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Verdadero o falso

El mundo de los acontecimientos ha tenido que mudarse al deporte y a los hechos policiales.

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El mundo de los acontecimientos ha tenido que mudarse al deporte y a los hechos policiales. Se entiende: la política transcurre, ante todo, como pura especulación, y la economía tanto más; la guerra se camufla de abstracción y de impersonalidad; la ciencia aporta descubrimientos que no tardan en verse desmentidos por otros descubrimientos, de signo opuesto. Los grandes sucesos, los de la épica o los de la tragedia, los hechos asombrosos o más o menos increíbles, han ido entonces a parar ahí: a las páginas de deportes y a las páginas de policiales, cuya densidad narrativa parece difícil de igualar en otros rubros.

Hace poco, por ejemplo, detuvieron al Gordo Valor. Hubo una fuga, una larga persecución de auto a auto y un tiroteo, hubo un choque contra un árbol y hubo heridos, hubo un baúl con cosas robadas. Todo parecía indicar que el servicio penitenciario había vuelto a fracasar en su función primordial, que es regenerar a los reos para permitir su reinserción social. Valor volvía a delinquir, caía otra vez en gayola. No obstante ahora se presenta a dar testimonio, y lo que declara es esto otro: que él venía tranquilito en su auto, y en eso dos delincuentes lo apuntan y se lo llevan de rehén, no sin antes cargar su ilegítimo botín en el baúl; que era la víctima de un secuestro y fue por eso (¡para avisarle!) que miró fiero a un policía en una esquina; que él manejaba pero no disparó (está probado) y que si se clavó de trompa contra un tilo fue completamente adrede, para dar lugar a la intervención de las fuerzas del orden y propiciar la captura de los malvivientes.

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Le toca a la Justicia discernir si el relato es verdadero o falso: si le van a creer o no a Luis Valor en lo que dice. A nosotros, simples lectores, sólo nos queda advertir cómo puede brotar lo extraordinario de la maraña gris de la información siempre explicada, apreciar el destello genial de la variación narrativa en el arte infinito de las versiones impensadas, y preguntarnos, una vez más, cuántas historias pueden llegar a contarse a partir de una sola y misma historia.