Marica y Emilia son las únicas mujeres a bordo del barco que navega el Río de la Plata en el siglo XIX que es atracado por piratas. “Los degüellan uno por uno con desenvoltura”, relata La malparida, la reciente novela de Inés Arteta. El principio de la historia es el secuestro de las dos mujeres, una que viajaba a encontrarse con su futuro marido, la otra era una partera que llevaba a su hija. Ambas son secuestradas y la niña también es decapitada.
En ese contexto absolutamente violento, Marica se transforma en la Malparida y logra convertirse en líder del grupo pirata que la secuestró, violó y mató a su hija, mientras que Emilia la observa con fascinación y horror.
La malparida, que se lanza bajo el sello de Tusquets Editores, está narrada en los ojos de Emilia que decide escribir lo que vive y, sobre todo, contar a su compañera, que por ser mujer será borrada de la historia.
“Transcribe cómo tan pronto Marica Rivero logró no temerle a los corsarios ni al monte ni a los tigres ni a los truenos. Menos todavía al viejo yacaré. Cómo fue que empezó a mandonear a todos, pero sobre todo, a Delgado. Que de entrada, lo llamó Delgado y no Correntino, como los demás. No escribe que ellas dos parecían iguales en el barco pero en verdad eran tan distintas porque no es algo que pensó entonces sino más tarde”, narra el libro en una de las primeras reflexiones de Emilia sobre su compañera.
Inés Arteta se enteró cinco o seis años atrás de que había existido en el siglo XIX una pirata que era mujer, se enteró en un asado de casualidad. Con esa punta siguió investigando y quedó fascinada. “Yo estaba escribiendo la novela que se publicó el año pasado, La madre de la noche, y ahí la malparida aparece como fantasma a una mujer que abandona sus hijos", contó la escritora a PERFIL.
Pero entre 2018 y 2019, Inés debió duelar a su padre y a su madre y como refugio ante ese dolor se dedicó de lleno a investigar a la pirata interpelada por esa capacidad de transformarse de partera en Malparida.
Emilia, Marica, poder y deseo
– ¿Cómo surgió la decisión de que hubiera dos contra figuras mujeres?
– Fue cuando me di cuenta de que no la podía contar desde ella, desde María del Carmen Rivero y que no iba a ser tan verosímil y además porque me interesa en esta historia los puntos de vista. En el relato fáctico ella se embarca con su hijita y sabía lo que era que las tomaran cautivas. Sabía que mataban a los hombres, se quedaban con las mujeres y entonces era absolutamente posible que en ese barco hubiera habido dos mujeres. Entonces me interesaba esta mujer que tuviese miedo, que tuviera todo ese asombro y además otra cosa que me fascina es cómo otra persona puede llegar a hacerte de espejo y a interpelar y hacerte cuestionar completamente quién sos.
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– El libro también tiene varias escenas eróticas que cumplen diferentes roles, están las escenas de los piratas con estas mujeres y también las de deseo y poder entre ellas.
– Es muy interesante nombrarlas como eróticas, porque como hay tanta violencia... Me gusta cuestionar al lector, porque aun en la violencia existe también lo erótico, es decir, esa mezcla. Y toda violación es un tema de poder y aparece lo que le está pasando a la mujer que no deja por eso de estar siendo violentada y después, otra cuestión que también me parecía interesante trabajar, es todo lo que es el deseo, que tampoco está tan mostrado en literatura. Me refiero a que en cualquier circunstancia, puede todavía seguir palpitando el deseo y en ese espejismo que le provoca Marica a Emilia también hay algo que no quería que quede súper claro, porque me encanta que cada lector lo cargue de su propia visión del mundo, pero hay algo de esa atracción que siente Emilia, que ¿por dónde pasa eso? Incluso en el parto, todo lo que es corporal viene de esa mezcla de dolor y de deseo.
Creo que lo autobiográfico de cada lector - lectora también va a cargar eso de significado y por eso me parecía tan interesante que me dijeras erotismo porque en general escucho que me hablan directamente con la palabra violación, creo entender a dónde está esa mirada, pero pienso y me pregunto, ¿y todo lo demás cómo habrá funcionado?, porque cuando leemos a veces nos detenemos en ciertos sustantivos, adjetivos, construcción de la frase o la leemos de otra forma y a mí eso es lo que me fascina de lo que es un texto literario.
“Marica está echada sobre la arena, la espalda y la cabeza apoyadas contra el casco del Tuguy. Entonces me paro delante de ella y me quito el vestido. Me le muestro desnuda, como ni Martín o el Chafalote me vieron. Quiero que me conozca el alma”.
Un lenguaje inventado
– ¿Cómo construiste el lenguaje de los personajes?
– Quise atreverme a crear un lenguaje a partir del lunfardo, o sea, combinar lunfardo con siglo XIX y con la exuberancia de esas islas. Busqué que todo lo lírico que tiene esa belleza de este lugar, que a mí me parece uno de los lugares más lindos del mundo, y que a la vez es como barroca esa belleza, con ruidos, olores, colores y todo esto que cambia de un día para el otro que es además, eje central de la historia que lo que está en un lugar al día siguiente no está. Construí con eso un lenguaje con el cual usé dos diccionarios de lunfardo rioplatense y fui buscando textos del siglo XIX para buscar algunas palabras que produjeran esa sensación, lo mismo que con Zama de Antonio Di Benedetto, que no es que se hablaba así en ese siglo, sino que él le da esa verosimilitud y esa sensación que te hace transportarte a ese lugar entonces por eso construí ese lenguaje.
– ¿Tenés una rutina de escritura?
– Me despierto con alarma y escribo todas las mañanas, llueve truene lo que fuera. Solamente lo interrumpo por alguna cuestión imponderable. Trato de tener todas mis clases por la tarde o todas las otras actividades que tenga que hacer por la tarde, porque si puedo continúo a la tarde, pero la mañana es sagrada porque es donde me funciona mejor la mente.
“Y antes de cerrar la bitácora, escucha que Marica le dice: Escribí de mí, Emilia. Escribí para entusiasmar a los gurises y para que me odie la miliacada”.
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