Antes del Niembrogate, Jaime Duran Barba repetía que su estrategia de oponerse a una alianza con Massa se demostraba correcta porque del 20% de votos que seguía reteniendo Massa tras las PASO, de no existir su candidatura, dos tercios irían para Macri pero un tercio, para Scioli, y con sólo ese 6% de Massa agregado al voto de Scioli el Frente para la Victoria ganaba en primera vuelta. Era cierto, pero en esa misma situación que se estaba hace diez días, cuando todavía Scioli superaba por 8 puntos a Macri sin alcanzar los más de 10 de diferencia necesarios para ganar en primera vuelta, cuando en las mismas encuestas se preguntaba sobre intención de voto para la segunda vuelta, ya Scioli le ganaba a Macri por 4 puntos. O sea, la estrategia de Duran Barba le permitía a Macri estirar su carrera presidencial casi un mes, las cuatro semanas que pasan entre la primera y la segunda vuelta, pero igual no le permitía llegar a la presidencia.
Y también antes del Niembrogate, cuando se simulaba una hipotética y por ahora muy poco probable segunda vuelta entre Massa y Scioli, Massa le ganaba a Scioli porque mientras que dos tercios de los votos de Massa iban a Macri, 90% de los votos de Macri iban a Massa porque los votos del PRO son todos opositores mientras que los del Frente Renovador no son todos anti K.
Lo que no estaba funcionando de la estrategia de Duran Barba era la polarización. La hipótesis previa era que tras las PASO –por la lógica del voto útil a ganador– todos los votos de Massa anti K se irían directamente al candidato con mayor posibilidad de derrotar al kirchnerismo, y Macri iba a recibir sin costo los votantes de Massa. Pero aun tras las PASO, el 20% de los argentinos seguía prefiriendo votar por un candidato que sabía que iba a perder. En un país tan exitista en el deporte como en la política, es muy significativo tanta gente votando a conciencia a perdedor.
La resistencia a votar por Macri, aun de aquellos que no quieren que Scioli sea presidente, siendo Macri la única alternativa, puede ser un síntoma social profundo que trasciende las preferencias políticas del momento y puede estar indicando el rechazo que, para buena parte de la sociedad, producen los empresarios o, pero aún, alguien que ya nació rico.
Cuando Duran Barba comenzó a trabajar para Macri, hace una década, bromeaba diciendo que si lograba que su candidato llegara a la presidencia él merecería un Premio Nobel, porque nunca alguien que había comenzado con tan alta imagen negativa había logrado revertirla al punto que su “nunca lo votaría” fuera minoritario.
Realmente, que en una década Macri haya llegado a ser un serio aspirante a la presidencia es un gran mérito, tanto para Duran Barba como para el propio candidato.
Post Niembrogate. Pero a la situación en que estábamos hace diez días, con un Scioli presidente en segunda vuelta, el Nimebrogate le profundizó la tendencia ya existente, haciendo muy probable un Scioli presidente en primera vuelta. La encuesta que publica hoy PERFIL (ver página 2) muestra que Macri perdió puntos al mismo tiempo que Scioli los ganó, y la brecha hoy entre ambos escaló a 14 puntos. Los demás parámetros se mantienen: en una segunda vuelta Scioli también le gana a Macri, y en un eventualísimo ballottage entre Scioli y Massa ahora hay empate técnico, cuando antes ganaba Massa.
Júpiter y el buey. Macri, entre triste y enojado, se pregunta sobre el doble estándar de la sociedad, que al peronismo le perdona cualquier caso de corrupción. Un viejo proverbio romano
–Quod licet Iovi, non licet bovi– señalaba que lo que es lícito para Júpiter (en este caso el rey PJ) no es lícito para el buey (los demás partidos).
Parte de la impunidad que se le concede al PJ reside en la prioritaria necesidad de gobernabilidad que tiene la sociedad, excelentemente bien explicado en la columna de ayer en PERFIL del presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político, el politólogo Martín D’Alessandro. Hasta acusaciones de asesinato, como el triple crimen de la efedrina y la muerte de Nisman, son disculpadas o negadas por quienes temen que Macri carezca de la base de apoyo legislativo, o de las organizaciones sindicales, piqueteras y hasta estudiantiles que le permitan llevar adelante sus planes y superar los caos que le generarán sus opositores.
Otro factor que hizo al Frente para la Victoria Júpiter en materia de corrupción, y al PRO buey, está en el comportamiento de los medios de comunicación profesionales. El exceso de vehemencia en la sostenida crítica de todo lo que realiza el Gobierno, junto a la omisión del mínimo acierto, hizo que muchos votantes, en mayor proporción en aquellos menos politizados, que carecen de la suficiente información como para formarse un juicio propio, pusieran en duda cualquier acusación ante la imposibilidad de discernir sobre ella.
Al revés, a Macri le sorprendió la dureza de las críticas en el Niembrogate de los medios de comunicación profesionales y el efecto electoral que tuvieron. Quizá no ponderó al inicio que, al ser Niembro un periodista profesional y al haber lucrado con la publicidad oficial, su caso llamaría más la atención del periodismo. Y que esas críticas, al provenir de medios que no eran kirchneristas, resultaban verosímiles también a los ojos de los simpatizantes del PRO.