CULTURA

Amor constante más allá de la muerte

Uniendo lo metafísico con lo concreto, la muestra más reciente del dúo Trulalala exhibe seis impresionantes esculturas de cristal tallado, con bronce y oro a la hoja. Sin embargo, como el sentimiento que describen, la fortaleza de su arte radica en el peso abstracto del amor.

Cristal tallado. Objetos cotidianos convertidos en piezas artísticas. Al lado, una aproximación.
| Gentileza galeria Nora Fisch
Claudia del Río y Carlos Herrera formaron, hace un tiempo, un dueto al que llamaron Trulalala: un nombre que invita a tararearlo. En 2006, los dos artistas rosarinos decidieron que esa empatía que tenían en la forma de mirar las cosas, en la manera de poder expresar sus gustos y, sobre todo, en el modo de pensar la producción de sus obras, merecía un trabajo en conjunto. Por lo tanto, para llevar a cabo el proyecto Trulalala tomaron distancia de sus realizaciones individuales y crearon juntos algo diferente.
¿Cuánto pesa el amor? es una pregunta extraña y el nombre de la muestra. Además, es la segunda intervención de Trulalala en la Cristalería San Carlos de Santa Fe para poner a prueba esa intensa relación entre el arte y la industria. La primera fue Lilibud, cuando los dibujos en acuarela se transformaron en piezas de cristal de colores. En este caso, la Galería Nora Fisch, con nueva locación y mucho más espacio, exhibe las seis esculturas de cristal tallado, decoradas con bronce y oro a la hoja. En el sendero más clásico del arte contemporáneo, Trulalala concibió a partir de las matrices existentes en esa fábrica unos inmensos copones que puso a la deriva del sentido. Pensados originalmente como carameleras o poncheras, recipientes de uso en el ámbito de lo doméstico, con su aspecto señorial y de buena familia, se desvían en la obra de arte hacia unas posibles urnas funerarias. Los detalles de pequeñas calaveras doradas indican la presencia de la muerte, y los granos de arroz que contienen implican un orden de medida y también la referencia a las cenizas y la muerte.
A mitad de camino entre la disposición de objetos cotidianos para volverlos piezas de arte, Trulalala se mete en la producción misma y ahí subvierte el sentido. Participa del proceso que debería ser seriado, el que se realiza en la fábrica, para detenerlo y volverlo único. Pero necesita de los artesanos para hacer las piezas. El vidrio soplado, la técnica que los inmigrantes italianos trajeron a comienzos del siglo pasado a la Argentina, el tallado y la decoración vienen con los oficios que los artistas requieren. Diseño popular e industrial ligado a las premisas de objetos originales que van a participar en otras esferas estéticas y otras lógicas de consumo.
¿Cuánto pesa el amor? es un interrogante que une lo metafísico con lo concreto. Respecto de lo último, las urnas están ahí para dar una respuesta posible: son transparentes y bellas. Pesar, entonces, se entiende como una carga, y por eso el amor, cuanto más hermoso, más ligero. También lo mesurable, como de venta al peso, en una mercancía a la que es difícil ponerle precio. Sin embargo, el sentido escatológico está presente en el borde difuso entre amor y muerte. Que recorre la historia del arte en las dos caras del mismo deseo; en la certeza de lo último y el azar del primero. Que está tan bien trenzado en los versos de Francisco de Quevedo. “Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,/ Venas, que humor a tanto fuego han dado,/ Médulas, que han gloriosamente ardido,/ Su cuerpo dejará, no su cuidado;/ Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado”.