CULTURA
por la paz

De cómo Occidente canceló el arte oficial ruso

Como herramienta de presión política, distintos organismos cinematográficos, artísticos y literarios y del mundo están dando la espalda a los rusos, apoyen o no a Vladimir Putin.

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Cancelación y amoríos. La soprano Anna Netrebko renunció al Met. Apoyó y apoya a Putin. | cedoc

Es claro que la invasión rusa a Ucrania trascendió el territorio bélico. Es más, ocurren ciertas cancelaciones, o expulsiones de artistas e instituciones culturales rusas a nivel internacional. La Feria Internacional del Libro de Turín, a realizarse del 19 al 23 de mayo, informó este jueves que las delegaciones oficiales, organismos e instituciones del gobierno ruso no podrán participar en el evento; también que no se prohíben “libros o autores rusos, debates o lecciones sobre la cultura y la literatura rusas, dentro de un programa inspirado en los temas de la paz, el diálogo, la amistad entre los pueblos”. 

El Festival de Cine de Glasgow eliminó las películas No Looking Back, de Kirill Sokolov y The Execution, de Lado Kvataniya, por “financiación estatal a través del CF Cinema Fund, cuyo consejo de administración incluye a los ministros actuales del gobierno ruso y al Ministerio de Cultura ruso”. El Festival de Cine de Cannes anunció que negará la entrada a cualquier individuo vinculado con el gobierno ruso, salvo que cese la invasión en condiciones que beneficien al pueblo ucraniano. No aclaran si las películas rusas serán excluidas de la selección oficial, pero en el comunicado destacan “el coraje de todos aquellos en Rusia que se han arriesgado a protestar”, incluyendo a los “artistas y profesionales del cine”.

Peter Gelb, gerente de la Opera Metropolitana de Nueva York anunció que terminó la asociación con el Teatro Bolshoi de Moscú, junto al que producían la ópera Lohengrin de Richard Wagner para 2023, la que presentarán de todas formas. También anunció que el Met cortará lazos con cualquier artista que apoye a Putin, lo que provoca la inmediata renuncia de la soprano rusa Anna Netrebko, quien en abril debía interpretar al personaje principal en Turandot. Será difícil que vuelva actuar allí, Netbrebko no solo apoyó a Putin en su campaña política: también circularon rumores de palacio (¿qué es el Kremlin, al fin y al cabo?) sobre un supuesto romance con el diminuto líder, especie a la que contribuyó con un mohín mediático deseando que tal relación se concrete. 

Pero por estas horas debe ser terrible la furia de la cantante: la Ópera Estatal de Baviera y la Ópera de Zurich también cancelaron su presentación estelar. Para no desentonar, el Royal Ópera House de Londres canceló la gira del Ballet Bolshoi. Mientras que el director de orquesta, amigo personal del actual mini “Koba” (sobrenombre que utilizaba Stalin), el director de orquesta Valery Gergiev fue destituido de la Filarmónica de Múnich. El Carnegie Hall de Nueva York canceló las actuaciones programadas para mayo de Gergiev y la Orquesta Mariinsky, de la que es su mentor.

En el ámbito del consumo masivo, productoras como Disney, Sony y Warner Brothers suspendieron los estrenos de sus películas en toda Rusia. Live Nation, empresa de venta de entradas y eventos en vivo de carácter global, cierra todos sus negocios allí, al igual que Spotify. En esa línea, el grupo musical de pop punk Green Day canceló sus presentaciones. La Bienal de Venecia eliminó el pabellón ruso, aunque permitirá la presencia de artistas independientes de dicho origen. Este boicot múltiple y simultáneo también desató una crisis en el mercado del arte, cuestión que excede este espacio y merece página aparte. Mientras tanto, no aparece la carta abierta de intelectuales y escritores argentinos contra la invasión rusa de Ucrania, condenando el uso de bombas de racimo sobre su población civil.