La nada es un final pero también es un inicio. La conciencia tiene horror al vacío. |
A nivel de las propuestas, hay en la política argentina un silencio significante. Como si un gran agujero se hubiera tragado casi todo dejándonos un vacío muy difícil de completar. No habría que descartar que el crecimiento vertiginoso de la aprobación de Cristina Kirchner fuera el reflejo del terror ante ese vacío que hubo que obturar de cualquier forma para no angustiarse.
¿En qué se fundamenta el súbito y vertiginoso aumento de la aprobación de gestión de la Presidenta, si el Gobierno sigue siendo el mismo, sino en el miedo que produce la orfandad, miedo primigenio del ser humano porque ésa es la condición en la que se encuentra al nacer?
¿Qué sucedería en la política argentina si Cristina Kirchner decidiera no presentar su reelección, lo que desde el punto de vista humano podría ser muy comprensible en alguien atravesado por el dolor de su mayor pérdida y que además sintiera la tranquilidad de haber cumplido con su labor? ¿Sucedería Reutemann? ¿Sucedería Scioli? ¿Cuál es el proyecto kirchnerista?
O, igual aún, ¿qué podría suceder con el gobierno el día después de que Cristina Kirchner fuera reelecta, cuando después del triunfo emerja el “para qué”?
Una reciente encuesta hizo estas cuatro preguntas: a) ¿Cree que Cristina será candidata en 2011? b) ¿Supone que ganará las elecciones? c) ¿Usted la votaría? d) ¿Cómo cree que será su segundo mandato?
Y las respuesta fueron: el 85% cree que se presentará como candidata. El 70% le asigna muchas posibilidades de triunfo. La votaría el 40%, el 35% dice que definitivamente no lo haría y más del 20% no se define. Pero, paradójicamente, más del 50% asegura que el próximo mandato de Cristina será entre malo y regular y sólo el 20% dice que será muy bueno (el porcentaje restante no contesta).
Junto con la convicción de que Cristina Kirchner “va a ganar porque todos la van a votar” (todos son también los “otros” que son distintos a mí, que terminarán votándola por una u otra razón: inercia, falta de candidatos, lástima, etc.), los mismos ciudadanos piensan que un “tercer mandato” no sería bueno e implicaría el fin del kirchnerismo porque no tiene continuadores serios más allá de la Presidenta.
Lo que sucede con la oposición es otro fiel reflejo del vacío. Fueron tantos años de Néstor Kirchner cumpliendo el papel de imán de todas las críticas, que sin su presencia lo que queda por criticar no alcanza para aglutinar lo “no él” y darle misión a la oposición.
Un consuelo: el filósofo francés Gilles Lipovetsky definió nuestra época posmoderna como “la era del vacío”.
El hueco del vacío lleva la nada adentro. Al vacío lo entendemos como falto de contenido, lo no ocupado, o sea, el cero absoluto. Pero para la física hay grados de vacío y es también un lugar donde hay baja energía o densidad. Quizá esta visión se aplique mejor para la política.
Vacío refiere también a ausencia. A vacíos que se sienten, y generalmente son insoportables y generadores de los peores desórdenes emocionales. La incertidumbre genera vacío. La falta de significado también produce vacío, como el sinsentido, el despropósito y la carencia de objeto. Por ejemplo, la pérdida de la razón de ser que afecta a gran parte de la oposición tras la muerte de Kirchner. Tiene cierta lógica porque los períodos de transición generan vacío existencial
Vacío también va de la mano de un límite, el vacío es algo interno. Vacío es lo opuesto a la plenitud. El vacío es la falta de algo que debería ocupar un espacio y no lo hace, como la oposición; o dejó de hacerlo, como Néstor Kirchner con su fallecimiento.
El duelo es el proceso de elaboración de un vacío. No solamente la esposa, los familiares y los seguidores de Néstor Kirchner hacen duelo por su ausencia, también toda la oposición y la gran mayoría de los ciudadanos que lo hayan votado o no, que se le hayan opuesto o les haya resultado indiferente, porque ante la muerte inesperada todos se sintieron invadidos por la sensación de vacío que dejó un agujero. Los agujeros, en nuestra cultura, horrorizan y hay que llenarlos.