En 1990 C.E. Feiling, desde la revista Babel, le dirigía a Soriano una certera y oportuna crítica ideológica al percibir en su prosa acomodaticia el equivalente cultural de la política de los noventa: “Lejos de ser una novela que describe el estado del país en una etapa de su historia, Una sombra ya pronto serás resulta una larguísima falacia, la forma literaria del argumentun ad populum tan cultivado por el Excelentísimo Sr. Presidente en sus discursos y apariciones públicas”.
Sin embargo, hoy en día escribir contra Soriano sería casi tan anacrónico e improductivo como escribir contra Manuel Gálvez. Los libros, con el tiempo, cuando la carnal red de amistades y enemigos no ampara ni prestigia, se defienden solos o se desvanecen. Y los de Soriano fueron productos de época acuñados con gran sentido de la oportunidad.
Así como la última crisis económica impuso tópicos en parte de la nueva narrativa y en el cine, Soriano, en su momento, no dejó de estereotipar la experiencia de una generación según pasaban los años: alegorías de la dictadura, lucha entre facciones peronistas, atmósfera postalfonsinista con apagones y privatizaciones. Tras la vuelta de la democracia, su figura pública, desplegada con oficio en incesantes intervenciones periodísticas, parodió y acondicionó el modelo tácito de Cortázar trocando el signo romántico por la contraseña populista.
Hoy en día sus libros pueden tener, para el arqueólogo o el etnógrafo de la literatura, valor testimonial, ya que por los intersticios ambiguos de cualquier fenómeno de mercado gotea una configuración sociocultural. Toda época, incluida la presente, tiene sus temáticas y su actualidad tasada, y ofrece por ende condiciones estratégicas para una síntesis populista. Esta misma síntesis, quince o veinte años después, puede dejar al autor tan desenfocado como para que escribir en contra –e incluso a favor– carezca de sentido.
