CULTURA
el cine, de duelo

A los 90 años murió Agnès Varda

Falleció la pionera de la “nouvelle vague” del cine francés, que brilló desde su primera película, La Pointe Courte (1954). Destacada activista feminista, en 1985 ganó el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia.

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Agnès. Entre otras cosas fue una pionera del cine feminista. | cedoc

“¡Yo ya no quiero, no soporto más, ser amada por misóginos!” Entre un grupo de mujeres, frente a la cámara fija, una de ellas emite tal enunciado. Corte. El plano siguiente muestra a un grupo de hombres de frente, quietos, mirando a cámara, detrás una pared descascarada, en la calle; hombres de distintas edades, cortes de pelo, tamaños, es invierno y están vestidos al estilo de época. Vale decir: aquí están, estos adefesios son los misóginos. Y el espectador no puede menos que esbozar una sonrisa, y si es un hombre como quien esto escribe, sentir una mezcla de pudor y resignación. Más adelante, otra mujer increpa a la cámara con una consigna: “Amor no es chantaje”. Esto ocurre en Réponse de femmes: notre corps, notre sexe (1975), cortometraje para Antenne 2, canal de la televisión francesa.

Ha muerto Agnès Varda a los 90 años, la cineasta que cierta crítica premoldeada de la industria del cine tradicional ha tratado como una minusválida en torno a la definición “abuela” del documental contemporáneo o pionera de la nouvelle vague. Esta chatura intelectual nos dice: si no sirve este chaleco de fuerza usemos esta correa. La noción de autor, de cine de autor, en sí reniega del cineasta como protagonista de su propia obra. En términos concretos: se trata de colocar la cámara en el lugar más incómodo, en el momento menos previsto, porque del otro lado está el ojo que deja de serlo y ya es cine; porque por fuera de lo que registra la cámara, el film adquiere su propia dimensión. Por eso, a pesar de todos los estilos, el cine es mágico.

También se la identificó como pionera del cine feminista. Varda tuvo la virtud de plasmar en su obra una mirada distinta que, precisamente, es femenina. Particular, política, contestataria, concibió su tarea como consecuencia de un trabajo en equipo, con el aporte de todos y cada uno de los trabajadores. Más aún, para ella el cine es consecuencia de un acto colectivo. Así lo hizo saber en el último Festival de Berlín, donde leyó la larga lista de todos los que participaron en la realización de su documental sobre su propia obra: Varda by Agnès. Dentro de esa lógica, hace 7 años, declaraba ante un grupo de cineastas españolas: “Cuando comencé decían que yo quería que todas las mujeres fueran cineastas. Eso no era cierto. Siempre incentivé a las mujeres para que ocupen todos los oficios de la industria. Sonidistas, montajistas, lugares donde toman más decisiones que los hombres que dirigen.” Dijo esto con un guiño pícaro y las asistentes rieron asintiendo con la cabeza.

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Su segunda pareja fue el cineasta francés Jacques Demy. Nació en Bélgica, de madre francesa y padre de origen griego. Se educó en Francia. Vivió con Demy en California donde realizó un documental sobre los Panteras Negras (1968). Entre sus films tituló uno de manera genial, tal vez como ejemplo de su encuadre: Las cien y una noches. De todos los premios que recibió llama la atención el Oscar Honorífico en reconocimiento a su trayectoria (2017), pese a su cine lateral y externo a las productoras globales. Tal vez su visión sobre la vida se resume en que: “Nos llega en piezas rotas, donde la escena doméstica se convierte en invasiva, con impresiones superpuestas”.