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Vidas de Spinoza

Hace poco una amiga nos pidió en una reunión que si nos cruzábamos con su ex novio y su nueva novia “que no le habláramos a la novia, que le hiciéramos el vacío”.

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Hace poco una amiga nos pidió en una reunión que si nos cruzábamos con su ex novio y su nueva novia “que no le habláramos a la novia, que le hiciéramos el vacío”. Los celos son, como algunos impuestos, distorsivos: se puede pensar que hay algún resto de amor cuando sólo hay posesión y narcisismo. Pero lo que quiero resaltar es que en vez de predisponernos mal contra la nueva novia de su ex pareja, uno sentía deseos de conocerla. Algo así debe haber pasado con el Baruch Spinoza en su momento. Un filósofo que, como escriben muchos de los que lo combatían, “hace mucho ruido en Europa”. La Universidad Diego Portales acaba de sacar un libro donde se compilan tres biografías de Spinoza escritas en francés traducidas a nuestra lengua por Alan Pauls. La verdad, es un libro hermoso que sirve como introducción a uno de los más grandes filósofos que existen. La primera de todas, La vida de Baruch Spinoza, de Jean Colerus, es la más extensa y llamativa.

El hombre narra la vida de Spinoza pero para defenestrarlo, supuestamente, por su filosofía atea. Pero como nuestra amiga, con las cosas que transcribe, lo único que hace es encender nuestro interés en conocer a una persona tan “satánica” según sus detractores contemporáneos: “El Diablo ha seducido a gran cantidad de hombres que parecen estar todos a su servicio y sólo se dedican a echar por tierra lo más sagrado que hay en el mundo. Pero dudo de que entre todos ellos alguno se haya forzado en destruir todo derecho humano  y divino con más eficacia que este impostor, que no tienen en vista nada que no sea la destrucción del Estado y la religión”. El Estado y la religión. Dos palabras que nunca tienen que ir juntas. Cuánto hace que un libro no es maldito en serio y produce un verdadero temor en las buenas conciencias. Porque si pasa eso, “sólo así de noche puede uno descansar”. Esto último no es de Spinoza, es de Spinetta.