Llegamos al 14 de noviembre y el pescado sin vender. El desorden dentro de la coalición coordinado por la derrota inesperada de las PASO derivó en una tregua transitoria tras un cambio “a las piñas” de gabinete. La principal duda es, conocido el resultado definitivo el domingo y la composición resultante de ambas Cámaras legislativas, cuál será la reacción inmediata de la coalición. Y fundamentalmente cuál será la capacidad para girar e implementar un plan rápido que evite una descapitalización mayor del BCRA y ponga un techo a la brecha cambiaria y expectativas inflacionarias coordinadas frente a la pared de vencimientos con el FMI.
La falta de horizonte que venimos comentando se asemeja cada vez más a un precipicio a medida que el tiempo transcurre y los “deadline” se acercan. La escalada en la brecha cambiaria, con un dólar Senebi en $ 216, un dólar blue en $ 202 (después de haber tocado $ 207 a mediados de semana) y un dólar oficial en apenas $ 100, acelera las especulaciones respecto al manejo de la economía el día después.
En esta dirección aparecieron el viernes otra vez rumores de desdoblamiento formal del tipo de cambio como mecanismo para transitar los meses que restan hasta el acuerdo, aumentando aún más la incertidumbre sobre la hoja de ruta el día después y generando una recursividad en los análisis sobre los mecanismos de cobertura. Si la salida es vía desdoblamiento formal, al menos transitoriamente los instrumentos dólar link y los futuros reflejan menos cobertura, aún cuando la expectativa era que el dólar oficial acelere el crawling después del 14 de noviembre del 1% mensual al 2,5% / 3% y no se avance en un salto discreto sin un acuerdo detrás.
Acuerdo que insistimos debería estar cerrado antes del 22 de marzo próximo cuando vencen US$ 5.100 millones, US$ 2.900 con el FMI y otros US$ 2.200 con el Club de París que habían sido reperfilados en mayo pasado para esta fecha contra el compromiso del país de cerrar un acuerdo con el FMI.
Vale recordar que con el FMI no hay período de gracia y el no pago hace que el país incurra inmediatamente en “atrasos”, de los cuales es muy complicado salir por lo que el Gobierno, la oposición y el propio FMI tienen incentivos para buscar mecanismos que lo eviten: la pregunta es cuáles y cuán rápido.
Vale recordar también que con US$ 5.200 millones en las reservas netas (incluyendo los DEGs y el oro), con un BCRA vendiendo agresivamente en el Mercado oficial (MULC) y también para intervenir en la brecha cambiaria a través de algunos bonos (AL30 y en las últimas semanas GD30) y con los vencimientos remanentes de organismos en los próximos tres meses (incluyendo el anuncio de que se pagarían con DEGs los US$ 1.883 millones el próximo 22 de diciembre), las reservas netas tienden a cero y no hay dólares propios para pagar. Intentar usar el swap con China o los dólares de los encajes para seguir fugando hacia adelante también tiene costos evidentes. Casi el final de una partida de ajedrez acercándose al jaque mate.
Volviendo a las recursivas propuestas sobre el desdoblamiento que aparecen cada vez que la brecha supera el 100%, valen remarcar algunos comentarios técnicos, otros que hacen a la utilidad del instrumento, y fundamentalmente otros que hacen a lo riesgoso de la propuesta para un BCRA sin reservas y con semejante concentración de vencimientos.
En primer lugar, como aclara Héctor Torres, como regla general el FMI no acepta los tipos de cambio múltiples, por lo que si es transitorio no es una opción dado que el acuerdo debería estar antes de marzo. Existe la posibilidad de que el FMI otorgue una dispensa si el desdoblamiento es temporario, su objetivo es superar una crisis de balance de pagos y el Gobierno presenta un programa para unificar los tipos de cambio, pero ninguna de estas justificaciones aplica.
Es cierto que la Argentina tiene un desdoblamiento de facto, y con una brecha cambiaria arriba del 100%, la transferencia de ingresos del exportador al importador es el principal subsidio por fuera del presupuesto que existe hoy en la Argentina. Sobre todo, cuando detrás de la brecha los precios de muchos bienes (no todos) se fijan a un dólar bien por encima del oficial, convalidando márgenes inéditos que agudizan la dispersión de precios y explicando una inflación del 50% anual con el dólar moviéndose al 1% y las tarifas literalmente congeladas. En 2015 con el dólar subiendo al 1% y las tarifas congeladas la inflación era del 1,5% mensual, no del 3,5%.
Pero el desdoblamiento formal no resuelve esta situación y, dependiendo de cómo se instrumente y de si (al igual que con los bonistas y/o el Club de París) se entra en fricción también en la negociación con el FMI, se corre el riesgo de espiralización.
A diferencia de los tipos de cambio múltiples en el pasado, hoy el mercado de activos financieros (bonos, ADR, Cedears) permiten realizar operaciones cambiarias legales por afuera del MULC. Es cierto que, para moderar la escalada, el BCRA y la Comisión Nacional de Valores (CNV) fueron poniendo regulaciones crecientes a la operatoria generando una brecha de la brecha de la brecha y así sucesivamente, cada vez poniendo límites en la operatoria con algún instrumento y en simultáneo el BCRA operando activamente tratando de fijar ese precio en forma directa y en forma indirecta vía algún arbitraje en el dólar más alto.
Al mismo tiempo, hoy el acceso al CCL / MEP en sus múltiples versiones tiene límites operativos para todas aquellas empresas y/o accionistas de empresas que operan en el MULC y también para un sinnúmero de personas que recibieron algún subsidio durante la pandemia. Es decir, la demanda de dólar CCL en un contexto de sobrante de pesos y faltante de dólares, con una tasa de la deuda en dólares arriba del 20% y una tasa de la deuda en pesos negativa, es significativamente menor a la que aparecería sin estas restricciones.
Con esto no estoy justificando las regulaciones ni la literal ruptura del mercado, simplemente recordando que éstas existen, y quienes proponen un dólar financiero sin restricciones con el nivel de incertidumbre actual, apelando a que aparecerá la oferta de privados, no están teniendo en cuenta que a los precios actuales de la brecha esta oferta ya existe, y que la demanda puede ser mucho mayor.
Dejemos de buscar recetas fáciles para resolver el entuerto creciente en el que se fue metiendo la economía por la decisión de la política de seguir procrastinando, echando la culpa al anterior. En agosto de 2023 vuelven a ser las PASO para la elección presidencial, faltan pocos meses, los costos de salida son cada vez más altos y las culpas compartidas.
*Directora ejecutiva de Eco Go Consultores.