CELESTE Y BLANCO. La Presidenta entrega los sables a los egresados del Liceo Naval, y Néstor Kirchner recibe una camiseta autografiada por Maradona para su esposa. |
El Valijagate es el escándalo político de la era Kirchner que más conmovió a la opinión pública. Los anteriores nunca alcanzaron ese nivel de impacto. El caso Skanska es monumental, pero no motiva al gran público porque para seguirlo son necesarios conocimientos contables. La bolsa con dinero de Felisa Micelli en su baño es más simple y tiene una cara reconocible, pero también allí está la fuente de su evanescencia: el funcionario que ocupa el cargo de ministro de Economía no tiene poder y es casi una figura decorativa, lo echan y ya está. Lo burdo del dinero en bolsa en el baño era una demostración de su poca competencia para la función, confirmando que ella misma no era la ministra.
Cuánto desearía el Gobierno que los 800 mil dólares de la valija de Antonini Wilson hubieran sido encontrados en el baño o en la cuenta corriente de alguno de sus funcionarios (con la única excepción de De Vido y Alberto Fernández, los imprescindibles) para poder despedirlo, compensar solapadamente su silencio y dar vuelta la página.
El problema del Gobierno no son los 800 mil dólares de Antonini Wilson, porque el Valijagate no luce como un hecho aislado ni individual de un funcionario, sino como parte del sistema de cajas paralelas –de múltiples orígenes– con las que se financia la cara oscura de la política, y se integra a los casos anteriores de Skanska o la bolsa de la ex ministra.
Hoy, el diario PERFIL publica, en su suplemento El Observador, que al menos dos importantes empresas argentinas que tuvieron que aportar a la campaña presidencial de Cristina Kirchner centenas de miles de pesos cada una recibieron facturas truchas de empresas que no prestaron ningún servicio más que el de convertir el dinero blanco de la empresa aportante en dinero negro, para así poder ser utilizado (igual que en el caso Skanska). Entre quienes emitían esas facturas se encuentra una agencia de publicidad –Hougsix Production– que en poco tiempo cambió de dueños y de domicilios, siendo la que está registrada en el Boletín Oficial una dirección falsa.
Poder Ciudadano le envió al Gobierno una carta solicitando que informe por qué entre enero y junio de 2007 productoras y agencias poco conocidas como Xesalud, Rodear Producciones, Action Media, All Media, Non Stop, Per-cer y Hougsix (así aparece en el el logo, pero luego en la factura se denomina Housesix SRL) se encuentran entre “los mayores proveedores del Estado de publicidad oficial”.
También estimó Poder Ciudadano que entre lo que informó haber gastado el Frente para la Victoria en la anterior campaña presidencial y lo que surge de sus estimaciones, la brecha es de diez veces. Respecto de la última campaña presidencial, el Frente para la Victoria aún no tiene las cuentas definitivas, que enviará a la Justicia Electoral, pero calcula que gastó alrededor de 19 millones de pesos. Estimaciones independientes indican que se repiten las diferencias siderales entre lo informado y lo verdaderamente gastado.
La magnitud del daño que le produce al Gobierno el Valijagate –como hace una década fueron las valijas de Amira Yoma con Menem– no se puede explicar por el monto de ese caso puntual o por sus causas, sea cuales fueren, o por los grados de culpabilidad de los protagonistas del enredo, sino por lo que ese caso simboliza en el relato de época.
Muy consciente de ello, Néstor Kirchner dio un giro de 180 grados en sus planes de mantenerse en un segundo plano y asumió personalmente la defensa del Gobierno, mostrándose hiperquinético con una actividad pública cada día, hasta terminar la semana con Diego Maradona.
En su edición de ayer, PERFIL informó sobre la embajada paralela que De Vido montó en Caracas y mostró las oficinas que Uberti (el Nº 2 de De Vido, que venía en el avión) utilizaba en sus viajes mensuales. Uberti fue, junto a Rudy Ulloa, el recolector de fondos para la campaña Kirchner 2003. No pudo serlo en 2007, tras el escándalo, pero sí pudo ser, en la distante Río Gallegos, el jefe de la campaña del Frente para la Victoria de Santa Cruz, donde el oficialista Peralta fue elegido gobernador.
Esta vez, la caja parece ser la de Pandora.