CULTURA
El libro negro del psicoanlisis

Cocaína: califican de "estafador" a Sigmund Freud

El historiador Hans Israels criticó duramente padre del psicoanálisis por su tratamiento para superar una adicción a la morfina. "Presentó una terapia desastrosa como un éxito resonante", acusó.

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A 150 aos de su nacimiento, Freud es uno de los preferidos en la Argentina. | Cedoc.

Después que generaciones enteras convirtieran a la Argentina en una de las capitales mundiales del psicoanálisis, ha resurgido una polémica que seguramente inquietará a aquellos que han pasado meses, años o quizás décadas contando sus pesares desde un diván.

Hoy, Sigmund Freud es el blanco de todas las críticas imaginables. Hasta hace algunos años incuestionable, el hombre que descubrió el inconsciente de todos nuestros males hoy es criticado sin piedad, al punto de ser calificado como un simple “estafador” por haber mentido sobre el éxito de algunos tratamientos que, en realidad, habrían sido un fracaso estrepitoso.

Hans Israels, historiador de la psicología, pone como ejemplo las experiencias de Freud con cocaína para la cura de un paciente que padecía de una grave dependencia a la morfina.

“En sus publicaciones, Freud no tuvo ningún escrúpulo en presentar una terapia desastrosa como un éxito resonante”, afirma Israels en uno de los capítulos de “El libro negro del psicoanálisis”, que editó Catherine Meyer con el testimonio de prestigiosos psiquiatras, psicólogos, filósofos, historiadores, epistemólogos y escritores.

Según explica Israels, antes de practicar el psicoanálisis Freud había llevado a cabo algunos tratamientos con la cocaína, una sustancia poco conocida en aquella época.

En 1884, su colega y amigo Ernst Von Fleischl Marxow se había vuelto dependiente a la morfina luego de una penosa operación quirúrgica. Y, si se da crédito a las publicaciones de Freud, logró que se desintoxicara gracias al empleo sistemático de dosis de cocaína. El paciente no sólo logró abstenerse de la morfina sin padecer síntomas de abstinencia importantes sino que, además, diez días más tarde, había dejado de tomar cocaína.

Sus críticos respondieron que, en realidad, el uso de la cocaína no hacía sino reemplazar la dependencia de la morfina por otra, más peligrosa aún. Por supuesto, Freud respondió a cada uno de los cuestionamientos, defendiendo su supuesto logro.

Pero en las cartas que enviaba a su novia de entonces Martha Bernays, que residía en Hamburgo, Freud contaba una versión muy diferente a la de sus escritos médicos. De acuerdo con las investigaciones de Israels, le confiaba sus esperanzas de poder ayudar a su amigo Fleischl a liberarse de su toxicomanía.

“En las cartas – relata el historiador - Freud nunca habla de detener el consumo de cocaína, contrariamente a lo que afirmó en sus publicaciones. Observaciones, incidentales muestran que la abstinencia no se había alcanzado. Algunos meses más tarde del inicio del tratamiento, Freud le escribe a su novia que no se sentía bien y que, por esa razón, le había pedido a Fleischl un poco de cocaína, una sustancia que, según Freud, su amigo consumía entonces regularmente”.

En 1885, un año después del comienzo del tratamiento, Freud anota en otra carta que Fleischl solo sobrevivía con ayuda de cocaína y de morfina, y que había utilizado grandes cantidades de cocaína durante los últimos meses.

“En sus publicaciones, Freud no tuvo ningún escrúpulo en presentar una terapia desastrosa como un éxito resonante. Un investigador que comunica sus resultados de este modo no merece ser tomado con seriedad. Sólo se lo puede calificar de estafador”, denuncia Israels.

Las cartas de Sigmund Freud están conservadas en la Biblioteca del Congreso en Washington, pero la mayoría han permanecido secretas hasta comienzos de 2000.