A saber, la diferencia esencial entre la vida a campo abierto y la vida en las ciudades consiste en que en la primera son pocas y limitadas las posibilidades de acción del individuo, mientras que en la ciudad, un espacio cerrado y artificial, la combinatoria para los desplazamientos y oportunidades convoca experiencias casi abiertas al infinito, tornando esos lugares extraños que tenemos por morada zonas de privilegio para comprender nuestro lugar en el universo: es en esos sitios donde la especie ha alcanzado las mayores instancias de sofisticación.
Ciudades sudamericanas como arenas culturales es el resultado del esfuerzo colectivo –orquestado por Adrián Gorelik y Fernanda Arêas Peixoto– que intenta comprender, desde muy diversas aristas, algunos de los fenómenos históricos, políticos, económicos y culturales de ciudades como Bogotá, Quito, Lima, Brasilia San Pablo, Río de Janeiro, Caracas, Montevideo y Buenos Aires a través de las miradas de sociólogos, antropólogos, historiadores, arquitectos y críticos literarios, en sintonía con análisis complejos como los de Beatriz Sarlo o Carlos Monsiváis.
En ocasión del libro, PERFIL dialogó con Gorelik, autor de una obra estimulante y ya fecunda con respecto a las ciudades.
—¿Cuál es la intención de este libro y cómo está articulado?
—La figura retórica de arenas culturales, que en realidad es de Richard Morse, sostiene que la ciudad es el lugar de germinación cultural pero también el ruedo donde se libra la batalla de las ideas, lo que nos permite pensar las ciudades de otra manera. La intención es preguntarse cómo podemos pensar las relaciones específicas entre la forma urbana y la cultura. Cada uno de los trabajos del libro, desde muy diversas perspectivas, intenta responder a la pregunta por la relación entre forma material urbana y cultura, así como explorar los vínculos que pueden trazarse con el trabajo histórico. Se trata de historias intelectuales de distinto signo contadas a través de episodios simbólicos.
—Uno de los aspectos más interesantes del libro es que se ensaya una suerte de etnografía como poética del urbanismo, es decir, se intenta comprender estéticamente la ciudad incluso a través del método de aproximación a diversos fenómenos en varios casos. Se nota una intención de hacer de la teoría una herramienta plástica para comprender la ciudad como una pieza artística.
—Me alegra que eso se note, puesto que se trata de un tema que no está resuelto teóricamente, y esto es cómo se vinculan teóricamente ciudad y cultura, por ello cada texto tiene que ser una forma de interrogar analíticamente cómo hacerlo y eso se abre a múltiples experimentaciones. Cada escrito también recrea la ciudad y la reinventa. Para que un trabajo sobre cultura urbana sea un trabajo que aporte algo sustantivo tiene que preguntarse por el método para realizarlo.
—¿Por qué no incluir la ciudad de México?
—Esa es una gran limitación, pero en el proyecto originario estaba incluido Mauricio Tenorio Trillo, un historiador mexicano, puesto que la idea era que el proyecto tuviera una escala latinoamericana, pero nos dimos cuenta, por un lado, de que las redes intelectuales en Sudamérica ya las teníamos aceitadas, y lo otro hubiera sido un proyecto de una envergadura diferente que será la próxima etapa, donde tiene que estar México, el norte de Sudamérica, La Habana...
—Los Angeles...
—¡Claro que sí! El proyecto incluía la Latinoamérica de París a principios del siglo XX, la Latinoamérica de Nueva York en la década del 20 y el 30 e incluso el México de Chicago a inicios del siglo XX. Nuestra idea es incluir la parte latinoamericana que pudieron tener París, Londres, etcétera.
—Por otra parte, hay una suerte de continuación del examen analítico que viene desde el mítico ensayo de Angel Rama, “La ciudad letrada”, que encuentra ahora una plena profesionalización desde distintos campos de las humanidades y que formula nuevas preguntas ya no sólo desde la literatura. ¿Cómo conjugar estas preocupaciones teóricas con la expresión literaria? ¿ A quiénes está dirigido el libro?
—El tema sobre cómo escribir la ciudad es fundamental, puesto que no se puede escribir de cualquier manera. Morse les decía a los sociólogos, demógrafos y a los economistas qué mas importante que leer toneladas de estadísticas y encuestas era preciso leer a los ensayistas. En este libro las representaciones literarias, artísticas y teatrales de la ciudad ocupan un lugar de igual importancia que el que pueden ocupar estudios más estadísticos, analíticos o demográficos. Se trata de encontrar el territorio donde todas maneras diferentes de abordar la ciudad puedan dialogar entre sí y producir nuevos conocimientos. Los artículos están escritos como ensayos y no cómo papers, no sólo porque queríamos hacer un libro atractivo que pueda ser leído por gente de amplia cultura general sino también porque cada artículo experimenta una manera de interrogarse sobre la ciudad y eso sólo puede hacerse a través del ensayo.