La pandemia por el Covid-19 se trata de la mayor crisis de salud, social y económica del siglo, cuyos reales efectos e impactos aún son inciertos para el país y el mundo. Una pandemia aparentemente generada por una enfermedad infecto-contagiosa emergente de origen animal que, al parecer, fue impulsada por el avance del ser humano sobre la naturaleza y el contacto estrecho con especies silvestres. Según un informe de WWF, los cambios en el uso del suelo –incluida la deforestación y la conversión de hábitats naturales para actividades agrícolas y ganaderas no sustentables– son responsables de casi la mitad de las enfermedades infecto-contagiosas emergentes de origen animal, ya que aumentan las posibilidades de contacto entre la fauna silvestre, el ganado y los humanos.
Esto nos demuestra que es necesario hacer cambios sistémicos para abordar los promotores ambientales de las pandemias y los riesgos asociados a las vías actuales de desarrollo económico. Para ello, debemos replantear nuestros sistemas alimentarios y productivos apuntando a la generación de alimentos libres de deforestación y conversión, con el objetivo de diagramar un futuro saludable y sostenible en el que se pueda compatibilizar la producción con la conservación de nuestros ambientes naturales.
En las últimas décadas, los bosques nativos y demás ecosistemas naturales de Argentina han sufrido modificaciones importantes debido al avance de actividades agropecuarias, urbanísticas y viales. Esto se traduce en graves consecuencias sociales, ambientales y económicas, que atentan contra nuestra salud y nuestro bienestar. Los bosques nativos son proveedores de servicios ecosistémicos esenciales para la vida humana y de otras especies: contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático, la regulación hídrica, dan sustento a la vida de las comunidades locales y contribuyen a la seguridad alimentaria y el desarrollo económico. Pero, además, los bosques sanos funcionan como “amortiguadores” de agentes patógenos –como virus y bacterias– que pueden afectar al ser humano.
Vida Silvestre: "Nada será igual para la naturaleza luego de la pandemia"
Leyes. Argentina cuenta desde el año 2007 con la Ley N° 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, herramienta imprescindible para planificar el uso de estos ecosistemas permitiendo equilibrar producción y conservación de la naturaleza. Sin embargo, a casi 13 años de su sanción, su implementación ha sido parcial Según el “Diagnóstico actualizado del estado de implementación - Ley N° 26.331” –elaborado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y Fundación Vida Silvestre– desde la sanción de la Ley en 2007, hemos perdido 3.500.000 hectáreas de bosques nativos y con ellos todos los beneficios asociados. El ritmo promedio ha sido de aproximadamente 300 mil hectáreas deforestadas por año, el equivalente a la superficie de CABA por mes.
Necesitamos una mejor comprensión de la forma en que funcionan nuestros ecosistemas, y cómo los bosques bien manejados y conservados nos traen muchos más beneficios que complicaciones. La pérdida de bosques nativos en nuestro país es una situación trágica, y evidencian dos factores preocupantes: 1) las provincias de la ecorregión del Gran Chaco –donde ha ocurrido el 90% de esta deforestación– no han mejorado sus indicadores de necesidades básicas satisfechas, y las comunidades indígenas rurales que dependen de los bosques se encuentran en un alarmante estado de vulnerabilidad social, sanitaria y económica; 2) De la superficie de bosques perdida en este período, la mitad se produjo sobre áreas no categorizadas por la ley de bosques y dentro de la otra mitad, el 50% de la deforestación ocurrió en zonas rojas y amarillas donde el cambio de uso del suelo no está permitido, pudiendo entonces ser deforestación ilegal.
El Gobierno quiere reformar la ley de bosques para frenar los desmontes
Es imposible no sumar a esta enumeración de hechos indeseables la baja, casi nula, adjudicación de fondos para la correcta implementación de la ley: desde su sanción, nunca pudo contar con su presupuesto completo, y recibió mucho menos del 10% de lo que le correspondería. De hecho, recientemente se ha confirmado que para este año se asignará la misma cantidad de dinero que en 2019, por lo que el porcentaje para la protección de los bosques nativos y la compensación a sus propietarios será aun menor. Si bien la Ley de Bosques Nativos logró que los bosques hayan pasado a formar parte de la agenda pública argentina y se hayan comenzado a fortalecer las capacidades técnicas y de gestión de las autoridades provinciales y nacionales, aún resta mucho por hacer para que cumpla con sus principales objetivos. Esto no implica la necesidad de modificar la ley, mucho menos de derogarla. Por el contrario, es necesario ir un paso más allá en el camino de construir un desarrollo sostenible, analizando los factores que causaron deficiencias en su implementación para trabajar conjuntamente en la mejora de su aplicación a nivel provincial y nacional.
Economía. La implementación plena de la Ley de Bosques es una ventana de oportunidad para toda la sociedad, pero muy especialmente para los que viven en y de los bosques. Conservar nuestros bosques nativos y los beneficios que nos proporcionan es esencial para preservar nuestra salud y nuestro bienestar. Tenemos que estar a la altura de las circunstancias de la crisis ambiental y social mundial que estamos atravesando y tenemos los instrumentos legales, administrativos y financieros para ello. No podemos dejar pasar la oportunidad de consolidar la conservación y uso sustentable de nuestros bosques nativos cómo una real política de Estado que trascienda las gestiones de los gobiernos.
Existen posibilidades de satisfacer las necesidades económicas y las expectativas razonables de crecimiento y, a la vez, garantizar que nuestros recursos naturales estén disponibles para nosotros y para las generaciones futuras, con un adecuado manejo de los ecosistemas e implementando las normativas existentes para que esto suceda. Desde Fundación Vida Silvestre Argentina trabajamos apoyando la Ley de Bosques Nativos, en su diseño, implementación y monitoreo y seguiremos comprometiendo nuestro mayor esfuerzo, dedicación y profesionalismo en este camino.
*Director general de Fundación Vida Silvestre.