los presos carcelarios. Pero Knaul es brasileña y se encarga de señalar los gobiernos que presionan al Poder Judicial. Y en esa faena acaba de abrir un paréntesis en la relación de Argentina con las Naciones Unidas.
Diplomáticos argentinos y de la ONU reconocieron a PERFIL que la disputa generó el mayor conflicto diplomático abierto entre el organismo y la Argentina K. Por eso, en estos días, se iniciaron contactos de primer nivel para bajar la tensión que preocupa en Buenos Aires y en Nueva York, sede de la ONU.
La Relatoría Especial fue creada en 1994 atendiendo “el aumento de la frecuencia de los ataques a la independencia de los jueces, abogados y funcionarios judiciales y el vínculo que existe entre el menoscabo de las garantías del Poder Judicial y de los abogados y la gravedad y la frecuencia de violaciones de los derechos humanos”. Knaul llegó a este puesto en 2009, cuando reemplazó al argentino Leandro Despouy.
Las funciones más importantes de la relatora especial, según el propio organismo internacional, lo explica, son “identificar y registrar los atentados a la independencia del Poder Judicial”.
La pelea con Argentina se inició el 29 de abril, cuando la ONU eludió la diplomacia y, sin eufemismos, informó que exigió a la Casa Rosada “que reconsidere los proyectos de ley de reforma del Consejo de la Magistratura y de regulación de medidas cautelares en el país”. Un día más tarde, en las Naciones Unidas se emitió un comunicado más directo: “Argentina: Relatora insta a respetar la independencia del Poder Judicial”.
En esos dardos enviados desde Ginebra, donde opera la Relatoría, Knaul advirtió que “la disposición sobre la elección partidaria de los miembros del Consejo de la Magistratura es contraria al artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y a los principios básicos relativos a la independencia de la judicatura”. Y le apuntó a Cristina: “Hago un llamado a la Argentina a que establezca procedimientos claros y criterios objetivos para la destitución y sanción de jueces, y que se asegure un recurso efectivo a los jueces para impugnar dichas decisiones, en aras de salvaguardar la independencia judicial”.
Knaul posee una maestría en Derecho Público y Privado de la Universidad de San Pablo y un MBA en Gestión Judicial de la Fundación Getulio Vargas en Río de Janeiro. Es respetada en Brasil por bregar por la independencia e imparcialidad de los jueces. Algo que debería generar un nuevo choque, esta vez con su propio país, si avanza un proyecto del Partido de los Trabajadores para limitar las atribuciones del Tribunal Superior (ver aparte).
Seguramente, no evitará esa pulseada. Ya ha tenido enfrentamientos con los gobiernos de Rusia, Pakistán, Bulgaria, Colombia, México, Mozambique, Venezuela, Rumania y Honduras. Todos fueron cuestionados por avasallar la Justicia. Knaul no tiene temor. Ella puede decir que es una verdadera abogada exitosa.