Se va un tipo querido y entrañable, que se ocupaba permanentemente de los temas culturales, que sugería y aconsejaba. Tuve la suerte de conversar mucho con él y de cada conversación surgía un proyecto nuevo. Podíamos hablar de música o literatura, pero siempre eso aterrizaba en un acto concreto. Eso me encantaba, sobre todo en los últimos años, cuando tuvo una enfermedad muy cruel. Siempre mantuvo su optimismo y vigor intelectual. Por eso lamenté mucho que no pudiera asistir al estreno de la última obra dirigida por él, L’elisir d’amore, en el Colón. Y ese teatro es un espacio destinado al arte y la cultura. Por eso, cuando me llamó Darío Lopérfido, me pareció totalmente pertinente despedirlo allí. Renán hizo un gran esfuerzo como artista en el Colón, así que era lógico que el teatro se abriera para darle su último adiós.
*Ministro de Cultura porteño.