En nuestros análisis previos, durante la campaña para las elecciones legislativas del domingo pasado, no teníamos una expectativa cierta de nuestras posibilidades, porque somos una fuerza nueva que irrumpe en el escenario, lo que hacía difícil prever la respuesta del electorado. Creo que, sin dudas, actuamos como el emergente de la necesidad de un sector de la sociedad, bastante importante, que parece estar harto de una apolítica plagada de dobles discursos, hipocresía, corrupción, silenciamiento de problemas y distorsiones informativas.
Desde los sectores nucleados en torno a Carta Abierta y algunas otras facciones cercanas al Gobierno, nos acusaron de que, al presentarnos a elecciones, le hacíamos el juego a la derecha porque desgastábamos al kirchnerismo. Pero nosotros creemos que la pelea contra los sectores de la derecha en Argentina supone claridad en los proyectos, conducta en los cuadros políticos, credibilidad, coherencia y transparencia. Por eso, con escasos recursos –no alcanzamos a gastar el dos por ciento de lo que gastaron las otras fuerzas en la campaña– desplazamos a Prat-Gay y a la Coalición Cívica, que hace tiempo que comenzó a girar hacia políticas más conservadoras, y quedamos a sólo seis puntos de Macri. Quiere decir que acá se pelea con proyecto claro y no con declaraciones o silenciamiento. Eso fue muy significativo.
Me da la sensación de que tenemos un doble mérito: por una parte, propuestas viables que dan cuenta de la posibilidad de una salida para el país, en el marco de una integración latinoamericana y, por otra, una caracterización de la crisis mundial no solamente económica o financiera, sino como una crisis de época, generada por los impactos de la revolución científico-tecnológica y la necesidad de establecer cambios profundos en los sistemas productivos de servicios.
El conocimiento como nuevo recurso estratégico y el debate, acerca del carácter de ese recurso, me parece que nos permitieron demostrar que irrumpíamos con un discurso riguroso y fundamentado que venía del trabajo de varios años. Da la sensación de que eso empezó a cubrir un espacio, porque algo que caracterizó a la campaña fue una larga etapa de carencia absoluta de propuestas y de debate, en una situación en la cual la magnitud de la crisis mundial obligaba a llevar adelante una discusión profunda y muy fundamentada.
Con respecto a nuestra futura relación con el Gobierno, hay que recordar que le hacemos críticas muy severas. Una cosa es que haya acuerdos puntuales sobre ciertos temas, como la ley de medios de comunicación, si se lleva adelante en función de la propuesta de 21 puntos elaborada por sectores universitarios, periodistas, y organizaciones sociales. Pero para establecer coincidencias más profundas antes necesitamos que se reorienten drásticamente ciertas políticas, como por ejemplo el tema del veto presidencial a la ley de protección de glaciares. Ese veto no es para nosotros un “error político”, es casi criminal, en la medida en que se ha permitido bajo la presión de la Barrick Cold, la empresa minera, la minería a cielo abierto, lo que supuso el envío de 37 camiones mensuales de cianuro que se vuelcan sobre agua y tierras, y 200 camiones de explosivos para tirar abajo montañas y glaciares. Y esto no es algo que vamos a aceptar.
En otro de los temas en que hemos formulado duras críticas, la política de tranporte público, en particular los trenes, creemos que es una buena señal que haya renunciado el señor Ricardo Jaime, pero lo que se necesita es hacer un cambio en la política para el sector, no es un problema de cambiar una figurita por otra y seguir con la misma política.
En síntesis, teniendo en cuenta los escasísimos recursos con los que contamos, que somos una fuerza nueva y que se adelantaron cuatro meses las elecciones, lo que afectó esquemas organizativos y posibilidades de obtener más apoyos, pensamos que nuestra perfomance se debe más que a un mérito propio, a haber interpretado una necesidad real de la sociedad.
*Socióloga. Diputada nacional electa por Proyecto Sur.