Don Carlos, maestro, tanto tiempo! ¿Perdón? Creo que tocaste otro timbre... ¡Esa pinta, esa voz! ¿Usted cree que yo soy...? ¡Gardel! ¡Qué otro! ¡Nunca habrá ninguno igual! ¡Mírese! ¡Engominado como en las películas! La verdad, sería un honor, me gustaría mucho dejarme convencer de que me parezco en algo a... ¡Pero dele, don Carlos, hágame esa sonrisa cómplice!
No, no, pará, comprendo la necesidad de justificar la que se llevan con votos, pero teneme piedad, estoy muerto hace ochenta años. En todo caso, banco que me consideres, sin decirlo, un "boludo” o un “gil". Es más, si querés soy el Gardel de los boludos, pero hasta ahí. ¡No, no, no, por favor don Carlos, ¿cómo piensa que yo puedo faltarle el respeto?!
No me jodas. ¿Hace falta que te cuente? ¿Me venís a besar los pibes y a sacarte fotos y no me reconocés? Sigo vivo en las calles. Soy ese boludo de toda la vida. El que se levanta temprano para ir a laburar, el que viaja como el culo, el que no “la sabe”, el que no “zafa”, el que no conoce al ministro, ni al secretario, ni al juez, el que no tiene el celular del tipo que puede hacerle “el favor”, el que lleva los chicos a la escuela, el que cumple el horario, el que no coimea, ni soborna, el que hace la cola y va a la tribuna. Ni plan, ni subsidio tengo. ¡Mirá si seré boludo!
¡Por eso mismo! ¡Usted es Gardel! ¡Un símbolo! ¡Un ciudadano ejemplar que viene bancando este proyecto! ¡Ahora vamos por la “victoria”, don Carlos! ¿Me estás boludeando otra vez? ¡No, no, al contrario! Y, sí. ¿Qué me querés decir? ¿Vamos por la victoria? ¿Qué fue hasta ahora? ¿Empate o derrota? ¡No, no, don Carlos! ¡Victoria es que vamos a seguir ganando nosotros! ¡Ah!, entiendo. Con Aníbal, con Boudou, con Menem, con Jaime, con todos en libertad, el choreo continúa. ¡No, no, don Carlos!
Sí, sí. Soy ese boludo al que intentás emocionar con tus avisos de campaña, al que querés hacer sentir que tiene el verdadero poder porque vota una vez cada tanto, al que venís a buscar para que te salude de lejos o para que te llene los actos. Olvidate. Ya me la comí ésa, ya la viví, ya la aprendí. Me quedo conmigo, muerto, pero decente, duermo en paz. ¡Está bien, como quiera, don Carlos! Pero antes, para una encuesta que estoy haciendo acá, en el barrio, ¿puedo ir a decirles a los muchachos para la liberación que nos apoya? Le aseguro que, si ganamos, la suya está.
¿Qué es “la suya”? ¿La otra zapatilla? ¿De qué me hablás? Mirá, andate antes de que te cante “las cuarenta”. ¿Las cuarenta, don Carlos? ¿No eran veinte las verdades? Rajá de acá, turrito, me hacés pasar de boludo a pelotudo. Las cuarenta..: “Sé del beso que se compra, sé del beso que se da/ del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga/ y sé que con mucha plata uno vale mucho más...”. ¡Ah, sí, tangazo! Es increíble cómo nos sabe y explica el tango, ¿no don Carlos? A mí me gusta Cambalache. “El que no llora no mama/ y el que no afana es un gil”. Bueno, me voy, acá le dejo la boleta. ¿Quiere otra para la Doña? ¿Va a ir solo a votar?
No, solo no. Voy a ir con los muertos en Cromañón, en la Embajada de Israel, en la AMIA, los muertos en Once, en la inundación de La Plata, con los pibes muertos por desnutrición, por todos los que matan la corrupción y la mentira, por los muertos por los narcos que encubre “la morsa”, por la violencia, el crimen, por el odio que ustedes promueven, por los condenados a la miseria eterna, por todos a los que les arruinaron la vida, voy con ellos y más. Mi fórmula es “Ni olvido para presidente, ni perdón para vice”. Voto cantado.
¡Pero se lo van a anular, o se lo van a contar como uno nada más! ¿Y, qué? Uno es uno. Voy silbando bajito, lo meto en la urna y ahí sí, ¿ves?, por un ratito me siento Gardel. ¿Y qué tango va a silbar, don Carlos? Uno nuevo que le escuché cantar al muchacho que cambia el agua de las flores en el mausoleo. Honrar la vida. Me gusta la parte que dice: “... Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas...”. ¿La tenés, adentro, la letra? ¿Te cabe?
*Periodista.